Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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De Einstein a Maradona, del universo a la tierra, del cerebro al corazón

   Maradona fue enterrado sin su corazón, el órgano que era parte clave de su carácter.

Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

 

“Había perdido en la espera la fuerza de los muslos, el hábito de la ternura, pero conservaba intacta la locura del corazón”. Gabriel García Márquez

 

   Una de las primeras decisiones tomadas por los médicos a poco de fallecer, hace un año, el mejor futbolista de todos los tiempos, Diego Armando Maradona, fue despojar al cuerpo de su corazón. Nada menos. La razón era entendible: querían estudiar con tiempo la causa de muerte del astro y en este órgano estaban algunas de las posibles respuestas.

   Lo particular del caso es que no es una tarea de horas, sino de meses. Por eso Maradona fue enterrado sin su corazón, el cual se guarda en un centro médico porteño, dentro de un frasco, mantenido en buen estado con líquidos especiales.

   La historia tiene cierto paralelismo con lo ocurrido con el cuerpo de otro genio, en otra disciplina claro, como fue Albert Einstein, el hombre que estableció con su teoría de la relatividad las leyes físicas que gobiernan el universo. Al momento de su muerte, en abril de 1955, y antes de ser incinerados sus restos, el patólogo Tomás Harvey se hizo del cerebro del genio.

Albert Einstein

   Lo hizo sin autorización de la familia y sin una razón especial. Simplemente creyó que sería interesante estudiarlo para ver si se encontraban características que permitieran explicar la superlativa inteligencia del científico.

   El cerebro terminó también en un frasco aunque luego Harvey se encargó luego de diseccionarlo en 240 trozos, para ofrecerlo a distintos estudiosos que estuviesen interesados en analizarlo. Hoy, parte del cerebro se exhibe en el museo de física de Filadelfia.

Harvey con una parte del cerebro de Einstein

Uno y otro

   Hoy se sabe con claridad que funciones cumple el cerebro y cuales el corazón. Sin embargo hubo tiempos en que las cosas no estaban tan claras. Los egipcios no tenían dudas de que en el corazón se ubicaban el pensamiento, la conciencia moral y la inteligencia. Los griegos tenían una idea similar. El propio Aristóteles puntualizaba que por algo el corazón ocupaba el centro del cuerpo humano y no dudaba en señalar que en el residían todos los sentimientos, incluidos la ambición, el amor, el odio y el coraje.

   Lo cierto es que mente y corazón pareciera que juegan roles diferentes, aunque íntimamente unidos. Por amor y por pena se rompe un corazón, para Antoine de Saint Exupéry el corazón era el órgano adecuado para ver bien y el pensador Blas Pascal aseguraba que el corazón tenía razones que la razón desconocía.

"No se ve bien sino con el corazón". A. de Saint Exupéry

   Retomando la situación de Maradona, es posible decir que Diego era puro corazón. Era el lugar que se golpeaba cada vez que saludaba a la tribuna, que quería expresar sus sentimientos y sus agradecimientos. Diego era, a que dudarlo, más corazón que cerebro, a pesar de su enorme inteligencia para el juego. En el caso de Einstein su cerebro era un centro de pensamiento único, capaz de entender mundos vedados al entendimiento de cualquier otro ser.

   En ambos casos esos órganos terminaron en un frasco. El que permitió entender mejor el universo, el que llenó de alegría a los argentinos. Sus almas seguramente pueden prescindir de ellos, no los necesitan.