Un italiano, rey de España
PASABA NUESTRA Madre Patria un período de honda confusión política, año 1871, cuando Víctor Manuel II, rey de Italia y hasta entonces de Piamonte y Cerdeña, admitió que su vástago Amadeo de Saboya fuese arrellanado sobre el vacío trono de España.
LOS MOMENTOS no eran precisamente plácidos, pero ciertamente el flamante y buen mozo soberano tuvo el apoyo del generalato y el almirantazgo, elementos cruciales de la estabilidad hispánica tras muchos momentos de disolución social y fragilidad económica.
ASI Y TODO, debió don Amadeo I (y último de ese nombre) soportar las marcas de cicatrices no cerradas y escándalos que no había alcanzado totalmente de entender y muchísimo menos de comprehender. Vamos, que lo dejaban poco menos que en un rincón.
REBELIONES diversas, por ejemplo, y hasta aventuras a nivel parlamentario, donde cada cual lucía una apuesta propia y las cuentas encajaban, eso sí, en bolsillos democratizantes al par que flameaban las banderas rojas de un comunismo aún enano.
POR FIN, DON Amadeo, que no tuvo tiempo para aprender bien el español, devolvió estoicamente en 1873 la corona y marchó sin rencores a su patria, donde fue designado teniente general y falleció en 1890. Ya llegarían para España más problemas.