Bahía Blanca | Lunes, 29 de abril

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Por temor al hantavirus, los bahienses aumentan las precauciones

A los pocos días de la primera muerte por ese motivo en el sur del país, tanto particulares como empresas y organismos públicos de nuestra ciudad salieron a la caza de los roedores.

Foto: Emmanuel Briane y Pablo Presti-La Nueva.

   “En cuanto a cantidad de roedores es un verano como cualquier otro en Bahía. En nuestra ciudad no está la especie que contagia el virus”, aclaran desde dos empresas de control de plagas y roedores de nuestra ciudad.

   Sin embargo, y considerando que a la hora de prevenir “mejor que sobre y no que falte”, los bahienses decidieron notoriamente aumentar las precauciones para evitar cualquier tipo de contacto con las ratas en sus hogares o su lugar de trabajo.

   Iván, empleado del sector de ventas de la empresa de control ubicada en Donado al 300, comentó que “las noticias sobre el hantavirus repercutieron significativamente en las ventas, notamos que gente que antes no le daba demasiada importancia a la problemática de los roedores, ahora que se hizo pública viene y se lleva veneno o trampas para colocar en su hogar”.

   Según el vendedor, comparando los meses de diciembre –el 11 se produjo la primera muerte en Chubut-- y enero, momento en el que se multiplicaron las muertes y el temor se expandió a todo el país, las ventas de elementos para combatir a los roedores “aumentaron en un 70 o un 75 por ciento”.

   “La gente está un poco perseguida, pero es lógico que le dé más dimensión a esta enfermedad que a otras por la particularidad de que provoca la muerte. La gente se asusta y eso hace que traten de tener su hogar limpio y a los roedores alejados”, analizó Iván.

   Además de comprar trampas o veneno para colocar uno mismo, los bahienses también optaron por requerir directamente el servicio de los profesionales.

   “Al principio del verano teníamos un problema bastante importante con el tema de los mosquitos, pero en este momento sin dudas la rata es el problema principal”, explicó.

   Sobre los precios de los objetos que se venden en el local, Iván detalló que las tramperas parten desde los $40 y llegan hasta los $200, dependiendo del material utilizado.

   Por último, el joven explicó que en Bahía Blanca habitan tres especies de ratas: la noruega, parda, gris o de alcantarilla; la negra, de barco o de los tejados; y la laucha, ratoncito o ratón casero.

   “El que transmite el hantavirus no está acá, es el ratón de campo o colilargo, algo que puede confundir a la gente porque las ratas ya de por sí tienen cola larga”, añadió.

“Hay una bajada de línea para desratizar”

   José Lugones, propietario de otra empresa del rubro, ubicada en Mitre al 200, explicó que en su caso la demanda de servicios aumentó el último mes alrededor de un 30%, sobre todo proveniente de empresas u organismos estatales.

   “Aumentó claramente la demanda, sobre todo por parte de empresas y de organismos nacionales. Se ve que bajan línea desde nación o provincia e insisten a las dependencias locales para que cumplan con el tema de la desratización. Una empresa que vende canillas, por ejemplo, mandó a sus sucursales de todo el país la orden de desratizar”, explicó el empresario.

   “También los sindicatos, vienen de Buenos Aires y ordenan que aquellos que no tengan contratado un servicio lo hagan por los próximos dos meses, como medida preventiva. A nivel hogar no aumentó tanto la demanda, serán unos tres o cuatro clientes nuevos por semana”, agregó Lugones.

   Sobre el servicio de desratización, el experto explicó en qué consiste.

   “Hacemos una inspección previa del lugar y luego colocamos los cebos, que tardan entre tres y siete días en hacer efecto, porque son anticoagulantes, es decir que están pensados para que el roedor no asocie que lo que está comiendo lo está matando”.

   “Dejamos pasar siete días, hacemos una reinspección, reponemos los cebos comidos y al cabo de otros siete días, en un caso normal ya no hay más consumo de cebos, no hay más excrementos ni indicios de actividad y se da el alta. Por eso lo normal es que el alta se dé en 14 días, pero a veces la población de roedores es muy elevada o se trata de un lugar de riesgo y se requiere una visita adicional para convencernos de que el problema se solucionó”, agregó Lugones.