Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

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Kirchner sacó a Baseotto del obispado castrense

BUENOS AIRES (DyN y NA) -- El presidente de la Nación, Néstor Kirchner, echó virtualmente ayer a monseñor Antonio Baseotto del obispado castrense y colocó a las relaciones diplomáticas con el Vaticano en un punto de alta tensión. La decisión, tomada mediante decreto, deja sin efecto el acuerdo dado por el entonces mandatario interino, Eduardo Duhalde, en diciembre de 2002, para autorizar el nombramiento del dignatario como prelado de las Fuerzas Armadas.


 BUENOS AIRES (DyN y NA) -- El presidente de la Nación, Néstor Kirchner, echó virtualmente ayer a monseñor Antonio Baseotto del obispado castrense y colocó a las relaciones diplomáticas con el Vaticano en un punto de alta tensión.


 La decisión, tomada mediante decreto, deja sin efecto el acuerdo dado por el entonces mandatario interino, Eduardo Duhalde, en diciembre de 2002, para autorizar el nombramiento del dignatario como prelado de las Fuerzas Armadas.


 Con esa drástica determinación, el gobierno prácticamente vació el cargo de obispo castrense, puesto que, entre otras cosas, dispuso que Baseotto no percibirá más los 5.000 pesos mensuales abonados por el Estado.


 El anuncio se conoció dos días después de que el Vaticano comunicara --a través del nuncio apostólico, monseñor Adriano Bernardini-- que no estaba dispuesto al desplazamiento.


 Durante una conferencia de prensa ofrecida en la Casa Rosada, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, atribuyó la medida a lo que calificó como expresiones poco felices de Baseotto cuando criticó enérgicamente al ministro de Salud, Ginés González García, por su postura a favor de legalizar el aborto.


 Días atrás, el gobierno había pedido su desplazamiento al Vaticano, pero la Santa Sede lo ratificó en el cargo.


 "El obispo castrense hizo una serie de declaraciones que, a juicio del Poder Ejecutivo Nacional, se convirtieron en una alegoría con connotaciones muy fuertes en la Argentina. Básicamente, sus expresiones recomendaban hacer algo muy parecido a lo ocurrido en los años negros, cuando se llevaban a cabo los denominados vuelos de la muerte", dijo Fernández.


 "Con esta decisión, el gobierno pretende mantener incólume su compromiso absoluto, no sólo la plena vigencia y defensa de los derechos humanos y el combate a la impunidad y a la injusticia, sino también a cualquier forma de ocultamiento a los crímenes aberrantes, así como a cualquier forma de reivindicación de esos sucesos, tácita o explícita", siguió.


 Más: añadió que el gobierno nacional habría tomado la misma determinación si cualquier funcionario del Poder Ejecutivo pronunciaba los mismos conceptos.


 "El obispado castrense, obviamente, existe; en cuanto tengamos una nueva propuesta de la Iglesia, y se tenga el acuerdo del Poder Ejecutivo (el reemplazante del vicario apartado), será designado", puntualizó.


 "Esto sólo significa que cayó el acuerdo brindado oportunamente frente a la propuesta que, en su momento, hizo la Iglesia Católica de nombrar a monseñor como obispo castrense, Por lo tanto, deberá proponer otro nombre", insistió Fernández.




 Textual. "Déjase sin efecto el acuerdo a su excelencia reverendísima monseñor Antonio Juan Baseotto como obispo castrense y, en consecuencia, derógase el decreto 2.499 de fecha 1 de diciembre de 2002", dice el decreto 220 en su artículo uno.


 El artículo dos señala: "Suspéndese la vigencia del decreto 1.084 de fecha 14 de septiembre de 1998, en lo atinente a la remuneración mensual total de pesos 5.000".


 El ministro de Relaciones Exteriores, Rafael Bielsa, explicó los pasos a seguir.


 "La Santa Sede deberá hacer una propuesta, con los tiempos y con las formas que le son propias. El Poder Ejecutivo evaluará esa propuesta; si responde a las condiciones que se estiman indispensables para una tarea de semejante responsabilidad, se le prestará el acuerdo en las mismas condiciones hechas anteriormente", subrayó.


 El obispo castrense representa un cargo público, tiene un rango equivalente a subsecretario y recibe fondos y sueldo del Estado.


 Así las cosas, la relación gobierno-Iglesia podría distenderse o tensarse más de acuerdo con la conducción eclesiástica que sea designada en noviembre próximo cuando haya elecciones en el Episcopado. Este organismo agrupa a los cien obispos del país.


 Su actual titular, el arzobispo de Rosario, monseñor Eduardo Mirás, no podrá ser reelecto porque cumplió 75 años. Al arribar a esa edad, los obispos deben presentar su renuncia al Papa. Uno de los candidatos firmes para llegar a la mesa chica de la conducción es el obispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer.


 Al cabo, la separación de Baseotto quedará como una nueva batalla entre la Iglesia y algunos gobiernos de turno. Las gestiones de Julio Argentino Roca (en 1884), Marcelo Torcuato de Alvear (1926), Juan Domingo Perón (1954) y Raúl Alfonsín (1987) ofician como antecedentes.