Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

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La casa de San Martín

Hace 80 años, en julio de 1926, el colegio Nacional terminaba su colecta para ayudar a adquirir la casa donde viviera sus últimos años el general José de San Martín. En 1848, San Martín y su familia sufrían, en París, las consecuencias de un movimiento revolucionario con grandes desbordes populares y violentas luchas. De allí su decisión de mudarse a Boulogne Sur Mer, en la costa norte francesa, sobre el canal de la Mancha.




 Hace 80 años, en julio de 1926, el colegio Nacional terminaba su colecta para ayudar a adquirir la casa donde viviera sus últimos años el general José de San Martín.


 En 1848, San Martín y su familia sufrían, en París, las consecuencias de un movimiento revolucionario con grandes desbordes populares y violentas luchas. De allí su decisión de mudarse a Boulogne Sur Mer, en la costa norte francesa, sobre el canal de la Mancha.


 Allí alquilaron la planta alta de una casa en Grand Rue 105. En esa vivienda, el 17 de agosto de 1850, pasó sus últimas horas el prócer.


 "Es la tempestad que me lleva a un puerto", murmuró el Libertador a su hija Mercedes, antes de dejar este mundo.


 Debieron pasar 76 años para que, en 1926, el gobierno argentino se interesara en adquirir esa propiedad. Para ello, convocó a una colecta en todas las escuelas del país, a fin de reunir los 400 mil francos necesarios para la operación. En nuestra ciudad, la respuesta fue por demás auspiciosa y tanto la escuela de Comercio como los colegios Normal y Nacional hicieron su parte.


 En el caso del Nacional, los primeros donativos estuvieron, entre otros, a cargo de los profesores Daniel Cabello (6 pesos), Eduardo Bambill (3), Osvaldo Casanova (5), Rodolfo Dillon (2), Aquiles Carabelli (3), María Harrington (1) y Francisco Perlender (2).


 Por parte de los alumnos, aportaron, por caso, Eugenio Antollini (1), Héctor Izaguirre (1), José Nomateinsky (0,40), Bartolomé Vanoli (1) y Bernardo Vila (1).
Adquirida en 1926, la casa sirvió, primero, como consulado, para, desde 1934 y hasta nuestros días, funcionar como museo del Libertador.