Bahía Blanca | Martes, 22 de julio

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Cambalache

Según reza un fallo reciente de un juez pampeano incalificable, el doctor Julio Fernández, la mano armada del criminal no es un agravante para él cuando comete una violación. Al contrario, intimidando totalmente a la víctima, securiza al bandido, y por eso mismo es una garantía de que el episodio no acabará en sangre.


 Según reza un fallo reciente de un juez pampeano incalificable, el doctor Julio Fernández, la mano armada del criminal no es un agravante para él cuando comete una violación. Al contrario, intimidando totalmente a la víctima, securiza al bandido, y por eso mismo es una garantía de que el episodio no acabará en sangre.


 Vivimos, pues, en un mundo al revés: mientras la víctima tiene prohibido portar armas para defenderse, ese olvidable juez estimula a los violadores para que se armen, y su goce esté garantizado.


 Con muchas menos vueltas, autorizando a cualquier ciudadano a comprar su arma de fuego, unos cuantos estados norteamericanos redujeron el problema de la violencia criminal, pues si el forajido sabe que del otro lado también puede aparecer un revólver, va a vacilar un poco más antes de cometer otro delito.