Bahía Blanca | Sabado, 19 de julio

Bahía Blanca | Sabado, 19 de julio

Bahía Blanca | Sabado, 19 de julio

Un arma disparada al mundo

Julio de 1984. Tres técnicos franceses encargados de reparar las plataformas de lanzamiento de misiles Exocet AM38 montadas en las corbetas Tipo 69 afectadas en las Islas Gritviken y Sandwich de Sur en el marco del conflicto de Malvinas. Coleccionistas apasionados buscaron afanosamente algún ejemplar de un arma puntaltense.
Un aviso de la empresa TALA en 1973. (Agencia Punta Alta)


 Julio de 1984. Tres técnicos franceses encargados de reparar las plataformas de lanzamiento de misiles Exocet AM38 montadas en las corbetas Tipo 69 afectadas en las Islas Gritviken y Sandwich de Sur en el marco del conflicto de Malvinas. Coleccionistas apasionados buscaron afanosamente algún ejemplar de un arma puntaltense.


 Setiembre de 1991. Un trío de técnicos sudafricanos probaban en el Taller de Experiencia, cercano a la Base de Infantería de Marina, fusiles ametralladoras fabricados en su país durante una frustrada operación de compra de armamento. A uno de ellos le fascinó poder jugar un partido de tenis en una cancha de polvo de ladrillo, algo desconocido para él. Otro quedó encantado con un arma puntaltense.


 Primavera de 1996. Un mecánico armero alemán dictaba en el Taller de Armas del Arsenal de Puerto Belgrano un curso sobre mantenimiento ametralladoras Heckler&Koch, apreciadas por paracaidistas y comandos anfibios. En sus ratos libres buscó información sobre piezas de fusiles Mauser y de una pistola puntaltense, para agregar a su colección particular.


 Enero de 2000, Orlando, La Florida, Estados Unidos. En una charla informal un portorriqueño decía conocer a Punta Alta por dos motivos. El famoso affaire entre una maestra y su alumno --un caso similar había acontecido en el país del norte, embarazo incluido de la docente involucrada--. Y los elogiosos comentarios sobre la precisión de un arma puntaltense.


 Las cuatro anécdotas le acontecieron a quien firma estas evocaciones sabatinas. Huelga aclarar que el arma aludida era la mundialmente famosa TALA, en su versión rifle, revólver o pistola. Los cuatro botones de muestra anteriores alcanzan y sobran para justificar el adverbio "mundialmente" y el adjetivo "famosa".


 Cerradas las puertas de TALA S.R.L. desde principios de los ochenta del siglo pasado, a los rosaleños nos queda el amargo recuerdo de la fábrica más renombrada de nuestra historia y el estigma de una sigla que estoica sobrevive en el edificio de su taller principal.


 Osvaldo Núñez --inevitable referente de la desaparecida firma, devenido en artista plástico en el ocaso de su vida-- inició el proyecto en 1948, junto a Angel Arias y Pablo Pisani. Les interesaba desarrollar experiencias orientadas a la fabricación de un arma de fuego de mano ligera y liviana.


 Para tal fin, y con la debida autorización de las autoridades militares, luego de la jornada diaria, disponían de las máquinas-herramientas, los laboratorios metalográficos y de ensayo, y las dependencias de los Talleres Generales de la Base Naval.


 Salvadas las cuestiones referentes a la balística, al tipo y calidad del material, el tratamiento térmico, el normalizado, el templado, la terminación interior del cañón y su estriado, construyeron un prototipo de pistola semiautomática calibre 45 y desarrollaron un arma de uso deportivo calibre 22 LR, con cargador para 10 cartuchos, que ganaría fama por calidad propia.


 En 1949 se sumaron al emprendimiento Orlando Gallego, Zvonimir Matkovich, Germás Frías y Galdino, y Aristóbulo Carminatti. Nació con ellos TALA, Taller Armas Ligeras Livianas Argentinas, cuyo logo era el árbol homónimo, con domicilio en Paso N° 648.


 En sus talleres, en los que desarrollaron otros prototipos oportunamente presentados y aprobados en Fabricaciones Militares, trabajaron Mario Corinaldesi, Manuel Jurado, Héctor Concetti, Ignacio San José, Fortunato Nastasi, Domingo Bini, Osvaldo Fuertes, y otros de una familia que no sabía de descansos durante 8 y hasta 12 horas diarias para la producción de piezas.


 Posteriormente incorporaron su valioso y por siempre recordado aporte intelectual el dibujante técnico Salvador Ilacqua y el ingeniero, asesor técnico en metalurgia, Raúl "Chiche" Diez.


 Incrementada la producción en cantidad y calidad --¡ocho modelos distintos de armas!-- por su imposición en el mercado nacional e internacional, especialmente de Estados Unidos de Norteamérica y Canadá, aumentó su dotación, que llegó a incluir hasta 75 operarios en el agitado 1973.


 No viene al caso sondear en los insondables vericuetos legales ni en las cíclicas y recurrentes crisis económicas que propiciaron la desaparición de nuestra querida fábrica TALA y de tantos otros emprendimientos a lo largo y a lo ancho de este bendito e inexplicable país.


 Nos queda, se insiste, el orgulloso y doloroso recuerdo (la aliteración fonética aumenta el desasosiego) de un arma de la que todavía se habla en varias partes del mundo. De un recuerdo, como reza nuestra canción patria, que supimos conseguir. Nada más que un recuerdo...

Ref. Archivo Histórico Municipal y Uciapa.

Sergio Soler/Especial para "La Nueva Provincia"