Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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La historia del entubado del Napostá, una obra que quedó inconclusa

Bahía Blanca es surcada, de norte a sur, por el arroyo Napostá. No muy caudaloso, es cierto, que nace en las sierras y desemboca en el estuario. Más de 40 años después, el proyecto continúa recibiendo críticas.

Fotos: Pablo Presti-La Nueva.

Por Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

   Se dice, no sin razón, que un cauce de agua significa un componente paisajístico singular que, bien entendido y aprovechado, sirve para generar más calidad de vida urbana. 

   Sin embargo, en nuestra ciudad, el arroyo Napostá está oculto. Apenas asoma en el parque de Mayo, adonde llega bordeando el camino de La Carrindanga, recorre unos metros y desaparece: ingresa en un oscuro, reducido y compacto conducto de hormigón, para reaparecer, otra vez a cielo abierto, detrás de la ex estación del ferrocarril Rosario Puerto Belgrano.

   Es un arroyo entubado en casi cuatro mil metros de su recorrido, complejo de identificar, alternando (pocos) sectores reconvertidos en paseos, otros en calles sin veredas, algunos en cuadras sin salida o auxiliares.

   Es que el entubado es una obra inconclusa y abandonada su terminación. Una intervención que escondió un arroyo sin mejorar la conectividad barrial, cambiando agua por cemento, trocando identidad por olvido.

Rimas y razones

   Se pueden resumir en dos las razones que llevaron a entubar el Napostá: la suciedad-contaminación que el curso de agua tenía y la idea de mejorar la conectividad entre el centro y las villas.

   A mediados de la década del 50 la sociedad de fomento del barrio Napostá realizó la primera presentación planteando el entubamiento.

   "Conforma (el arroyo) un obstáculo contra la expansión edilicia y un foco malsano y afeante", se dijo.

   Los pasos para su cruce eran pocos y los propios vecinos volcaban en su cauce residuos de todo tipo, efluentes industriales y cloacales. La falta de control municipal y de mantenimiento convertían al curso en una zanja putrefacta.

   El Plan de Desarrollo Urbano terminado en 1971, señala al Napostá como "el que genera los mayores problemas de la trama urbana, al atravesar una zona densamente poblada, afectando a Bella Vista, La Falda, Palihue, Tiro Federal, Universitario", al tiempo de mencionar que las industrias "crean insalubridad por el vertido de afluentes". El plan propuso entubarlo "para mejorar la infraestructura vial y la higiene urbana".

   Poca consideración se tuvo del estudio realizado en 1960 por la Misión 40 de la OEA, que había propuesto la canalización (profundizarlo y ensancharlo) entre Alsina y Brown, "generando un curso de agua paisajizado, un espejo de agua-balneario que, forestado, constituya un centro de esparcimiento".

   El entubado, sin embargo, tenía un pensamiento integral que excedía al conducto de hormigón, al considerar sobre ese trazado la materialización de una avenida donde habría que "activar la edificación" y reservar una franja en ambos bordes para generar "una cuña residencial entre espacios verdes".

   Era tal la importancia que se asignó a esa avenida que fue considerada clave para la conectividad, junto con el camino de Circunvalación y el acceso de la ruta 3 Norte.

Entubado de las cuatro décadas

   La primera etapa del entubado comenzó en abril de 1978, en Brown y Estados Unidos, con un recorrido de mil metros hasta Liniers. 

   En 1981, a impulso de los vecinos y de la propia empresa constructora, se licitó la segunda etapa, hasta Casanova. 

   En cinco años, el entubado estaba terminado. 

   Pero con una carencia clave: no existía un proyecto (ni recursos) para la soñada avenida con paseos y bordes generosos. La obra vial quedó reducida así a una dudosa obra de saneamiento, que se limitó a esconder el agua bajo el hormigón.

Visiones 2020: una obra absurda

   "El entubado fue una decisión completamente desacertada. Lo pienso como especialista, como ciudadano y como usuario de espacios verdes". 

   Así lo consideró el biólogo Pablo Petracci, docente y asesor en temas ambientales, quien esgrimió que la obra buscó "ocultar un problema" --los volcados indebidos-- y que "ante la falta de controles" se eligió entubarlo.

   Puntualizó que en el mundo se defiende este tipo de curso de agua a cielo abierto y que "el entubamiento generó un endeudamiento" en materia ambiental.

   "Colocar el arroyo en un tubo le impide un desplazamiento natural. Además perdimos un curso de agua dulce en un ambiente semiárido, un bien escaso, y toda posibilidad de su saneamiento y control".

   A pesar de todo cree que ese "espacio muerto" se puede revertir.

   "Hay ciudades donde se han demolido entubados y recuperado cauces. Es cuestión de pensar una gestión integral y otro futuro", opinó.

   El arquitecto Horacio Miglierina trabajaba en el área de Planeamiento Urbano municipal cuando diseñó el Paseo de las Esculturas sobre el entubado, entre Casanova y Sarmiento, una de las pocas respuestas favorables desde lo pasaijístico sobre ese conducto de hormigón.

   Para él, el entubado fue "definitivamente un error; un pensamiento hidraúlico sin una mirada urbana-paisajística".

   "Si se hubiese dejado a cielo abierto se podría haber tratado como un paseo lineal, una pieza de gran valor". 

   Recordó que algo similar ocurrió con el canal Maldonado, "un pensamiento funcional" que no consideró tomar franjas de tierra en los bordes para desarrollar un paseo.

   "Hoy tiene un tratamiento incompleto, donde quedó sin resolver que hacer en las veredas, frentes y contrafrentes. Hay tramos que siguen siendo rémoras con ninguna arquitectura".

Entre la complejidad y lo absurdo

   Jaime Linares asumió como secretario de Obras Públicas comunal en 1983, para luego ser intendente durante tres períodos consecutivos (1991-2003). 

   No dudó en definir como "un tema bastante complejo" cualquier idea de intervenir sobre el entubado y recordó  que en la década del 70 su partido, el radicalismo, planteó en su plataforma electoral que al Napostá no se debía entubar, sino sanear.

   "El entubado se hizo por el empuje vecinal. Es cierto que el arroyo tenía tramos complicados pero mi pensamiento es que se podría haber dejado a cielo abierto hasta Brandsen y a partir de ahí consolidar un parque-paseo".

   Señaló, además, que la propuesta de convertirlo en una avenida nunca estuvo sostenida por un proyecto.

   "Quedó sin resolver, porque además es complicado pensar un uso vial de ese recorrido teniendo a pocos metros la avenida Parchappe, que además ha sido revalorizada y tiene indicadores urbanísticos que van a convertirla en algo muy interesante".

   Otra idea de Linares era generar un paseo a la altura de la terminal de ómnibus. 

   "Erradicamos más de 200 familias de Villa Rosario. Hoy cientos de metros de arroyo que se podrían intervenir como el Paseo de las Esculturas", finalizó.

   El ingeniero Juan Carlos Scheffer es decano del Departamento de Ingeniería de la UNS. En 1982, siendo concejal de la UCR, se opuso al entubado del tramo pendiente de ejecución, entre Casanova y el parque de Mayo, planteando las ventajas de "su saneamiento y la conformación de taludes para su reincorporación como elemento pasiajistico, rescatando su valor histórico y permitiendo actividades de esparcimiento".

   Su mirada sobre el entubado sigue siendo crítica.

   "Siempre pensé que esa obra no era la que correspondía. El arroyo perdió capacidad de escurrimiento y resignamos un espacio fluvial cuando el mundo trabaja sobre ese tipo de cauces para sumarlos al paisaje".

   Por último, el arquitecto Luis Caporossi, prestigioso urbanista y ex asesor del municipio en temas de espacios públicos, apuntó que "el entubado es complejo de entender si no se tiene una visión global de su historia".

   La definió como "una obra inconclusa" que "paga las consecuencias" de una ciudad que carece de una mirada global de su territorio y olvida los objetivos generales de cada intervención.

   "Por eso muchas obras van quedando como piezas sueltas, difíciles de entender. El origen del entubado no fue caprichoso aunque la impericia técnica terminó por no dar una respuesta adecuada y generar mejores condiciones de conectividad".

   El profesional aseguró que la intervención no pretendió ser una solución al problema de la basura --"el bahiense es sucio, no el arroyo"--, pero que quedó nada más como una obra hidraúlica.

   "Se lo trató como un tubo, sin considerar su impacto urbano. Por eso parece como algo sin sentido, sin continuidad, casi una obra absurda".

Apuntes para una historia

   1955. Los vecinos piden que se entube el arroyo, al que consideran "que conspira sobre la expansión edilicia y conforma un foco malsano y afeante". Plantean convertir luego el entubado en "una avenida con recreos y plazoletas".

   1958. Sociedades de fomento de los barrios aledaños al arroyo plantean que entubarlo colocaría a Bahía Blanca "en un plan de progreso, al igual que muchas ciudades europeas y americanas".

   1976. Se licita el primer tramo --desde Estados Unidos a Liniers--, aunque sin incluir la posterior construcción de una avenida, ni su parquización o iluminación.

   1981. Con terminación de ripio se habilita el primer tramo como calle, entre Liniers y la terminal de ómnibus. Se la bautiza avenida Napostá.

   1982. Se licita la segunda parte del entubado, hasta el parque de Mayo. Ese mismo año, la Sociedad de arquitectos se opone a que se entube el tramo entre Casanova y el parque y califica de "un despropósito urbanístico" haberlo hecho entre Sarmiento y Casanova.

   1984. La sociedad de arquitectos critica la obra. "Se argumenta que ante la imposibilidad de un control municipal fue preferible anular el arroyo. Llama la atención la peligrosidad del criterio si se aplica en otros temas". También cuestionan que "una obra de semejante magnitud", haya sido realizada "sin un mínimo plan urbanístico que la justificara".

   1987. El gobierno provincial rechaza el pedido del municipio de diseñar y financiar una avenida sobre el entubado. Considera de altísima complejidad su ejecución y que la misma tiene carácter urbano y no provincial.