Bahía Blanca | Martes, 22 de julio

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Mensajes por celular atormentan a usuarios

"Todo al 2020" dejó hace tiempo de parecerse a una martingala o a una cábala en la jerga de la quiniela clandestina, para convertirse en un negocio millonario para un puñado de astutos empresarios y en un martirio para miles de usuarios desprevenidos o de ingenuos clientes. De lo que se trata es de la invasión de anuncios televisivos promocionando el envío de mensajes (SMS) telefónicos desde móviles a los números 2020, 2112, 6661, 3113 o 30300. Es tal el acoso que cuesta mantenerse frente al televisor cuando llega la tanda publicitaria.




 "Todo al 2020" dejó hace tiempo de parecerse a una martingala o a una cábala en la jerga de la quiniela clandestina, para convertirse en un negocio millonario para un puñado de astutos empresarios y en un martirio para miles de usuarios desprevenidos o de ingenuos clientes.


 De lo que se trata es de la invasión de anuncios televisivos promocionando el envío de mensajes (SMS) telefónicos desde móviles a los números 2020, 2112, 6661, 3113 o 30300. Es tal el acoso que cuesta mantenerse frente al televisor cuando llega la tanda publicitaria.


 La práctica está amparada por la ausencia de legislación que condene a los responsables de la publicidad engañosa que se esconde detrás de llamativos spots y de anuncios en vivo convocando a vivir la mejor experiencia de sexo y lujuria de los últimos lustros.
El artículo 4 de la ley de Defensa del Consumidor (24240) obliga al proveedor a suministrar al consumidor en forma clara y precisa todas las características de los bienes y servicios que provee y las condiciones de comercialización. La información debe ser gratuita y proporcionada con la transparencia suficiente como para permitir su fácil comprensión.



 Pero nada de esto sucede en la realidad, con anuncios que mientras buscan seducir al cliente con una figura infartante en primer plano permiten el desplazamiento, en un plano inferior, de la "letra chica", que encierra una versión aggiornada del "cuento del tío".


 Se trata de ocultarle al desprevenido cliente que cuando se disponga a mandar su mensaje, lejos de satisfacer su natural curiosidad del momento, lo que estará haciendo es contratando un "paquete" de mensajes que lo martirizarán a cualquier hora del día por un largo tiempo, además de esquilmarlo a un costo que oscila entre 0,65 y 1 peso más impuestos por envío.


 "Después de recibir un consejo sexual a las 4 de la mañana, durante los últimos tres días, quise darle de baja al servicio mandando "baja" al 2020, pero un mensaje me recuerda los servicios que mantengo activos. Mando "BAJA", todo mayúscula, y me devuelve: mensaje no comprendido. Ya no se cómo cortarla", dice uno de los cientos de usuarios que intercambian estrategias para desembarazarse de esta tortura en los foros de Internet.


 La carrera es contrarreloj, porque el tiempo que les demande a los usuarios librarse del "servicio" jugará a favor de las empresas, que seguirán facturando a discreción.


 Detrás de la escena están firmas como: Bippie, Ubbi, Celuvideos, Ole Móvil y Divertonos, quienes comercializan contenidos de mensajes (SMS), ringtones, wallpapers, juegos, videos y otros entretenimientos para celulares.


 En realidad, son nombres de fantasía que responden a algún holding o multinacional proveedora de servicios a través de compañías de telefonía móvil, las que se quedan con una comisión por alquilar sus redes.


 En el caso de Ubbi pertenece a la empresa Prima S.A., y en el caso de Bippie (la del 2020) a la italiana Buongiorno, hoy considerada la primera proveedora mundial de entretenimiento móvil.


 Desde la Oficina de Información al Consumidor (OMIC) se mencionó que estas prácticas se esconden detrás de la fachada que ofrecen las telefónicas, y de esa manera preservan su domicilio legal y otros datos esenciales.


 "Por lo general, los usuarios acceden a esta oferta a través de una travesura de algún menor --o no tanto-- que manda el mensaje, pero después comprueban que los mecanismos de reversión no funcionan", dijeron en la OMIC.


 El prejuicio que por lo general existe para ventilar un reclamo de esta naturaleza también obra como un freno para el reclamo.


 "Los casos que se nos presentaron los pudimos resolver, porque accedimos a las direcciones de contacto de las empresas proveedoras y efectuamos los reclamos", comentaron en la OMIC.


 La ley 24240, de Defensa del Consumidor, que entró en vigencia en abril de 2008, establece que el consumidor debe tener la posibilidad de revertir un servicio por el mismo medio que lo contrató --mensaje de texto--, aunque está claro que ésto en la mayoría de los casos no sucede.