Bahía Blanca | Sabado, 19 de julio

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Daub y Von Braun

Escribe Mario Minervino

Hace 52 años, en octubre de 1963, se encontraron, para hablar de cohetería, el ingeniero Walter Daub -que realizaba sus experimentos en nuestra ciudad- y el alemán nacionalizado norteamericano Wernher von Braun, por entonces la máxima autoridad de la NASA.

Ambos nativos de Alemania. Daub vivía desde pequeño en nuestro país, y a sus 42 años de edad era un entusiasta de la cohetería.

Ejercía la docencia en los departamentos de Física, Química y Matemática de la UNS, y diseñaba sus propios cohetes con combustibles de su invención, logrando resultados sorprendentes considerando la gran limitación de sus recursos.

Von Braun visitó la Argentina aquel año. A sus 51 años, era poco menos que una leyenda. Creador de los cohetes que Adolf Hitler utilizó para las temibles bombas volantes V-2 (los primeros misiles), se había rendido a las fuerzas aliadas y, pocos años después, en 1950, era jefe del departamento balístico del Ejército estadunidense, para convertirse, en 1960, en director de la NASA.

Daub y Von Braun se reunieron unos pocos minutos en Buenos Aires, donde el primero le comentó algunas inquietudes y dudas acerca de sus trabajos. En pocos minutos, von Braun le corrigió algunos detalles de diseño. “Mi difusor debía tener forma hiperbólica y no recta”, explicó Daub.

Unos meses más tarde, en agosto de 1964, Daub lanzó con resultados alentadores dos de sus aparatos en terrenos del barrio Palihue. “Si el cohete es el vehículo del futuro, hay que estar preparados...”, señaló entonces.

Walter Daub y Werner von Braun fallecieron, con pocos meses de diferencia, en 1977. Para esa época, sus presagios eran realidad: la cohetería había puesto satélites en el espacio y permitido al hombre caminar en la luna.