Chau "Japonés"...
El domingo pasado llegué al diario y alguien me dijo que había muerto Héctor "Japonés" Santini. Me sentí mal. Se iba un pedazo de mi infancia y de mi adolescencia.
En los inicios de los 70, el "Japonés" Santini se hizo cargo del básquet de menores del club Olimpo. Y empezamos a crecer.
Por años vi esa foto de un Santini joven junto a "sus" primeros chicos que adornaba su oficina. La oficina que estaba arriba del quiosco y sostenía otra foto histórica: la de Fruet y De Lizaso en cancha de Altense.
Santini tuvo frases históricas que todavía provocan sonrisas: "Los fulbos (pelotas) de básquet no se patean" o la otra, cuando alguien quiso hacerse el canchero y lo retó con un: "¿So, cra, so?", en vez de crack o cuando una mamá le dijo: "Lo veo un poco dormido a mi hijo en la cancha" y el "Japonés" le contestó: "Señora, cuando yo era chico me trepaba a los camiones, capaz que a su hijo le falta un poco de eso".
Era un tipo de barrio, se crió jugando al básquet en Estrella y dicen que era un buen base allá por los '50.
Santini nos enseñó un montón de cosas: a picar la pelota sin mirarla, a hacer cortinas, a inculcarnos la importancia de los rebotes (él les decía "recobres"), a agacharnos para defender, a tirar la bandeja con tablero ("ahí es doble seguro", decía) y sobre todo a ser responsables y comprometidos con el club y nuestros compañeros.
Si no lo conocías profundamente te parecía demasiado serio. Por suerte pude tomar 1.000 mates con él y le vi el otro costado.
Cuando el club cumplió 100 años lo vi por última vez. Había venido desde su querida Sierra de la Ventana para un merecidísimo homenaje. Su oficina, allá arriba, llevaría su nombre. Hubo otros homenajes ese día en el Norberto Tomás, pero a todos se nos escapó una lágrima cuando lo vimos al "Japonés" caminar por toda la cancha hasta su sitio, porque esa oficina de los carnets bien ordenados en esa caja de madera, nunca dejó de ser su sitio.
Esas lágrimas son las mismas que se nos cayeron a todos el pasado domingo. Porque a todos se nos fue un pedazo de la infancia y la adolescencia.