Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Claudio Morales condenado a 25 años de prisión por el crimen de Pelayes

La tarde del 24 de abril de 2009, cuando ingresó a robar en el corralón de Vieytes 2246, con una pistola lista para disparar, Claudio Guillermo Morales debió suponer que podía matar a alguien, como lo hizo. Ese fue el argumento medular que sostuvo ayer el Tribunal en lo Criminal Nº 2, para condenarlo por homicidio en ocasión de robo e imponerle la pena de 25 años de prisión.
Claudio Morales condenado a 25 años de prisión por el crimen de Pelayes. Sociedad. La Nueva. Bahía Blanca

 La tarde del 24 de abril de 2009, cuando ingresó a robar en el corralón de Vieytes 2246, con una pistola lista para disparar, Claudio Guillermo Morales debió suponer que podía matar a alguien, como lo hizo.


 Ese fue el argumento medular que sostuvo ayer el Tribunal en lo Criminal Nº 2, para condenarlo por homicidio en ocasión de robo e imponerle la pena de 25 años de prisión.


 De esta manera, se cerró una etapa decisiva de la causa que se inició por el crimen de Ricardo Gualberto Pelayes (42), uno de los casos policiales más emblemáticos de las últimas décadas en nuestra ciudad.


 Morales decidió no estar presente para escuchar --de voz de la prosecretaria del cuerpo, Inés Tramontana-- el fallo en el quinto piso del Palacio de Justicia. Recibió la noticia en su celda de la cárcel de Villa Floresta.


 Los jueces María Eloísa Errea de Watkins, Alejandro Salvador Cantaro y Claudia Cecilia Fortunatti --votaron los fundamentos en ese orden y unánimemente--, no sólo lo sentenciaron por el robo que terminó de manera trágica.


 También lo responsabilizaron de un atraco perpetrado diez días antes del asesinato, en un polirrubros del barrio Universitario, hecho que oportunamente generó una fuerte polémica, por la decisión de la jueza de Garantías Susana Calcinelli, de liberarlo dos días antes de que diera muerte a Pelayes.


 "El imputado debió necesariamente representarse el resultado, al decidir ir a robar con un arma que no sólo se encontraba cargada, con munición en la recámara y lista para ser disparada, sino que, además, no tenía el arco guardamonte que protege al gatillo, generando el riesgo de una consecuencia fatal que, para él, era previsible".


 La jueza Errea de Watkins, al menos de manera tácita, remarcó con esa frase la existencia de dolo eventual en la conducta del asaltante al momento de atacar a Pelayes.


 Con su postura, coincidió con los planteos subsidiarios del fiscal Christian Long --quien había solicitado 30 años de cárcel para el homicida-- y del defensor Sebastián Martínez, que tampoco asistió a la audiencia final de la víspera.


 En contrapartida, la magistrada rechazó el pedido principal del acusador, de reclusión perpetua por homicidio calificado criminis causae y del defensor, de encuadrar el caso como un homicidio culposo (por imprudencia).


 Por el atraco al corralón, el coprocesado Manuel Angel López aguarda que otro tribunal ratifique el acuerdo de juicio abreviado al que llegaron las partes y el propio detenido, en el cual se pidió la condena de nueve años y medio de prisión por robo calificado.

Los dos hechos




 Los jueces consideraron probado, por un lado, que Morales --junto con López-- tomó parte en el atraco al corralón Lacimen, de Vieytes al 2200, donde redujo a Pelayes, empleado de veinte años de la firma; Carlos Costa, dueño del negocio y al cliente Daniel Marchegiani.


 Después de despojar de la billetera, que contenía 1.200 pesos, al último de los nombrados y de tomar unos 2.000 pesos de la caja registradora y del comerciante, Morales --apodado "Maikel"-- saltó el mostrador para exigir más dinero, golpear en la cabeza a Costa y efectuar un disparo que impactó en la cabeza de Pelayes.


 Por otro lado, dieron por acreditaron que el acusado fue quien, el 14 de abril de 2009, minutos antes de las 21, ingresó en el quiosco de Zapiola y Córdoba, para intimidar con un arma al propietario, Adrián Vlek y a otras tres personas que estaban con él, llevándose 1.200 pesos, cartones de cigarrillos y cuatro teléfonos celulares.


 Antes de analizar la autoría de Morales en los delitos, los jueces rechazaron un planteo de nulidad de la defensa, para la cual había falta de correspondencia entre los hechos que el fiscal Long le endilgó al procesado durante la indagatoria y los que detalló en el alegato.


 Tampoco decretaron nulidad por una supuesta calificación discordante entre los ilícitos atribuidos a Morales y los que se endilgaron a López.

Elementos "unívocos"




 Para la jueza Errea y sus pares, la intervención del acusado en los graves episodios "se encuentra plenamente acreditada con las declaraciones testimoniales prestadas en la audiencia de debate oral y la conjunción de los elementos de cargo que fueron incorporados".


 En cuanto al hecho principal, merituaron las declaraciones de los dos testigos presenciales (Costa y Marchegiani), de un joven que estaba en un gimnasio cercano y vio la fuga de los ladrones en una moto roja y de algunos policías.


 El sargento Gustavo Canle, por ejemplo, fue quien se entrevistó con un informante del barrio Mataderos, quien le dio detalles de una reunión registrada en una casa, la noche previa, entre Morales y los hermanos Vidal Ríos, donde consumieron alcohol y drogas.


 En ese encuentro, el procesado habría revelado que estaba enojado con el personal de la comisaría Segunda, porque lo habían involucrado en un robo (de Vlek) y que iba a cometer un hecho "de caño", tal como se conoce en la jerga delictiva al atraco con armas.


 Una testigo de identidad reservada, el día posterior al brutal ataque contra Pelayes, corroboró en la fiscalía ese encuentro y ratificó que Morales anunció que iba a robar al otro día y que "iba a 'reventar' un lugar en la calle Vieytes".


 A la prueba se sumó la declaración del médico forense Roberto Stefanelli, quien dio detalles de la autopsia y sobre la modalidad y distancia de tiro, ubicando a la víctima en un posible "acto de defensa".


 El perito balístico Gabriel Lastra, en tanto, informó sobre los defectos del arma utilizada --secuestrada días después del hecho durante un allanamiento en Roberto Arlt 248--, que obligaban a tenerla lista para el disparo y en el riesgo de la falta del cubregatillo, como seguro.


 A mayor abundamiento, los magistrados citaron las confesiones de Morales y López, quien, ante la policía que lo detuvo, alcanzó a decir que él se iba a ser cargo del asalto, pero "no de una muerte".


 Por esos fundamentos, los magistrados entendieron que "los indicios emergentes de los elementos probatorios valorados resultan unívocos" para llegar al veredicto de culpabilidad.


 Acerca del otro delito, también se mencionaron las declaraciones de policías, entre ellos dos que detuvieron a Morales al dia siguiente, cuando quiso eludir un control de rutina.


 Resaltaron, además, el reconocimiento de voz de Vlek, de un testigo presencial en cuanto a la fisonomía del detenido y de dos, respecto de las zapatillas que calzaba el sospechoso.


 De la misma manera, se valoraron los reconocimientos del arma de fuego, con la cual el ladrón amenazó al hijo del dueño del polirrubros.


 Como agravantes para mensurar la pena, el tribunal mencionó como agravantes, el uso de un arma de fuego en el asalto al corralón y, en el otro caso, la nocturnidad, que facilitó la comisión del delito y la peligrosidad demostrada. Para ambos casos, citó también la circunstancia de haber procurado la desaparición de las armas y del botín.


 Morales, finalmente, fue condenado por homicidio en ocasión de robo, portación de arma de fuego de uso civil sin autorización legal y robo agravado por el uso de armas, en concurso real de delitos, en los términos de los artículos 165; 189 bis, párrafo sexto; 166 inciso segundo, párrafo tercero y 55, del Código Penal.

Le devolvieron las zapatillas




 En el juicio oral, al menos tres testigos aseguraron que Claudio Morales fue a robar al corralón por "venganza" contra la comisaría Segunda y para obtener dinero y poder comprarse un par de zapatillas como las que le habían secuestrado, al ser detenido pocos días antes por el asalto al polirrubros de Adrián Vlek.


 Tanto los policías Hugo Campetelli y Gustavo Canle, como un testigo de identidad reservada, reconocieron que el sujeto "estaba enojado" por esa situación y pretendía obtener al menos 300 o 400 pesos, para cubrir el valor del calzado.


 En el final del fallo, y casi como una ironía del destino, el tribunal --al ordenar el decomiso de distintos efectos secuestrados en el marco de la causa-- decidió entregar a sus dueños, entre otros elementos, "el par de zapatillas marca Nike" (de Morales), debido a que no estaba "sujeto a decomiso".


 Esa decisión se adoptó, según la resolución, teniendo en cuenta lo normado por el artículo 523, primera parte, del Código Procesal Penal.

Llanto y abrazos

Lorena Zennaro: "A mi no me devuelve nada"






 Con pocas palabras, rompiendo en llanto y abrazada por familiares y allegados, Lorena Zennaro, la viuda de Ricardo Pelayes, afirmó que la condena de Claudio Morales no alivia en nada la profunda herida que sufre desde el día de la tragedia.


 "Le dieron 25 años, no sé si es suficiente, pero a mí no me devuelve nada", dijo la mujer instantes antes de abandonar el quinto piso del Palacio de Justicia, abrazada con su hermano Gustavo.


 Antes de descender las escalinatas, Lorena se estrechó en un conmovedor abrazo con el fiscal Christian Long, con quien mantuvo un breve diálogo antes de continuar su marcha.


 Para entonces, varios de sus acompañantes interrogaron reiteradamente al fiscal sobre la cantidad de años que Morales tendrá que pasar en prisión.


 Entre los asistentes a la audiencia también estuvo Carlos Costa, propietario del corralón donde se perpetró el atraco fatal y quien declaró como testigo durante la segunda jornada del juicio oral.


 "Lo único que digo es que tienen que empezar a dar penas ejemplares, para que nosotros empecemos a estar más tranquilos", señaló brevemente.


 Por su parte, María Julia Baliño, cuñada de Lorena Zennaro, dijo sentirse "desamparada" y consideró que "todos los ciudadanos tenemos ese sentimiento, porque los derechos de los delincuentes son el doble de los que tenemos nosotros".


 También calificó como "penoso", después de lo sucedido, tratar de conocer la fecha en que Morales saldrá de la cárcel.


 "Duele mucho sacar cuentas de cuándo podría llegar a salir en libertad; por eso, en este momento, es mejor no sacarlas", opinó.


 Por último aludió parcialmente a lo ocurrido durante el debate.


 "Es la primera vez que estoy en un juicio y no conozco tanto de las leyes. Lo que me pareció, es que se busca saber si le apuntó o no, o si fue accidente", dijo.


 Y agregó: "Una persona entra al negocio con un arma cargada, andaba siempre por el barrio y dicen que no se vio que le haya apuntado. Son cosas que, como ciudadana común, no las entiendo, y como familiar menos".

El fiscal Long se manifestó satisfecho




 Finalizada la audiencia, el fiscal Christian Long --titular de la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio Nº 5-- expresó ante la prensa su satisfacción por la condena impuesta a Morales.


 "Aclarando que ninguna pena puede mitigar el dolor que sufren los padres, los hijos y la esposa de la víctima, el ministerio público está satisfecho con la sanción estipulada, teniendo en cuenta que se han probado los dos hechos que hemos traído a juicio".


 El funcionario se refirió así a la causa por el cruento asalto al corralón de Vieytes al 2200 y a la que se instruyó por el robo a mano armada en el polirrubros de Zapiola y Córdoba.


 En su alegato, el doctor Long había acusado a Morales de homicidio calificado criminis causae (para lograr la consumación de otro delito), aunque subsidiariamente planteó también la posibilidad de un homicidio en ocasión de robo y reclamado una sanción de 30 años de cárcel.


 "Es una pena que considero adecuada respecto de la calificación subsidiaria que se realizó oportunamente. Cuando acusamos, teníamos en cuenta estos parámetros, por lo que por esa razón se realizó una calificación alternativa o subsidiaria", dijo.


 "Si bien en mi opinión ha habido algún tipo de conocimiento entre el autor y la víctima, el tribunal entendió que eso no se ha podido probar en la sala", agregó.


 Por último, el fiscal calificó de "muy buena" la intervención de la policía para esclarecer el caso.

Acompañamiento




 Representantes del Centro de Protección de los Derechos de la Víctima acompañaron a Lorena Zennaro y a su familia durante todo el juicio oral.


 Ayer, tras escuchar la lectura del veredicto y sentencia, uno de ellos sostuvo que esperaban "un poco más" y que el trabajo continuará más allá de la finalización del debate.


 "Esperábamos un poco más, pero, igualmente, tomaron la calificación legal aportada por la fiscalía y 25 años no es poco, aunque, en el trabajo de asistencia a las víctimas, siempre esperamos un poco más", expresó Martín Iglesias, uno de los referentes de la institución que funciona en la órbita del ministerio de Justicia y Seguridad provincial.


 Acompañado por la licenciada Ayeray Medina Bustos, el hermano de Horacio Iglesia, quien fuera asesinado junto a su novia María Victoria Chiaradía, en agosto de 2000, en Coronel Suárez, declaró que, de todas maneras, la pena impuesta resultó importante.


 "Esperaba que lo tomen como criminis causae, no fue así, pero, igualmente, fue una muy buena sentencia. Es una muy buena condena", destacó.


 Explicó que ahora, más allá del fallo, continúa el trabajo de asistencia a las familias de las víctimas.


 "Alguien que pasa por una pérdida, siempre la lleva consigo. Se trata que esa persona pueda volver a integrarse con la sociedad y tratamos de generar que los familiares de las víctimas se recuperen y puedan elaborar la tragedia", finalizó.

Seguridad. Doce efectivos dentro de la sala de audiencias del quinto piso y otros seis en la puerta de acceso al Palacio de Tribunales, tomaron parte del operativo policial dispuesto para controlar las alternativas de la última jornada del juicio oral y público. De todas maneras, la audiencia se desarrolló de manera normal y no se produjo ningún tipo de incidente.