Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Cuando pase la pandemia

Por miedo a la verdad nos mentimos. Por miedo al otro matamos. Por miedo a perder la salud nos psicotizamos. 
 

Andan por ahí diciendo que por esta pandemia, los seres humanos nos vamos a volver menos egoístas, mas generosos, más propensos al abrazo, más cuidadosos del vecino de al lado y de enfrente. 
Que los motochorros ya no matarán viejitos por sus ahorros, que  ya no habrá un feminicidio cada 36 horas. Bertold Brecht en “La excepción y la regla” profetizaba: ”En tiempos de desorden sangriento, de confusión, de arbitrariedad consciente, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural. Nada debe parecer imposible de cambiar”. Pecaba de ingenuo.
Es cierto que en 1655 Isaac Newton fue puesto en cuarentena debido a la peste bubónica,y que aprovechó el tiempo de encierro para inventar el cálculo, desarrollar su teoría sobre la óptica, formular las leyes del movimiento y de la gravedad. 
Pero vivimos tiempos donde está mal visto el ocio fecundo, sentimos como insoportable el “quedarnos en casa”, meta Netflix nomás.
Pero eso ocurre cuando las papas queman. Como ahora. 
Porque cuando la tormenta pase, el ser humano volverá al Génesis.
 Volverá  al estado al que se refieren analistas y ecologistas renombrados como Jonas, Ivan Illich y Jean Dupuy que advierten de los efectos que el hombre está obteniendo del conocimiento que deriva del “árbol de la ciencia” - robótica, inteligencia artificial, fertilización abortiva, uso de fetos abortados para fabricar cremas de belleza, etc.- prohibido en el Génesis.
Illich habla de arrogancia del hombre que busca   los atributos de un dios: ”Si comen de ese fruto, seréis como dios”, y los efectos perversos de todo lo que el hombre toca o conoce (Génesis 2, 17: “Pero del árbol de la sabiduria no comeréis  porque el día que lo toquéis moriréis”) están a la vista: transportes que querían comunicar, atascan y contaminan; la escuela que debería educarnos para la libertad, bestifica y manipula. 
Por miedo a la soledad radical, buscando  seguridades terminamos en arresto domiciliario. 
Por miedo a la verdad nos mentimos. 
Por miedo al otro, matamos. Por miedo a perder la salud nos psicotizamos. 
¿Hitos? Primavera árabe, Chernóbil, Hiroshima, gas naranja, estreno eugenésico en EE.UU. facilitado a Hitler, sida, gripe aviar, gripe española, genocidios varios, pestes, vacas locas, tsunamis, calentamiento global, abortos y eutanasias, armas biológicas, terrorismo de estado, bloqueos.
Trump propuso a Merkel hacerse de la patente exclusiva de la vacuna alemana para el Covid 19. Recientemente advirtió a la OMS que retiraría todo apoyo financiero. 
Podría repetir hasta el hartazgo ejemplos en que por creernos dioses solitarios nos volvieron una y otra vez a expulsar del paraíso. 
Aun los médicos no se esconden en sus casas, pero muchos ya fueron expulsados de barrios o de edificios por miedo al contagio.
No te equivoques. 
Pasada la pandemia, con o sin barbijo, la lejía y el jabón, el alcohol y el paroxismo que nos une por el espanto, volverá por soberbia el hombre a creerse Dios aunque termine como Sísifo o en eterno retorno.

Miguel Angel Asad es abogado. Vive en Bahía Blanca.