Escenario político: peligro, la grieta llegó a los profesionales de la Salud
La polémica por el envío o no de vacunas Sputnik V al Hospital Municipal rompió la calma en un sector decisivo para la gestión de la pandemia. Una onda expansiva difícil de medir.
Maximiliano Allica / [email protected]
Son héroes de la pandemia, pero héroes muy humanos. Las idas y venidas en torno al envío de vacunas Sputnik V al Hospital Municipal desataron un inesperado conflicto médico-político en Bahía Blanca, en medio de una crisis sanitaria que recrudece.
¿Vienen o no vienen? Luego del arribo la semana pasada de un pack con 450 dosis al Penna, se anunció que este lunes iban a llegar otras tantas al Leónidas Lucero, que en principio las esperaba el mismo día que el sanatorio provincial. Ese nuevo plazo no se cumplió y comenzó el enredo.
De acuerdo con el director del Municipal, Gustavo Carestía, desde Provincia le informaron que finalmente ese hospital no funcionaría como centro de vacunación, pese a los anuncios iniciales. De inmediato, desde el Ministerio de Salud bonaerense lo desmintieron. Primero, con un comunicado y, después, con las declaraciones del jefe de gabinete de la cartera sanitaria, Salvador Giorgi, quien aseguró que el pack llegaría a Estomba y Bravard entre ayer y hoy.
De todos modos, los profesionales del Municipal denunciaron en una carta pública que existía una clara preferencia de la Gobernación por el Penna, hospital dependiente de la Provincia, y advirtieron que podrían tomar medidas de fuerza si no les mandan la Sputnik.
"El personal de salud que trabaja en el Municipio tiene el mismo derecho a la vacunación y a la protección que el personal provincial", dice, rotundo, el comunicado.
El análisis se complejiza cuando se observa que, aun cuando las vacunas lleguen al Penna y ahora al Municipal, estas primeras tandas les corresponden a los trabajadores de la salud de cualquier centro médico, no solo a los que pertenecen a los hospitales que funcionan como sede vacunatoria. Para eso se debe pedir turno en un sitio web de la Provincia.
Sin embargo, si uno mira los severos cuestionamientos desde el Municipal, parece que los trabajadores del Penna tienen prioridad. "Coronita" contra el corona.
A esta altura, con el operativo iniciado hace 10 días, todos los involucrados deberían conocer cómo funciona el sistema. Entonces, o los profesionales y autoridades del Municipal aún no comprendieron el mecanismo y sacaron el lanzallamas de manera irresponsable; o tienen razón y la mezquindad de la Gobernación para favorecer a los hospitales que administra es flagrante.
Más: Carestía asegura que en un momento le confirmaron desde La Plata que se desestimaba al Municipal como centro de vacunación. En Provincia dicen que nunca fue así. En Alsina 65 sostienen que si no había pataleo, dejaban al sanatorio comunal fuera del reparto. ¿Cuál es la verdad?
En cualquiera caso, con la salud (da pudor que lo diga un periodista) no se juega.
Según pudo averiguar La Nueva, es cierto que al principio hubo una mayoría de vacunados del Penna, pero con el correr de los días la cantidad se fue emparejando con el resto de los centros médicos locales. ¿Eso incluye a los del Municipal? "Sí, claro. Fundamentalmente a quienes se desempeñan en las unidades de terapia intensiva", contestaron desde la dirección de Láinez y Necochea.
A los bahienses no les hace bien ver cómo sus héroes se pinchan la comida en el plato del otro. Se supone que la salud es una de esas pocas áreas donde las miserias políticas quedan al margen, porque se utilizan criterios eminentemente técnico-científicos.
Lo más grave sería que este cortocircuito repercuta más adelante en la gestión de la pandemia. En marzo pasado comenzó un trabajo inédito entre todos los hospitales de Bahía, que históricamente no trabajaban de manera armónica, para cooperar en la lucha contra el coronavirus.
Ya en los últimos tiempos esa coordinación se venía resintiendo y quizás este conflicto solo sea la exteriorización de un problema anterior que permanecía contenido. De hecho, en la etapa de pico de contagios, allá por octubre y noviembre, hubo varias disputas entre efectores tanto públicos como privados para ver quién se hacía cargo de recibir a tales o cuales pacientes. En off, directivos de hospitales admiten que se contaban las costillas de cuántas camas ponía cada uno para COVID-19 y cuáles servicios estaban realmente saturados. Sino, que le pregunten a los ambulancieros, que en más de una oportunidad tuvieron gente enferma paseando durante horas.
Este aguijoneo público entre médicos, fogoneado (o como mínimo mal manejado) desde la política, es preocupante por sus efectos colaterales impredecibles. En especial, porque la frase que va a presidir este 2021 es "la pandemia no terminó" y Bahía Blanca necesita que vuelvan a cerrar filas.
El rebrote de COVID en todo el país (Bahía ayer registró su tercera mayor cantidad de positivos diarios desde el inicio de la pandemia) motivó la decisión presidencial de establecer un toque de queda nocturno hasta tanto bajen los niveles de contagio.
El principal perjudicado será el rubro gastronómico, que en opinión de quienes se oponen a este cierre tempranero son los principales aliados del gobierno en la pelea contra el virus. Esa lógica indica: la gente se va a reunir igual, en bares y restaurantes no le va a quedar otra que respetar ciertos protocolos, pero en domicilios privados todo será más difícil de controlar y las consecuencias serán peores.
Que quede claro, quienes no pudieron trabajar o solo lo hicieron parcialmente durante estos meses también son héroes.
En el gobierno de Héctor Gay, con el correr del tiempo, se mostraron cada vez más favorables a mantener actividades abiertas siempre que se respeten los protocolos. No hay razones para pensar que cambien de idea, por lo que apenas puedan buscarán ampliar los permisos, tengan la venia de Nación y Provincia o no. Si el parámetro para la mesa de crisis municipal sigue siendo la ocupación hospitalaria, las terapias COVID en los hospitales bahienses ayer estaban ocupadas en un 37,5%, lejos de aquel 95% de los peores momentos.
La restricción nocturna, de confirmarse hoy, va a tener un especial impacto en las localidades turísticas, por razones obvias. La mayoría de esas ciudades viven a lo largo del año de la cosecha de la temporada. Y aquí viene una paradoja: durante los meses no turísticos, mientras miraban la pandemia casi desde el costado, muchos intendentes se mostraron proclives al lockdown casi total, incluso en los accesos ruteros. Hoy ven cómo el escupitajo vuelve desde arriba, porque mantener todo cerrado solo es sostenible durante un plazo muy breve. Cada vez más breve.
Es más, si la restricción nocturna no desacelera el aumento de contagios no habría que descartar el endurecimiento de las limitaciones, con el consabido reclamo de los sectores afectados a sus referentes políticos directos, los jefes comunales. ¿Y entonces?
Por lo pronto, la consigna del momento es apelar a un recurso viejo como el mundo. Echarle la culpa a la juventud, en este caso por las juntadas diurnas y nocturnas que serían (todavía nadie mostró datos certeros) las responsables de la aceleración de los contagios. ¿Los adultos no se juntaron a mansalva en estas últimas semanas?
Hay una frase que se le atribuye a Sócrates, en el siglo V antes de Cristo:
“La juventud de hoy ama el lujo. Es mal educada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores y chismea mientras debería trabajar. Los jóvenes ya no se ponen de pie cuando los mayores entran al cuarto. Contradicen a sus padres, fanfarronean en la sociedad, devoran en la mesa los postres y tiranizan a sus maestros".
No está acreditado que la definición sea del gran filósofo griego. Al menos Platón, que fue su discípulo y recogió las ideas socráticas en sus libros (Sócrates no escribió ninguno), no la cita. Pero sí está ampliamente estudiado que en todas las épocas, en cada uno de los rincones del mundo, los adultos siempre afirmaron que la juventud estaba perdida. Tal vez el problema de fondo sea otro.
Como sea, si hay rebrote o segunda ola, el gobierno debe tomar alguna medida. El problema es que este tiempo de pandemia enseñó que todas las opciones son malas.
Por ahora solo queda prenderle una vela a la Sputnik, tan cuestionada hasta hace pocos días. Buscando un ángulo positivo, que los médicos se peleen por tenerla es una buena señal. Se ve que los especialistas consideran que va a ser efectiva.