Bahía Blanca | Lunes, 14 de julio

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Todas las cartas (y todos los fantasmas) de Cristina para 2015

Escenas sobre la mesa de arena del kirchnerismo. La situación en la Justicia. Rumores de unidad desde el sindicalismo. Lo que puede pasar tras el vencimiento de la cláusula RUFO. Cuatro alternativas electorales.

Por Eugenio Paillet / [email protected]

Sin pausa por las fiestas o la llegada de las vacaciones, en la mesa de arena del kirchnerismo se despliegan por estas horas los dos escenarios, uno electoral y el otro de estrategia pura en defensa propia, que deberá afrontar el gobierno durante su último año de gestión.

Son, ni más ni menos, que las cartas que tiene para jugar Cristina Fernández en el plano electoral, de modo de intentar cristalizar el sueño definido por Juan Manuel Abal Medina como la “re-reelección del modelo” sin importar quién lo conduzca. Y la parafernalia bélica con la que ella busca permitirse un aterrizaje no violento al momento de hacer las valijas dentro de once meses: borrar del mapa de operaciones cualquier emboscada destinada a convertir en un calvario judicial su regreso al llano y el de sus colaboradores.

Esto último salta a la vista y demuestra hasta qué punto la presidenta y su gobierno y la fiel Alejandra Gils Carbó están obsesionados por borrar de la Justicia todo aquel juez o fiscal que pretenda investigar casos de corrupción, de presunto lavado de dinero, de malversación de fondos públicos y hasta las andanzas de Amado Boudou en casi toda la línea de actos reñidos con la ley que se pueda imaginar.

Los desesperados movimientos de la jefa de los procuradores justo el último día del año para desplazar jueces y fiscales y cubrir vacantes con funcionarios amigos o declaradamente adictos al poder político de turno, es una muestra cabal de lo que ya se veía venir, pero que se reafirma en plano gigantesco si se mira el objetivo perseguido.

La verdadera oposición de la presidenta y del kirchnerismo no son los partidos políticos, los periodistas, los empresarios, los sindicalistas, o los buitres de afuera y de adentro. Es la Justicia. Con el arranque de 2015, emblemático para una mujer que ha vivido (y se ha servido) durante 25 años con el manejo propio o familiar de las riendas del poder, queda definitivamente al descubierto la obsesión por conseguir impunidad como venga.

Aquella fallida intentona por colonizar la Justicia a través de un paquete de leyes que volteó la Corte Suprema no fue, como muchos imaginaron, una derrota. En las sombras se tejió una nueva maniobra que ahora queda expuesta en toda su magnitud: colonizar jueces y fiscales para evitar dar cuenta de sus actos irregulares cuando deban abandonar la Casa Rosada en manos del sucesor constitucional.

Es sin dudas el peor fantasma que acecha a Cristina Fernández. Pero hay otros. Por un lado, el sindicalismo y la amenaza para el gobierno de ir hacia la tan pregonada unidad antes de mitad de año. Ya se ha dicho que a la doctora le espanta ver en una misma foto a Moyano, Caló, tal vez el mismo Barrionuevo, y las centrales sindicales de menor peso como las dos CTA en manos de Yasky y Micheli.

A oídos del gobierno han llegado las peores noticias de esos aprestos, como la posibilidad de un gran paro nacional de todo el sindicalismo no más allá de junio o julio si se persiste en no atender los reclamos por Ganancias, los salarios, asignaciones familiares y la suculenta deuda por las obras sociales sindicales.

Una tercera acechanza supone la decisión de patear hacia adelante, es decir hasta que finalice el mandato, un acuerdo con los tenedores de bonos que no entraron en los canjes de 2005 y 2010. Axel Kicillof y más recientemente Abal Medina dieron señales de que no hay intenciones de acordar.

Para empresarios, economistas y analistas de mercado es un problemón que condicionará la economía. Sin un acuerdo será muy difícil conseguir financiamiento externo, sostener el gasto público a niveles homéricos en un año electoral, en un marco inflacionario y con fuertes reclamos sectoriales, en especial el salarial: OSECAC arrancó la primera paritaria de 2015 con un aumento del 38%. Desde la UIA han advertido que, después de la relativa calma que se ha registrado en los últimos dos meses, si no hay correcciones las cosas podrían complicarse a partir de marzo o abril.

Las cartas electorales que tiene para jugar Cristina son básicamente cuatro. Una de ellas, la que acaba de regalarle el siempre sumiso bloque oficialista del Congreso, es la que le permitiría presentarse a legisladora del Parlasur.

Aplica esta carta a los dos objetivos centrales. Obtener fueros para zafar de la Justicia, y buscar traccionar votos por el hecho de que su foto irá al tope de las boletas del FpV. Un “operativo confusión” que puede darle algún resultado.

Las otras dos tienen nombre y apellido: Daniel Scioli y Florencio Randazzo son las cartas que pondrá casi seguramente sobre la mesa de las ofertas electorales. Ya se ha dicho que por ahora el gobernador la obliga con el peso de su intención de voto en las encuestas. Aunque ella insista en levantar las chances del ministro de Transporte.

La última carta es la que en el gobierno y en los mentideros de la política se conoce como “la gran Bachelet”: apostar a un triunfo de Mauricio Macri, lo que le permitiría a ella erigirse en jefa de la oposición peronista con una tropa adicta todavía respetable en el Congreso, y preparar desde allí su regreso en 2019.

Tal vez le resulte la más atractiva de todas las cartas, si hay que darle crédito a los que mueven y remueven piezas en aquella mesa de arena. Allí conocen lo que anda dando vueltas por el mundo de las consultoras y encuestadoras: en promedio, el 65% de los consultados ha dicho que jamás votaría a un candidato peronista si es apoyado por la presidenta.