Bahía Blanca | Sabado, 27 de abril

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La “paternidad” de la deuda

La columna semanal de Ricardo Salas, corresponsal de La Nueva. en la Legislatura bonaerense.

Archivo La Nueva.

   Axel Kicillof pidió que recaiga la responsabilidad de la deuda pública bonaerense en quienes la contrajeron. Claramente, el gobernador decidió responsabilizar a la gestión de Cambiemos por el estado de las finanzas en la Provincia despegando a la exadministración “naranja” de Daniel Scioli.

   Por la red social del pajarito, dijo que la “actual emergencia” se da por el “sobreendeudamiento que generó la gestión de Macri y de Vidal. Esa es, ni más ni menos, la realidad”, objetando la cobertura mediática.

   "Mientras Kicillof intenta instalar su relato sobre la Provincia y la economía, nosotros no nos olvidamos la situación que le dejaron a María Eugenia Vidal con enormes deudas para gastos corrientes, que, después de una gestión comprometida, logramos revertir”, coinciden legisladores vidalistas.

   Algo sustancial en esta disputa casi sin sentido, en la que se enfrentan los que tienen que gobernar y los que ya no están gobernando. “Los que iniciaron el fuego ahora se quieren disfrazar de bomberos”, responden diputados del peronismo del Frente de Todos que responden al “camporista” titular de la Cámara Joven, Federico Otermín.

   Por eso, los enojos casi cotidianos del gobernador y sus críticas a la gestión económica de Vidal con respecto a las deudas que deberá afrontar la Provincia impregnan la agenda política por esa rara costumbre de andar culpando al pasado.

   "Kicillof continúa con enojos de campaña, cuando debería dedicarse a resolver los problemas sociales y las crisis estructurales del ámbito bonaerense por el cual lo eligieron, con todos sus inconvenientes y todas sus realidades. Se queja de las dificultades que tiene la Provincia cuando eso lo sabemos hace décadas", lo chicanean legisladores opositores.

   Le imputan padecer una “ira democrática” ante una crisis de no saber cómo hacer para encaminar su administración.

   El receso vacacional provocó un parate en ambas cámaras parlamentarias. Tanto es así dicen que esta situación se mantendría hasta marzo, cuando deba tratarse la pauta presupuestaria de gestión bonaerense, y junto con él, el de las cámaras de senadores y de los diputados.

   En claro contraste Kicillof se muestra en febril actividad. En contacto casi permanente con el presidente Alberto Fernández por el tema de los bonistas por la deuda bonaerense, pero además sumó la presentación de un plan de infraestructura escolar que provocó nuevos chispazos con intendentes “macristas” y la Gobernación.

   Se sabe que después de la votación de la Ley impositiva, la relación hacia adentro de la oposición se había enrarecido, sobre todo por la participación de los alcaldes que terminaron ocupando un rol central en la negociación con la Gobernación ante la ausencia de la exgobernadora Vidal.

   Y en ese tema puntual, mientras los intendentes del Pro participaron del acto pero se negaron rotundamente a firmar un convenio (denunciando cierta arbitrariedad en el manejo de distribución de fondos y obras) los jefes comunales del radicalismo estamparon su firma (con la excepción de Gustavo Posse, mandamás de San Isidro).

   Esta situación dada entre los intendentes de Juntos por el Cambio es mirada con atención por el arco legislativo opositor a un mes de la Asamblea Legislativa que inaugurará un nuevo periodo de sesiones ordinarias. Es que más allá de las formalidades, allí podrá verse si los bloques seguirán “juntos por el cambio” o puede existir alguna “división”.

   En las diagonales advierten cierta “maniobra” en un Kicillof que parece apostar a “fracturar” la estructura legislativa de los exCambiemos de la mano de su alianza con los intendentes, básicamente los radicales.

   Nuevamente la gobernabilidad será la palabra clave para entender el funcionamiento político de la Provincia durante el 2020.

   Para la UCR bonaerense es más complejo el tema. A la diferencia de criterios con los socios “amarillos” del Pro, se le suman las recientes críticas del expresidente Mauricio Macri, que en nada ayudaron a la coyuntura de conflicto, sobre todo a nivel nacional, donde la diferencia de criterios parece ser cada día más grande.

   Por eso, cada paso que den, cada declaración que hagan sus dirigentes seccionales, será en esa doble dirección: por un lado afianzar la propia identidad partidaria, y por el otro, atender sus propias necesidades políticas.

   El almanaque de febrero debería terminar de definir el “reparto de poder” de sillones claves en la PBA. Los directores del Banco Provincia son los de mayor peso político, pero también hay cargos en organismos de la Constitución (como Contaduría y Tesorería); además de organismos de control (Oceba, entre otros) y asientos en empresas estatales.

   La pulseada comenzó a asomar apenas asumió Kicillof y envió el primer proyecto a la Legislatura: el que declaraba la emergencia económica y social.

   Como se sabe, Juntos por el Cambio tiene la llave en la Cámara alta. Ya dejaron trascender que se debería negociar con ese grupo legislativo opositor (macrista y radicales y un puñado de “lilitos” de Elisa Carrió) en una mesa en la que también estaría en discusión dicho reparto de cargos.

   Discursivamente “militante”, el gobernador ya dijo en su momento que no se dejaría “extorsionar” por los cargos. El tigrense Sergio Massa pujó por encontrar espacios para su gente en el “gabinete técnico” de Kicillof, pero al igual que le ocurrió hasta ahora a la mayoría de los intendentes del PJ, no encontró eco en un gobernador que sigue sin abrirle demasiado el juego a referentes del peronismo ortodoxo. No es lo único en debate.

   En el caso del Senado por ejemplo, para tejer un “sólido acompañamiento” la vicegobernadora matancera, Verónica Magario, deberá avanzar con el reparto de las presidencias en las comisiones claves: Presupuesto, Legislación General y Asuntos Constitucionales y Acuerdos. Eso, junto a la pelea por los directores del Bapro puede descongelar la discusión política de fondo. Juntos por el Cambio que ya demostró tener “gimnasia parlamentaria” durante el duro debate sobre la reforma impositiva que pedía el joven mandatario K, avisa que el Ejecutivo para la cobertura pendiente de muchos cargos va a necesitar dos tercios de los votos del Senado.

   Sin la oposición, eso es misión imposible. Para la Gobernación de calle 6 la negociación supone un importante desafío político.

   Después del fuego cruzado que invadió el clima legislativo por la reforma fiscal, la gestión Kicillof debería recomponer puentes de acercamiento con la oposición de cara a la próxima gran negociación, que se abrirá cuando en marzo deba enviar el proyecto de Presupuesto bonaerense 2020 con, se descarta, un nuevo pedido de endeudamiento.