Bahía Blanca | Sabado, 05 de julio

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Vicentín y las sutilezas de Alberto...

La columna semanal de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

   Rápido como el rayo, el presidente Alberto Fernández salió esta mañana por una radio porteña a aclarar que la decisión de intervenir la empresa cerealera Vicentín “no fue de Cristina”. Dijo en cambio que se trató de una “decisión absolutamente estratégica”. De ese modo Alberto buscó deliberadamente frenar antes de que crezca el rumor que se instaló ayer tras la sorpresiva conferencia de prensa en la que se anunció que el gobierno se hará cargo de la conducción de la empresa con sede central en Avellaneda, provincia de Santa Fe: que detrás de la intervención y futura expropiación está la vicepresidente, su hijo Máximo Kirchner, y desde el punto de vista más puramente ideológico, La Cámpora.

   De todos modos, el presidente no dijo taxativamente esta mañana en aquellas declaraciones que la decisión de intervenir Vicentín fue suya y de algunos de sus ministros. La calificación de medida “estratégica” en ese marco y según varios observadores, no con poca razón, podría dejar a la vista que efectivamente Cristina o su hijo y la agrupación que preside, como también los dirigentes de la izquierda más afín al kirchnerismo y el cristinismo puro que firmaron días atrás un fuerte documento a favor de la expropiación, forman parte de esa toma de posición que tanta polvareda ha levantado en la oposición y en los sectores del campo.

   Un vocero de la Casa Rosada incluso aceptó en diálogo reservado que la desmentida rajante de Alberto de esta mañana puede tener matices que la destiñen. ”Cristina no es la vicepresidente que toca la campanita en el Senado, es la líder del Frente de Todos y tiene participación en las grandes decisiones que se toman en el gobierno”.

   Hay un dato difundido entre bambalinas que apenas tuvo alguna interpretación tras el anuncio de ayer, que implica toda una sutileza por parte del presidente. Y que incluso para algunos agudos observadores sería la razón de la desmentida de esta mañana sobre la autoría de Cristina del proyecto para quedarse con Vicentín.

   Alberto, con cierta puntillosidad, se encargó en un par de oportunidades de aclarar que el proyecto original para intervenir y luego expropiar mediante una ley del Congreso fue de la senadora mendocina Anabel Fernández Sagasti, a quien tomó de la mano dos veces a modo de reconocimiento. Sagasti no es solo una integrante activa de La Cámpora, sino que tiene una estrechísima relación con Cristina. Tanto, que fue en ella en quien la vicepresidenta pensó en primer término para ocupar la presidencia provisional de la cámara alta, segunda en la línea sucesoria, cargo que luego y por razones políticas recayó en Claudia Abdala, la esposa del gobernador santiagueño Gerardo Zamora.

   ¿Por qué importaría el dato? Muy simple: todos dicen que Sagasti “es Cristina”, un eufemismo que suele utilizarse en el kirchnerismo en general para reconocer que una decisión de esa naturaleza, como la de Vicentín, difícilmente pueda ver la luz sin tener antes un guiño de la jefa.

   Los que no dejaron de pasar por alto aquella premura de Alberto por hacer foco en la senadora mendocina como la autora el proyecto creen que hubo allí efectivamente una sutileza: la de aclarar que el proyecto de expropiación no era suyo sino de otro sector del gobierno del Frente de Todos. Más precisamente del sector ligado a la vicepresidente y al diputado Kirchner.

   Alberto, abundan los intérpretes de esa postura, buscó despegarse de la movida justo cuando horas antes venía de asegurarle a los doce mayores empresarios de la argentina que no era estatista. “No me da vergüenza decir que soy capitalista”, fue su frase. Y de desmentir en ese encuentro y luego también en su viaje a Neuquén que no estaba en sus planes “andar quedándonos con empresas privadas como dicen por ahí”. Que fue otra forma de tomar distancia de las “ideas locas” como la de la diputada ultracristinista Fernanda Vallejos de apropiarse de acciones de las empresas a las que el Estado debió socorrer con fondos para pagar parte de los sueldos en medio de la pandemia de coronavirus.

   El presidente repitió esta mañana en sus declaraciones radiales que no está “en la cabeza de ninguno de nosotros”, en aparente alusión a su propio gabinete, “andar expropiando empresas, en especial porque no creo en eso”.

   Si alguien en el Gobierno sabe que en verdad a Alberto le aconsejaron que saliera a despegar a Cristina de la expropiación de Vicentín, o si fue una sutileza motu proprio, no lo va a reconocer en público.