Los Chañares: el lejano oeste bahiense
El barrio Los Chañares conserva su clásico perfil de casas-quintas de fin de semana, pero de manera lenta una gran cantidad de bahienses comenzó a establecer sus viviendas fijas en aquel sector de la ciudad.
Para ellos todo vale con tal de encontrar la tranquilidad campestre. Incluso, saber que la mayor parte del barrio no cuenta con gas natural ni cloacas, que las calles son en su totalidad de tierra o que el servicio de televisión e internet sólo llega de manera satelital.
Ni siquiera los 7 kilómetros que lo separan del centro son un determinante a la hora de elegir ese lugar para vivir. Aunque al momento de desplazarse hacia otros puntos de la ciudad sea casi indispensable contar con automóvil.
El servicio de colectivos es muy criticado por los vecinos, debido a que la línea 519A tiene su parada en Don Bosco y el Camino Parque Sesquicentenario, a dos kilómetros de Los Cañares. Por ello los vecinos abordan otro colectivo en ese punto que los traslada hasta las calles internas del barrio.
"Es una sola empresa la que realiza el servicio, entonces hace lo que quiere, suele demorar más de la cuenta, pasar más seguido de lo que se lo necesita o dejar de pasar durante alguna jornada", dice Juan Carlos Quevedo, propietario de una quinta desde hace 25 años, pero convertida en su residencia fija unos años atrás.
"Vivía en Lamadrid 57 y un día me cansé del ruido céntrico, armé unas cuantas valijas y me vine de manera definitiva a este lugar. Desde ese entonces, no voy a Monte Hermoso ni a cualquier otra playa. Durante el verano, mi vida se divide en tres etapas: pileta, asado y siesta; pileta, asado y siesta", comenta entre risas.
El valor aproximado de un lote en el barrio es de entre 120 y 140 mil pesos, precio justificado por las amplias dimesiones de 106 metros de fondo por 37,5 de frente. Quizás por ese tamaño, varias casas cuentan con piletas de natación y canchas de fútbol 5.
Además esos terrenos son propicios para el funcionamiento de las instalaciones del Club Avellaneda y el campo de deportes de la Asociación Judicial Bonaerense.
Aunque para los vecinos, básicamente, significa no tener problemas de convivencia entre ellos, ya que la distancia mínima entre casa y casa es de al menos 50 metros. "De todas formas nos conocemos todos", asegura Quevedo.
Matices. Aunque por supuesto no todo es color de rosa. Los días posteriores a una jornada de lluvias, en varias cuadras del lugar permanecen enormes charcos formados especialmente por los desniveles del piso y la falta de mantenimiento.
"Desde la sociedad de fomento solicitamos al delegado municipal Eduardo Bidondo que envíe algunas máquinas para arreglar las calles, ya que se encuentran en mal estado, incluso los accesos por Ayacucho y Sixto Laspiur", explica Omar Robein, presidente del ente vecinalista.
En ese último acceso, los residuos se acumulan a montones. Incluso en una cuadra interna la cantidad de basura interrumpe el tránsito normal y ocupa el ancho de la calle. "Yo mismo me he puesto a quemar basura en el acceso", cuenta Robein.
También existen al menos dos terrenos que se mantienen ocupados con chatarra, que van desde chapas hasta grúas en desuso y un vagón ferroviario, al igual que una enorme parcela ubicada en Sixto Laspiur y Paula Albarracín, donde se arroja basura para luego ser tapada con tierra.
"Vienen camiones con volquetes a descargar ahí. No sé quiénes son", dice José Luis Deibeles, con más de 20 años de residencia en el sector.
Origen y seguridad. El barrio Los Chañares surgió en 1980, luego de un loteo de 322 parcelas. Se extiende entre las calles Sixto Laspiur, Lucía Miranda, Ayacucho y límite sudeste de las quintas 10, 25, 40 y 35.
En la década del '90 algunos bahienses compraron lotes para construir sus casas de fin de semana. Luego, muchos se establecieron de manera permanente y en la actualidad es posible ver una gran cantidad de viviendas en construcción.
Según los vecinos, la zona es bastante segura.
"Hace unos años, cuando la mayoría de las quintas sólo se usaban durante los fines de semana, había más robos", recuerda Hilda García.
En varias viviendas hay hasta tres perros de razas grandes a modo de guardianes, que conviven con caballos, gatos, pájaros y más.
Los Chañares no tiene destacamento policial ni garita alguna, aunque la policía realiza dos recorridas diarias por el barrio y frena en uno de los negocios ubicados en la calle Hernández.
"Vienen, firman el cuaderno dejando constancia de su paso y contunúan su recorrida", señala Robein.
Pocas obras. El barrio no recibió ninguna obra pública trascendente en los últimos años, salvo la construcción de una plaza llamada "Padre Francisco Calendino", que tiene la llamativa característica de ser uno de los pocos espacios públicos alambrados de la ciudad.
Allí hay algunos elementos para hacer ejercicios, juegos para niños, senderos perimetrales e interiores rodeados de pastizales crecidos y cuatro poderosos reflectores de luz ubicados en el centro del parque.
Sin embargo, y a pesar de algunas de las carencias mencionadas, el aire que se respira en Los Chañares es diferente al de la ciudad que se encuentra a pocos kilómetros. Al menos eso dan a entender quienes eligen pasar la vida en ese barrio.
Prohibido cazar. No dejan de llamar la atención los carteles ubicados en las tranqueras de varias casas de la barriada, en los cuales se deja manifiesta la prohibición de cazar o atrapar aves en ese sector, "según Ley Nacional 22.421".
Los vecinos opinan
* "Las tareas de limpieza son constantes, ya que son muchos metros de césped los que hay que cortar. Por parte del municipio creo que falta un poco de mantenimiento. No se puede pedir mucho, pero vendría bien que se rellenen algunas calles, ya que se forman pozos de grandes dimensiones y se acumula el agua de lluvia durante varios días". Roberto Olea.
* "En este lugar cada uno hace la suya, el que tiene coche se salva, al igual que el que tiene pileta. Creo que la suerte me dio más de lo que merezco por vivir en un lugar así. Dentro de lo malo, el servicio de colectivos tiene sus falencias. Además, no todos los vecinos están en condiciones de caminar varios kilómetros para llegar hasta la ruta y abordarlo allí". Juan Carlos Quevedo.
* "Faltan el gas y las cloacas, pero mientras tanto vamos haciendo otras cosas. Para vivir acá hay que tener vehículo, sino es imposible. Me gustaría que pase el camión regador de la Municipalidad de vez en cuando. Aunque, más allá de esas cuestiones, vivir con esta tranquilidad es impagable". Félix Díaz.
Sergio Prieta/Especial para "La Nueva Provincia"