Bahía Blanca | Domingo, 29 de junio

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RAFTING EN EL RIO JACHAL Adrenalina pura en San Juan

El rafting tiene particularidades únicas, aunque la emoción y la ansiedad se acentúa en función de las dificultades que presenta el río. Siempre, no obstante, representa una experiencia que vale la pena no desaprovechar. Una bajada en rafting por el caudaloso río Jáchal, a 200 kilómetros de San Juan capital, se transforma en una experiencia única porque a la adrenalina y diversión que marca esta modalidad, se le suma la magnífica naturaleza que rodea las márgenes del curso de agua.


El rafting tiene particularidades únicas, aunque la emoción y la ansiedad se acentúa en función de las dificultades que presenta el río. Siempre, no obstante, representa una experiencia que vale la pena no desaprovechar.







 Una bajada en rafting por el caudaloso río Jáchal, a 200 kilómetros de San Juan capital, se transforma en una experiencia única porque a la adrenalina y diversión que marca esta modalidad, se le suma la magnífica naturaleza que rodea las márgenes del curso de agua.


 La travesía se inicia en la villa turística Rodeo, cabecera del departamento sanjuanino Iglesia.


 En el trayecto de 10 kilómetros que va bordeando las orillas del río Jáchal, los visitantes pasan por el Dique Cuesta del Viento.


 Así, se llega hasta el punto en el que se inicia la aventura fluvial y donde la embarcación aguarda a los turistas, un sitio en el que el cauce de agua ofrece excelentes condiciones para la práctica del rafting.


 La bajada empieza tranquila, con un grado de dificultad que los expertos califican como "más 2", pero a medida que se navega por las caudalosas aguas del Jáchal el grado de dificultad aumenta a "más 3", al tiempo que aumenta la adrenalina de los expedicionarios.


 Es el primer disfrute con el vértigo que produce esa categoría, la máxima permitida para los principiantes.


 En el trayecto se destaca el paraje Templos del Viento, que muestra la manera en que el paso del tiempo esculpió las rocas que el Jáchal atraviesa, formando un cauce tan turbulento que los "rafters" navegan sintiendo el desafío de superar a la naturaleza.


 Las palabras no alcanzan para describir esa fabulosa "garganta" por la que transita el pedregoso Jáchal, entre rápidos, un estrecho cañón de apenas 6 metros de ancho, con curvas y contracurvas y paredones de 25 metros de altura.


 En las orillas del río la sabia naturaleza comienza a aquietar las aguas, el gomón aminora su marcha y el grupo se permite observar, en silencio, el monumental paisaje que lo rodea.


 Esa sensación de paz no dura, porque la adrenalina regresa con fuerza y cualquier maniobra incorrecta puede redundar en un percance, que puede ser una caída al agua o un golpe en el interior del gomón.


 Oscar, un turista que va sentado adelante, en la derecha de la balsa, no efectúa bien la maniobra que le indicó el instructor. El gomón pega contra una roca y tanto él como sus dos hijos son impulsados hacia el interior de la embarcación.


 El episodio dispara el espíritu aventurero de los expedicionarios, ya que la seguridad está garantiza por los cascos amarillos y anaranjados que cubren la cabeza y los chalecos salvavidas de corcho, que amortiguan en parte los golpes.


 Los remos se levantan, hasta superar la contingencia y todos comprenden que no han podido vencer a la naturaleza pero sí disfrutarla.


 "Hay dos tipos de bajada: una completa de 11 kilómetros, que dura casi 2 horas, y otra más corta, de 7 kilómetros, que además tiene un menor grado de dificultad", explicó Julio Gómez, de la operadora sanjuanina encargada de organizar las excursiones de rafting.




En el trayecto se destaca el paraje Templos del Viento, que muestra la manera en que el paso del tiempo esculpió las rocas que el Jáchal atraviesa, formando un cauce tan turbulento que los "rafters" navegan sintiendo el desafío de superar a la naturaleza.