¿Cómo es trabajar en el Cementerio? Lo cuenta Alan Nungeser
El delantero de Huracán habló con toda la naturalidad del mundo y aseguró: “el mío es un laburo como cualquiera”..
Por Sergio Daniel Peyssé / [email protected]
“Me encargo de la limpieza y el mantenimiento de nichos, abrirlos o cerrarlos y, si es necesario, mover o sacar algún cajón”.
Alan Nungeser, el delantero de Huracán que no tiene un trabajo común y corriente pese a que él manifieste lo contrario, hablaba con absoluta normalidad mientras a mi me corría un escalofrío por todo el cuerpo.
La nota con el “Tanque” fue en el lugar donde cumple tareas todos los días (de lunes viernes) de 6 a 13, en el depósito del Cementerio Muncipal, en un descanso permitido por la jefa de la necrópolis (Daniela), su capataz y su coordinadora, a los que le agradeció de movida.
—Me imagino todo lo que debés escuchar por trabajar en este lugar.
—Llevo 9 años acá y ya estoy acostumbrado. Arranqué como bordeador, después fui carpidor de las parcelas, chofer, albañil y llegué a lo que hago ahora: mantenimiento de nichos. Para mi es un laburo normal, ni siquiera siento ese olor característico “a Cementerio” que a muchos le hace mal.
“Cuando digo que trabajo acá me preguntan: ¿cómo hacés?, ¿qué horario cumplís? La gente es un poco morbosa y se imagina que, si trabajás en el Cementerio, seguro lo hacés de noche”.
—Justamente eso te iba a consultar: ¿siempre de día?
—Entro a las 6 y salgo a las 13. En invierno, durante las primeras dos horas, está oscuro. En ese momento salgo a recorrer las galerías de los nichos para ver si está todo normal. Lo hago con la linterna del celular y ya no me alarman los ruidos o el silbido del viento. ¿Miedo? No, miedo hay que tenerle a los vivos, no a los muertos.
“Jamás vi nada raro; ni siquiera fui protagonista de alguna de esas historias famosas y extraordinarias que se suelen contar sobre el Cementerio. Estoy curado de espanto, aunque a veces el silencio asusta más que cualquier sonido que puedas escuchar”.
—Me cuesta creer que nunca hayas sentido miedo.
—Solo algún susto repentino, como que en plena recorrida una ventana se golpee con el viento o se cruce alguna liebre de repente. Si estás atento a todos los ruidos, si crees que algo va a suceder, es peor. Hago mi trabajo y no pienso más en nada.
—¿Tenés contacto directo con los familiares de los fallecidos al momento de guardar un cajón en un nicho?
—Sí, al momento de hacer el tapiado, cuando ingresa un cajón a nicho. Al quedar abierto, lo debo tapar con ladrillos –construcción estilo pandereta-- y material (cemento). La mayoría de las veces, cuando lo estoy cerrando, los familiares quedan detrás de mi. Por lo general te hacen preguntas, te piden que no lo cierres o que vayas más despacio. Siempre tenés que entender el dolor y la difícil situación que están atravesando. Es el momento más duro de mi trabajo.
“El tapiado me lleva entre 20 y 25 minutos por nicho, pero te puedo asegurar que ese momento es eterno. En más de una ocasión me pidieron que pare de pegar ladrillos. En ese caso me alejo 15 minutos y cuando las condiciones están para volver, sigo con lo que empecé. También me sucedió que, al terminar el tapiado, llega un familiar y me pide ver el cajón o poner una flor. ¿Si tengo que desarmar todo? Sí, más vale. Este trabajo requiere paciencia, respeto y responsabilidad”.
—¿Hay que tener un carácter especial para trabajar en el Cementerio?
—No sé, nunca me pasó nada raro. No hace mucho, un compañero, en pleno tapiado, le pegó sin querer con un ladrillo al cajón, lo que provocó el enojo y las quejas de los familiares. Después de algún entredicho, la situación no pasó a mayores, aunque en instantes como ese no tenés que reaccionar por nada del mundo.
—Me imagino que en el ambiente del fútbol sos blanco constante de las cargadas. ¿Me equivoco?
—Por lo general, a mis compañeros siempre les dio curiosidad saber que es lo que hago. Me piden que les cuente alguna anécdota o si sucedió algo raro. Los termino decepcionando, porque no pasa nada ni tampoco pasa lo que ellos quieren que pase.
“Cuando hablo de mi trabajo, muchos creen que tengo contacto con los muertos, pero no es así. Cuando colaboro con alguno de los sepultureros, si veo cuerpos, cajones que se desarmaron por el paso del tiempo y maderas mezcladas con huesos”.
—¿Te han gritado “muerto” en alguna cancha?
—No porque en el ambiente del fútbol son muy pocos los que saben que trabajo en el Cementerio. Después de esta nota te digo... (risas). Para mi, gritarle “muerto” a un jugador sería algo de mal gusto. Si me banqué que me griten “burro”, “matungo”, “bruto”. ¿Y sabés qué?, tienen razón...(risas).
—¿Por qué la palabra Cementerio alerta a la gente?
—Es la pregunta que me hago siempre. Debe ser por todos los misterios y las creencias que rodean a los difuntos, no sé... Uno no siempre está con el mejor ánimo. Hay días que me cuesta ser natural frente a tanto dolor de la gente. Lo superás concentrándote en tu trabajo y en nada más.
“En uno de mis períodos de vacaciones, tuve que venir al Cementerio a inhumar los restos de un sobrino (Ian) que había fallecido al nacer. Fue duro sufrir del otro lado; ver a al compañero que me reemplazaba haciendo lo que yo hago diariamente. Después de 4 años, sigo pasando por el nicho de ese angelito y todavía no lo puedo creer”.
Sólo anécdotas
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“Cuando era chofer, manejaba un tractor viejísimo con un carro atrás donde íbamos recolectando la basura de los distintos cestos del Cementerio. Un día, encarando para el lugar que nosotros le decimos `la quema', aceleré de más, la lanza del tractor se desprendió y perdí el carro, que se fue calle abajo y se estampó contra unos cordones a dos cuadras de donde había quedado yo. No pasó nada, pero la mugre quedó esparcida en 200 metros y estuvimos casi medio día juntándola”.
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“Antes, varios años atrás, de noche entraba gente al Cementerio, algo que ahora no ocurre. Una mañana de invierno, con el camión, tuve que ir a juntar una `macumba', la más grossa que me tocó ver. Había un círculo gigante dibujado en la gramilla (quemada) con una cruz en su interior. Eran dos cajas. En una había un gallo muerto y en la otra una gallina. Alrededor una botella de sidra llena, cigarrillos, pochoclos, girasoles y monedas de 10 centavos. Aunque hubo algo que me llamó más la atención: un frasco con muchos papelitos y en todos el nombre `María'. Tragué saliva y cargue todo en el camión de la basura”.
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“¿Algo ingrato? Cuando revienta un cajón y el nicho se mancha de grasa y sangre debido a la descomposición del cuerpo. Los fluidos se filtran por la madera y el metal y producen un olor muy fuerte. Lo primero que hago es tirarle cal para que se seque y después de unos días hacer la limpieza a fondo”.
Relatos para... ¡creer o reventar!
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“Desde hace años años, el Cementerio es custodiado por policías en el ingreso y también en la parte de atrás, en el depósito. Una noche, por teléfono, los de arriba se comunican con los que estaban apostados en el acceso para preguntarle quien era el hombre que iba caminando por la calle principal (aclaraban que la silueta se percibía perfectamente alumbrada por las luces de las farolas) con una pala al hombro. La respuesta fue inmediata: `nadie, si estamos todos acá'. El efectivo que estaba en el depósito le porfío: “lo estoy viendo, está viniendo para acá”. Cuando lo tenía a una cuadra no aguantó más y salió, pero la imagen desapareció casi por arte de magia”.
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“Antes, hace bastante tiempo, a los policías que designaban para la guardia en la puerta del Cementerio, de la parte de adentro, la hacían arriba del patrullero porque todavía no estaba la garita. Una noche, ya de madrugada, un agente empezó a escuchar risas de niños. Se bajó y no vio nada. Al rato, las risas y los gritos se mezclaron con corridas alrededor del móvil. No pegó un ojo. A la mañana, antes de irse, se dio cuenta de que el auto policial tenía todas manitos marcadas a su alrededor”.
Y algo de fútbol...
—¿Por qué Huracán quedó eliminado del torneo Apertura de la Liga del Sur?
—Por errores nuestros. Los goles que nos hicieron no se dieron por virtudes del rival. En el último playoffs ante Bella Vista dimos muchas ventajas: no defendimos bien y los delanteros erramos muchos goles.
—Quién sale campeón y porqué?
—Veo muy bien a Sporting y Villa Mitre. Son dos equipos fuertes y creo que se van a cruzar en la final. Ahora, si tengo que elegir, mi voto es para la “Villa”, del que soy hincha.
—¿Vas a seguir en Huracán?
—Mi pase pertenece a Villa Mitre y estoy a préstamo hasta diciembre de este año. No sé que va a pasar después, pero en Huracán estoy muy cómodo y contento.