Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Al tiempo de Antonella

Fotos: La Nueva. - Facebook de DUBa y El Grito

Por Belén Uriarte / buriarte@lanueva.com

  Google Maps dice que tardás 17 minutos en ir desde el departamento de Antonella a la parada de la 519. Ella tarda mucho más: entre veredas desniveladas, autos que no siempre ceden el paso y su dificultad para caminar, demora casi una hora.

  Son 1.300 metros entre Pasaje Granaderos al 100 y la parada de Vieytes y Moreno, donde sube al colectivo de Rastreador Fournier, que no tiene rampa.

  María Antonella Retamozo tiene discapacidad motora y dificultad en el habla. Nació hace 20 años en Chimpay, Río Negro, y vive en Bahía Blanca desde hace dos.

  —Fue una mala praxis. Cuando mi mamá tuvo contracciones, no me sacaron a tiempo y absorbí líquido amniótico [...] Puedo hacer todo. Me lleva su tiempo pero lo hago —dice Antonella sostenida de su andador naranja y con la sonrisa intacta.

  Cuando llega el colectivo, se agacha, hace equilibrio y aprieta los dos botones que están al costado del andador para poder plegarlo. Y ahí llega la primera complicación: no puede subir los tres escalones con el aparato a cuestas.

  Hay poca gente. El colectivero se baja y sube el andador.

  —Algunos te ayudan. Y si no, lo hacen los pasajeros. La gente de Bahía es muy buena.

  Una vez que sube se sienta cerca del chofer para avisarle dónde se baja y hacerlo por la puerta de adelante. El colectivo empieza a llenarse. Es la hora pico: todos los nenes salen de la escuela.

  Llegando a Puertas del Sur, Antonella avisa que tiene que bajarse. El chofer para donde no hay agua y los que están en la parada se ofrecen para ayudar. Con el andador listo y su bolsito negro colgando de uno de los caños del aparato naranja, empieza a caminar.

  Va despacio, esquivando charcos y barro. Cada tanto para porque el andador se enreda con alguna piedra o bolsita que vuela por las calles de tierra. Todos los perros le dan la bienvenida.

  Antonella va todas las semanas. Hace servicio con el movimiento El Grito en Puertas del Sur: ayuda con la merienda, el apoyo escolar, la construcción del salón que están haciendo en el barrio y con la posta de salud, un programa para ayudar a los vecinos con los turnos y consultas médicas.

Ver más allá

  —Al principio fue complicado. Solamente notaba las limitaciones que tenía por la discapacidad y no veía más allá de eso. Cuando empecé a jugar al básquet en Lamarque (Río Negro), vi las cosas buenas que podía hacer a pesar de tener una discapacidad.

  Antonella no dejó la pelota. Desde que llegó a Bahía forma parte de DUBa (Discapacitados Unidos Bahienses), una ONG que tiene deporte adaptado.

  Cuando se sienta en la silla de ruedas, se olvida de todo. Aprendió a disfrutar de lo que hace y a reírse incluso de sus dificultades.

  —Me tomo la discapacidad con humor, hago chistes sobre eso. Al principio mis compañeras y compañeros no se acostumbraban mucho al chiste y después se tomó como una normalidad, hasta ellos hacen chistes.

  Está convencida de que las personas con discapacidad tienen que involucrarse más en los distintos espacios de la sociedad. Cree que esa es la manera para cambiar las cosas.

  —Cuesta manejarse solo, tener autonomía cuando las calles no están bien, las rampas que están no están bien hechas y muchos colectivos no tienen rampas.

  Antonella vive sola, pero no está sola. Tanto DUBa como El Grito le permitieron hacer amigos y crear una nueva familia. Tan fuerte es el vínculo que, cuando se le venza el contrato de alquiler, piensa irse a vivir con algunos de ellos.

  Por ahora se las arregla sola. Hace todas las tareas de la casa, cursa segundo año de la carrera de Trabajo Social en María Auxiliadora y tiene una activa vida social.

  A veces se le complica llegar a fin de mes. En el instituto donde estudia tiene media beca y también cuenta con una pensión por discapacidad. Pero reconoce que, con los recortes que hubo, se le complica cubrir todos los gastos.

  La mamá, que la visita todos los fines de semana que puede, la ayuda a saldar deudas. Ella trabaja en el campo y se esfuerza para que su hija pueda recibirse.

  —Me gustaría trabajar en una cooperativa de trabajo cuando me reciba. Me interesa mucho la autogestión. No sé qué más me planteo para mi futuro, la verdad es que las cosas se van dando de a poco —asegura Antonella.

  Lo que sí sabe es que quiere seguir en Bahía. Aunque a veces extraña a su familia y a sus amigos de Río Negro y quiere refugiarse en la tranquilidad de Chimpay, no se imagina dejando todo lo que construyó.

  Quiere seguir haciendo. A pie, en taxi, en combi o en colectivo.

  —A veces el 'no puedo' sale de nosotros y hasta que no lo hagamos no sabemos si lo podemos hacer o no. Por lo menos hay que intentarlo.

Ayuda

   Quienes quieran colaborar con las actividades solidarias que hace Antonella pueden comunicarse al (0298) 154583669.