Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

El día en que me mandé la parte

Por Federico Sieder / fsieder@lanueva.com
Foto: facebook.com/facundo.castelli.39

   La cosa es así: más o menos hace 4 meses empecé canto. Y un día Pablo, mi profesor, me preguntó si me animaba a ser parte del coro de una obra que estaba preparando.

   -¿Alguna vez actuaste?

   -Un corto hace 4 años.

   -¿Y estuviste arriba de un escenario?

   -¿Un trailer de camión con amplis y una bata encima cuenta como escenario?

   -Sí.

   -Adentro.

   Hace un mes la obra se presentó en Pigüé, pero no pude ir.

   E hicieron otra el sábado pasado en el Teatro Hispánico Argentino de Puan. Ahí sí estuve.

   Es una adaptación del musical de Los Miserables, a su vez basado en la novela que el escritor francés Victor Hugo publicó en 1862.

   Tiene más de 60 personas en el escenario y unas cuantas más abajo, trabajando en cosas que por ahí no se notan tanto pero son fundamentales.

   Salimos de Bahía a las 3 de la tarde, hacía 30 grados de térmica a la sombra y llegamos a destino amuchados en la camioneta de Gabi a eso de las 5. Diez minutos después empezamos con una pasada general y hasta las 7 y pico no paramos.

   En eso llegaron mis viejos y mi novia. Salí a encontrarlos y les alcancé las entradas; volví al teatro al ratito y ya estaban todos correteando de un lado para el otro. La ropa por acá, maquillaje por allá y grupitos de 3 o 4 personas vocalizando, arriba del escenario, en el patio y en los camarines. Con semejante despliegue no alcancé a filmar nada. Mala mía. (Igual, alguien se puso y lo hizo)

   Siendo las 9 menos 5 uno de los solistas no llegaba. La obra arrancaba a las 9. Calcularon más o menos cuándo entraba y largaron. De última cerraban telón y hacían un tiempito.

   En el primer número cantaba con el coro. Hacíamos de presos y estábamos todos dentro de una piecita con un micrófono apoyado contra una pared.

   Empezaron a pasar los números y me tocó entrar. No era temor, era adrenalina. O los 2 juntos. Ahora hacía de estudiante revolucionario, en un café. Tenía los zapatos que usó un amigo para ir al bautismo de no sé quién, una camisa blanca que juntó varias manchas de humedad de la última vez que se inundó mi casa, un pantalón de vestir que ya ni sé cuándo compré y el chaleco que el papá de una amiga que dejé de ver hace años usó para su casamiento, allá por los 70.

(Foto: facebook.com/monica.scaccia.3)

   Bajamos, y siguieron pasando las escenas.

   Me tocó de nuevo, adelante de una barricada, con un fusil del siglo XIX en la mano. Ahora hacía de serio, porque se venía un tiroteo y me moría. Nos moríamos todos, en realidad. Las luces te cocinaban y sentía que iba derritiéndose la capa de maquillaje que tenía para lucir demacrado. Con la vista lateral veía cómo iban suicidándose algunas gotitas de transpiración: se tiraban en caída libre sobre el saquito del loco que estaba arrodillado enfrente de mí. Estuvo divertidísimo.

   Entré 2 veces más, pero ya estaba cómodo y con 60 personas adelante. Igualmente, para mí, cuenta. Porque entiendo que me mandé la parte.

Localidades a-go-ta-das

   Y a todo esto, se vendieron las entradas disponibles. O sea que nos vieron unas 300 personas que pagaron entre 50 y 80 pesos. Lo recaudado fue a beneficio del Taller Protegido Crecer de Puan.

   Hubo mucho esfuerzo. Mucho. Organizó todo el Coro de Puan que, con ayuda de la Municipalidad, alquiló el teatro.

(Foto: facebook.com/facundo.castelli.39)

   Si bien hubo unos cuantos profesionales en escena, la mayoría fue gente que hizo esto porque le gusta de verdad: gente que invierte tiempo, ganas y recursos en ayudar.

   Fue un orgullo haber estado ahí.

Y los demás

   Además del Coro de Puan estuvo el grupo Coral Artimusa, el Coro Municipal de Carhué, el Coro Juvenil Arti y el Ensamble Masculino de Bahía Blanca.

    Hubo 10 solistas: Jorge Dellapittima, Carolina Moriondo, Emanuel Carassou, Valentina Etchebest, Melisa Páez, Octavio Borgarelli, Julieta Borgarelli, Néstor Campano, José Palma y Liliana Vázquez.

   El asesoramiento escénico y coreográfico estuvo a cargo de Valentina Guala, la dirección coral la hizo Alberto Guede y la dirección general, Pablo Muñóz Barra.