Bahía Blanca | Sabado, 06 de septiembre

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El hombre del "Dedo de piedra"

"¡Si vos no te portás bien/le digo a los Reyes Magos/que te dejen sin regalo/y te quedás sin el tren!/Es que mi vieja también/un poco se aprovechaba/porque esa noche llegaban/los tres reyes de Belén". El nene tenía 8 años. Se aprendió de memoria el poema "Reyes magos" de Héctor Gagliardi y lo recitó en cada reunión familiar.
El hombre del "Dedo de piedra". La región. La Nueva. Bahía Blanca






 "¡Si vos no te portás bien/le digo a los Reyes Magos/que te dejen sin regalo/y te quedás sin el tren!/Es que mi vieja también/un poco se aprovechaba/porque esa noche llegaban/los tres reyes de Belén".


 El nene tenía 8 años. Se aprendió de memoria el poema "Reyes magos" de Héctor Gagliardi y lo recitó en cada reunión familiar.

* * *






 Cuatro años después el nene ya leía poesía. Eligió el Martín Fierro y retornó a Gagliardi para hojear Puñado de emociones.


 Y tanto le gustó la poesía a Omar Cangelosi que se animó a garabatear algunas cosas. Claro, en papel. Todavía no había laptops.


 Entre esos escritos estaban las glosas que hizo para su amigo Moisés, el presentador de la orquesta de tangos de Nicolás Tauro.


 Tango tierno, tango reo/tiempos de amor y cuchillo/de suburbio y conventillo/de salones y bailantas/de gaviones y percantas/de amor sincero y comprado/de mil dramas que han rodado.


 "Una lástima. Entre tantas mudanzas no me quedó ninguno de aquellos papeles", dice hoy a los 66 años.


 Esos papelitos le iban a dar una sorpresa muchos años después.

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 A los 21 hizo el servicio militar en la Base Aeronaval Comandante Espora (BACE). Es clase 42. Por eso escribió en 42 estrofas la historia de esa experiencia.


 Fue lo último por un rato. Agarró la pluma de nuevo 25 años después, en el reencuentro con sus compañeros de la colimba.


 "Cuando hicimos la cena les repartí lo que había escrito y enseguida me dijeron que escribiera algo del reencuentro. Hacía mucho que no lo hacía, pero me entusiasmé de nuevo. Lo que pasa que creo en la inspiración... Para escribir hay que tener ganas, no hay que hacerlo por obligación".


 
* * *





 Trabajó en la concesionaria Fiat de calle Brown por 21 años, en Scagnetti durante 15 y también vendiendo libros en la calle. Cuando volvió a quedarse sin laburo después de estar 8 meses en otra empresa apeló a lo que recordaba de aquellos papelitos.


 --Buen día señora, estoy vendiendo poemas.


 --¡¿Qué?! ¿De quién son los poemas?


 --Míos. A un peso.


 Así se presentaba Omar Cangelosi en 2002. El año que la Argentina vivió una de sus crisis más profundas después del helicopterazo de diciembre de 2001 del ex presidente Fernando de la Rúa.


 "La idea fue de mi amigo Daniel Martínez".


 --¿Cuánto necesitás por día para vivir? --le preguntó.


 --Cinco pesos.


 --Y bueno... vendelos a un peso cada uno. ¿No vas a vender cinco poemas por día?


 Y los vendió, incluso alguno de esos días hizo el récord de 12 pesos.


 "Con eso me alcanzaba para llevar un plato de fideos a casa. Es que ya tenía dos hijos (Vanesa, hoy de 17 y Víctor, 21)".


 Tantos timbres tocó que se ganó un apodo: "mis amigos me pusieron `Dedo de piedra'".


 
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 Hoy está jubilado. "Si alguien tiene algo, lo escucho. La magra jubilación me alcanza sólo para pagar el agua, el gas y la comida. La ropa debe esperar", ironiza.


 Charlando con su hermano Héctor surgió la participación en los Torneos Bonaerenses para mayores.


 "Pero ¿qué presento?, le dije. Buscando encontré Llanura pampeana (*) y lo mandé. El 11 de agosto me llamaron de la Municipalidad para decirme que había ganado la etapa local. Fue una satisfacción, después se hace la etapa regional. Veremos...".


 Y más allá de ese reconocimiento, a los 66 años casi volvió a ser niño. Forma parte de "Narradores de PAMI" y les lee cuentos a chicos de escuelas y jardines de infantes. Pero no se quedó con eso: hizo un folletín llamado Ensalada tropical y visitas.


 En la selva tropical/una curiosa lechuza/algo vieja y muy cachuza/saluda con un chistido/a un lorito distraído/que miraba a un papagayo/parado sobre un zapallo/escuchando muy atento/a un grillito muy contento/invita muy elegante/al muy trompudo elefante/a tomar el té en su casa/que era una gran calabaza/haciendo una sonrisita/y mirando la casita/el elefante le enseña/que en esa casa pequeña/no cabe ni su trompita.


 Quizás ya esté en manos de algún chico de 8 años que lo está ensayando para el cumpleaños de la abuela.

MAXIMILIANO PALOU

(*) Yo nací en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires.






  Y le canto con donaire, pues cuando a decir me invitan,


  los versos se precipitan, invocando a la llanura,


  que con inmensa ternura, en su suelo ha cobijado,


  al gaucho, al indio, al soldado que otrora, con sable y bola.


  Rémington y tercerola, disputaron su tenencia,


  y pelearon sin clemencia, cada día y cada hora;


  extremo sur de Entre Ríos, de Santa Fe, de la Docta.


  Y de La Pampa la cota, que está en su lado oriental,


  se estrechan para formar, con mi provincia donosa,


  a la región tan famosa, con formato de sabana,


  esta llanura pampeana, que hoy alberga jubilosa,


  a la familia laboriosa, de reja, tractor y arado,


  que ha sembrado y cosechado, paz, amor, trabajo y prosa,


  y a fuer de ser tan hermosa, como cristal diamantino,


  este canto peregrino, le dedica con amor,


  este modesto escritor, que habita el sur argentino.




Historia tumbera

Una vez alguien que se encontró por la calle le preguntó a Omar Cangelosi si sabía lo que era el pórfido gris. Y como no supo qué decir se preocupó por averiguarlo. Tanto se enganchó con el tema que no sólo supo que era una piedra que se usa como pavimento, sino que averiguó que era picada por los presos de Sierra Chica. Y le dedicó unas estrofas.
Bajo rieles paralelos/centenario y muy sumiso/ese madero macizo/se asienta rojo y triunfal/Quebracho, durmiente vial/que soporta estoico el peso/de la zorra o tren expreso/y cobija paternal/un copioso pedregal/de roca que al ser molida/devino en piedra partida/usada para alfombrar/esos caminos de andar/en el sur especialmente/y en Sierra Chica, la gente/la moldeó para otro fin/la convirtió en adoquín/ese cúbico elemento/que le sirviera de asiento/a la "yanta" de metal/que transitó el arrabal/de algún mistongo paraje/donde el curtido gauchaje/con alpargatas calzado/caminaba apresurado/para encarar su labor/salpicando con sudor/el desparejo empedrado.