Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

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Bahía Bustamante

El único pueblo alguero Bahía Bustamante es un pueblo de tan sólo 40 habitantes que se dedican a la recolección de algas marinas en el extremo norte del Golfo San Jorge, en Chubut. Su historia comenzó en los años '50, cuando Lorenzo Soriano, fabricante del fijador de cabello Malvik, buscaba un alga para reemplazar la goma que traía desde la India y cuya importación se había cerrado. No la encontró pero descubrió otra de la que se extrae el agar-agar, sustancia que se emplea en la industria alimenticia. El lugar surge como un destino turístico de naturaleza y con una rica fauna marina en un pequeño archipiélago.

El único pueblo alguero








 Bahía Bustamante es un pueblo de tan sólo 40 habitantes que se dedican a la recolección de algas marinas en el extremo norte del Golfo San Jorge, en Chubut. Su historia comenzó en los años '50, cuando Lorenzo Soriano, fabricante del fijador de cabello Malvik, buscaba un alga para reemplazar la goma que traía desde la India y cuya importación se había cerrado. No la encontró pero descubrió otra de la que se extrae el agar-agar, sustancia que se emplea en la industria alimenticia. El lugar surge como un destino turístico de naturaleza y con una rica fauna marina en un pequeño archipiélago.








 El cierre de importaciones desde la India enfrentó a Lorenzo Soriano, un español de Jaén, a la necesidad de buscar una sustancia alternativa o de reconvertir su actividad comercial.


 Con ese propósito se largó a caminar por las costas patagónicas y llegó a una bahía que los nativos del lugar, muy pocos, llamaban "Bahía Podrida", donde encontró una acumulación de algas en estado de putrefacción y una naturaleza tan virgen como jamás había visto.


 En Bahía Bustamante decidió cerrar para siempre su etapa de fabricante del Malvik --que en ese tiempo competía con la marca Brancato-- y se lanzó a probar suerte, extrayendo de las algas de ese lugar una gelatina vegetal que se emplea en la elaboración de alimentos, especialmente en lácteos y dulces.


 En la soledad de la estepa patagónica, Soriano plantó el primer eslabón de su nueva actividad comercial, que siguió con la reconversión de su fábrica de Martínez, en el conurbano bonaerense, y con la instalación de una planta en Gaiman, uno de los enclaves galeses de Chubut, donde actualmente trabajan cien personas.


 Cuando la ansiedad por el nuevo emprendimiento aflojó, Soriano miró a su alrededor y descubrió un archipiélago de pequeñas islas, apenas diez, en la vecina Caleta Malaspina.


 Allí anidan aves playeras; apostaderos de pingüinos Magallenes y lobos marinos; playas de arena blanca atrapadas entre rocas coloradas y sitios arqueológicos que remiten a 60 millones de años atrás.


 En el bosque petrificado, caminando por el filo de una barda, se llega hasta el paraje "La Pirámide", donde se escucha el impresionante silencio patagónico.


 Convencido de que se iba a quedar allí para siempre, dedicado a la industria de las algas marinas, en los años '60 Soriano decidió construir, con sus hijos, el pueblo de Bahía Bustamante.


 En ese entonces, para generar recursos, ya estaba exportando fardos de algas secas a Japón, país que, además, le proporcionó la tecnología adecuada para iniciar su propio negocio.




 Nace un poblado.


 Soriano construyó el pueblo con una concepción urbanística que aparece en otros asentamientos que comenzaron siendo privados y devinieron en pueblos, es decir, con un diseño donde se marcan claramente las jerarquías de los trabajadores.


 Frente al mar, las casas de los jerárquicos; detrás, la gamela para los solteros y, por último, las viviendas de los casados.


 Le agregó depósitos, talleres y una proveeduría.


 También levantó una escuela, una sala de primeros auxilios, trajo un destacamento policial y erigió una iglesia, la de Nuestra Señora de Luján, y una cancha de fútbol, indispensable para entretener el ocio.


 En sus mejores tiempos la actividad comercial de Bahía Bustamante llegó a emplear a 400 trabajadores que, con sus familias, elevaba la población a 600 personas.


 Fue de a poco, como suelen ocurrir estos cambios, que la llegada de nuevas tecnologías para la recolección de algas marcó el inició del ocaso.


 Hoy, si bien los 40 hombres trabajan todo el año, sus familias llegan a acompañarlos en diciembre y se marchan en marzo.




 Buscando otro perfil.


 Matías Soriano es nieto del pionero, quien murió en 1987, y parte de la tercera generación familiar dedicada a la "cosecha" alguera, de la que --dice-- "se realiza según el flujo de las mareas".


 Explicó que primero se hacia hombreando bolsas; después, con carros arrastrados por caballos; luego, con tractores y, finalmente, con palas cargadoras mecánicas.


 Revela que hay tres formas de cosechar algas: por `arribason', que son las que llegan naturalmente a la playa; con redes, llegando en lancha hasta las zonas de captación, y buceando, para sacar cierto tipo de algas que quedan enganchadas en las profundidades.


 Ahora bien, vale preguntarse cómo llegó el turismo a este apartado lugar de la costa patagónica.


 Matías explicó que en los últimos años arribaban visitantes extranjeros que llegaban por casualidad o alertados por algún poblador.


 Se interesaban por conocer el proceso que se realiza allí con las algas y, también, por el avistaje de aves.


 "Con mi hermano Gonzalo, agregó, comenzamos a recibirlos como un hobby, pero el año pasado decidimos acondicionar cuatro casas frente al mar, organizar excursiones en lancha hacia el archipiélago y visitas al bosque petrificado".


 Armaron, además, un menú de comidas regionales con productos autóctonos, como algas marinas, carne ovina, pescados y mariscos.


 También llevaron la propuesta de turismo natural a las agencias de viajes, y lograron que muchos contingentes permanezcan una noche en el pueblo, para luego seguir camino hacia los atractivos cercanos de la Ruta 40.




 Transformando las algas.


 Sobre el proceso industrial, Matías informo que desde que las algas entran desde los depósitos, hasta que salen en forma de polvo, se necesitan cuarenta horas.


 Luego se envasan y se envían a Buenos Aires para la comercialización.


 Reveló que por año se pueden sacar unas mil toneladas de algas secas.


 Los Soriano de esta generación vieron, en el turismo, una manera de diversificar la principal actividad comercial.


 Propusieron, también, la visita a una de las tres estancias que la familia posee sobre la bahía, --con 20.000 animales que producen carne y lana--, y mostrando su emprendimiento más nuevo, la cría de mejillones, que iniciaron hace tres años y del que obtienen 30 toneladas anuales, con el objetivo de llegar muy pronto a las 100.


 "Trabajamos en una zona de captación en aguas de Caleta Malaspina", informó Matías.


 Acotó que están usando el sistema `on line', que es el que utilizan los criadores de mejillones de Chile, a través del cuál se obtiene un animal joven y tierno, de vuelva fina y, esencialmente, sin nada de arena.


 El método `on line' consiste en fijar en el fondo marino dos apoyos de cemento, a cien metros de distancia uno del otro, de los que parte la soga madre que flota en la superficie sostenida por boyas.


 De la soga madre se cuelgan otras, de siete metros, en las que se plantan las semillas de mejillones que engordarán y estarán listos para vender en once meses.


 El pueblo que construyó Lorenzo Soriano tiene un definido perfil turístico: sólo para espíritus que buscan paz y sosiego en tierras vírgenes.


 Los visitantes ya comienzan a recorrer sus calles con nombres de algas, como la Avenida Gracilaria y la Avenida Macrocystis, y saben que un grupo generador de energía proporciona luz desde las 7 de la tarde hasta la medianoche.


 Tal vez, para que nadie se pierda el espectáculo de los cielos clarísimos y estrellados y la salida de la luna sobre la bahía.

CORINA CANALE

Dónde está








 Bahía Bustamante está al sur de la localidad de Camarones (90 kilómetros por la ruta nacional 1) y entre las ciudades de Comodoro Rivadavia (180 kilómetros) y Trelew (250 kilómetros). De la ruta nacional 3 se halla a 35 kilómetros, por un tramo de excelente ripio.

Cómo llegar






 Además de por vía terrestre, se puede arribar mediante avión, ya que el pueblo de Bahía Bustamante tiene una pista de aterrizaje.

Que se puede ver






 En el pueblo se puede visitar la iglesia de Nuestra Señora de Luján. En materia de aves, colonias de cormoranes, Quetros, garzas, gaviotas, gaviotines, petreles, skúas. La fauna marina está compuesta por: orcas, toninas, delfines. En en su paso migratorio hacia o desde Península Valdes, pasan por este lugar elefantes marinos y ballenas francas. La fauna terrestre comprende: maras, choiques, guanacos, peludos, zorrinos, martinetas y zorros grises.


Dónde informarse







 Más información se puede conseguir en Lihué Expediciones, con teléfono (011) 5031-0070; e-mail: [email protected] o en la web: www.bahiabustamante.com

Qué incluye






 El programa incluye alojamiento, desayuno, almuerzo y cena. También, navegación hasta los apostaderos de lobos, pingüinos y aves marinas, con visita a la zona de engorde de mejillones.


 Otra parte del plan comprende la visita al Bosque Petrificado y a Sitios Arqueológicos; interpretación de la industria alguera; recorrido de una estancia, (corrales, galpones de esquila) y observando, según la época, tareas de destete o señalada.


Cuánto cuesta







 La tarifa por día y por persona, en base a habitación doble, (IVA incluido) es de 70 dólares. Los menores de 3 años van sin cargo y los chicos de 3 a 12 años pagan el 50 por ciento. El valor no incluye bebidas ni comidas extras.



Qué mas hacer








 Entre las actividades opcionales aparecen cabalgatas, trekking, pesca y mountan bike.


Datos históricos









 Una expedición española del 1670 traía dos naves: "Descubierta", al mando del italiano Alessandro Malaspina, y "Atrevida", comandada por José de Bustamante y Guerra.


 De esos marinos tomaron el nombre la bahía y la caleta de la costa chubutense.