Los pozos surgentes
Hace 100 años, en agosto de 1915, comenzó la perforación del primer pozo surgente de agua en nuestra ciudad.
La existencia de una capa de agua subterránea fue confirmada en 1912, con un pozo realizado en proximidades de Argerich.
A partir de allí, el ingeniero Domingo Pronsato inició una activa campaña en favor de esta alternativa como solución al abastecimiento del agua.
“En nuestro subsuelo --señaló-- se almacena la más grande capa artesiana que se conozca”. Fiel a su entusiasmo, aseguró que, antes de un cuarto de siglo, esta comarca sería “la región de los surgentes”.
En agosto de 1915 llegó la máquina Raky para iniciar una perforación en el Parque de Mayo, a 700 metros de profundidad.
Ese mismo mes se firmó el contrato entre la comuna y la Dirección de Minas, Geología e Hidrología de la Nación, siendo Pronsato “inspector técnico del surgente”.
Iniciados los trabajos, fueron muchas las dificultades hasta que, en junio de 1916, el pozo entró en surgencia.
El diario “La Nación” destacó entonces que “Bahía Blanca es la primera comuna que, con recursos propios, llevó a cabo una obra de tal magnitud”.
Otro diario capitalino, “La Razón”, en sus páginas informó que el pozo rendía 500 mil litros de agua de primera calidad por hora.
“Esto señala una nueva era de prosperidad para Bahía Blanca”, indicó.
Los surgentes de agua se consolidaron como fuente alternativa a partir de 1950 y fueron desactivados en los años 70, dejando el lugar al dique Paso de las Piedras.
Algunos de ellos siguen siendo concurridos y demandados.