Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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El virus de la empatía

El presidente Alberto Fernández consiguió lo que, tal vez, ningún dirigente argentino logró en décadas.

   El presidente Alberto Fernández consiguió lo que, tal vez, ningún dirigente argentino logró en décadas: que un discurso en el que se reclamaron duros esfuerzos ciudadanos no haya requerido exprimir los antagonismos internos de siempre para encontrar efectividad e impacto. 

   El tono calmado pero convencido con que Fernández ordenó algo tan extremo (y necesario, por supuesto) como restringir al mínimo la libertad de circulación de prácticamente todos los habitantes del país fue una novedad para la política nacional. 

   Es difícil por estas horas encontrar a alguien que critique la medida y el discurso, ni siquiera quienes meses antes se ubicaban en el extremo opuesto de la llamada grieta. Se trató de una orden con formas de pedido sensato elaborada desde la empatía con el conjunto y por eso es de esperar que la gente la cumpla, como de hecho lo viene haciendo, salvo lamentables excepciones.

   Gestualmente, la foto del jueves por la noche habla en el mismo sentido: el jefe del gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, a un lado, y el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, del otro, y ambos avalando y sosteniendo la medida de aislamiento social que anunciaba el presidente.

   Argentina va a superar la crisis del coronavirus, justamente porque ocurren estos encuentros. Y una vez que esto suceda volverán al escenario las otras crisis que seguimos atravesando. ¿Habrá sido este virus mortal el inicio de una nueva forma de llevar las cosas adelante entre gobernantes conduciendo, dirigentes opositores ayudando y una sociedad movida por la solidaridad y el bien propio y del prójimo? Ojalá, porque la vieja usanza solo nos ha enfermado a todos.