Bahía Blanca | Martes, 12 de agosto

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Barrio de la Asociación Viajantes del Sur

La creciente inseguridad que se vive, con mayor o menor crudeza, en distintos puntos de la ciudad, también se palpa plenamente en el barrio de la Asociación Viajantes del Sur, un sector que afronta, además, otras problemáticas. Cristian Pérez, propietario, desde hace más de tres años, de un pequeño comercio situado en Patagones al 2400, sufrió, tiempo atrás, un asalto perpetrado a punta de pistola y, desde entonces, vive con temor.


 La creciente inseguridad que se vive, con mayor o menor crudeza, en distintos puntos de la ciudad, también se palpa plenamente en el barrio de la Asociación Viajantes del Sur, un sector que afronta, además, otras problemáticas.


 Cristian Pérez, propietario, desde hace más de tres años, de un pequeño comercio situado en Patagones al 2400, sufrió, tiempo atrás, un asalto perpetrado a punta de pistola y, desde entonces, vive con temor.


 "De noche, esto es tierra de nadie. No hay iluminación y, encima, la patrulla policial no viene, porque este sector está alejado y argumentan que no cuentan con los medios necesarios como para realizar una recorrida periódica", destacó.


 El barrio contemplaba, inicialmente, 336 viviendas, de las que, en una primera etapa, se terminó un centenar, que hoy están habitadas, mientras que la segunda parte fijaba un número similar de unidades habitacionales, de las que sólo la mitad pudo levantarse hasta el techo.


 Pérez habita, justamente, frente al predio en el que se encuentran estas casas de la segunda etapa, todas de ladrillos con techos de tejas, que hoy lucen sin pisos ni aberturas, en medio de un general estado de abandono.


 "Estos terrenos resultan verdaderos refugios de delincuentes, que se escudan en las sombras no sólo para beber, sino para realizar tareas de inteligencia, con la intención de cometer algún ilícito", indicó el comerciante.


 Para Pérez, "pareciera que las autoridades de la ciudad aguardan que suceda algún hecho de gravedad, para después actuar.


 "Hubo que esperar que le pegaran un tiro a una persona para que recién después iluminaran la entrada al barrio e, incluso, que me asaltaran a mí, para que colocaran otras dos luminarias", añadió.

A medio terminar




 El plan, realizado en forma conjunta por el Instituto Provincial de la Vivienda y la Asociación Viajantes del Sur, tropezó con múltiples inconvenientes que motivaron que apenas se concluyera un tercio de las viviendas previstas.


 "Los problemas se agudizaron cuando comenzó la construcción de la segunda etapa, por lo que las casas quedaron a medio terminar. Además, optaron por techarlas a todas, en vez de ir terminándolas de a una, para así poder entregarlas, teniendo en cuenta que cada vivienda tiene su adjudicatario", acotó el vecino.


 En tanto, los pastizales siguen cobrando altura, mientras se multiplican los robos (algunos, cometidos a plena luz del día) de lo poco que queda.


 "El estado de abandono es tal que el otro día maté una víbora yarará en la puerta de mi casa y mi vecino, que tiene cuatro chiquitos, encontró otra en el patio", comentó Pérez.


 El comerciante dijo haber llamado, hace poco menos de un año, a La Plata, para informar al ministerio de Obras y Servicios Públicos de lo que estaba sucediendo.


 "Enseguida enviaron dos inspectores para corroborar mis dichos y después pusieron dos serenos para cumplir funciones de vigilancia, además de colocar algunas luces y realizar tareas de mantenimiento en el predio", resaltó.


 La buena nueva duró lo que un suspiro y, al cabo de dos meses, todo volvió a la "anormalidad".


 "Lo peor que podría pasar es que suceda lo mismo que en el barrio Mara; es decir, que usurpen las viviendas, teniendo en cuenta que en ese barrio lo hicieron cuando las casas ni siquiera tenían techo", sostuvo.


 Tras destacar las gestiones realizadas ante el presidente de la Asociación Viajantes del Sur, Juan Carlos Pistone, "para que alguien tome cartas en el asunto", Pérez también aguarda que se termine otro tema no menos preocupante: la red de gas natural.


 "Durante la gestión de Jaime Linares, fueron donados todos los caños para extender la red desde Villa Harding Green, por un valor que osciló los 70 mil pesos. El sindicato firmó un convenio, comprometiéndose a realizar el zanjeo, pero después se realizaron 400 metros y todo quedó abandonado", concluyó Pérez.

Las razones de la asociación gremial




 Juan Carlos Pistone, presidente de la Asociación Viajantes del Sur, culpa a los desfases económicos de los últimos años como el principal motivo que condujo a que las obras se paralizaran.


 "El Instituto no nos aumentó un solo peso, las cuotas siguen manteniendo el mismo valor (190 pesos) y el descalabro financiero hizo el resto. Hubo que recalcular todo otra vez, pero aun así no fue suficiente para reanudar los trabajos", indicó.


 Pistone explicó que el Instituto de la Vivienda pretendería concretar la construcción de las 136 viviendas restantes del plan.


 "Si bien los tiempos del Instituto no son los mismos que los nuestros, esta vez nos aseguraron que, en los próximos días, enviarían el dinero que no sólo nos permitiría continuar con la construcción, sino, además, terminar la obra de gas natural", añadió.


 En otro orden, aseguró que los adjudicatarios deberían aportar alrededor de 200 mil pesos, "pero hay muchos que, desde hace años, dejaron de pagar".


 También reconoció que algunos vecinos alegaron que no pagarán hasta tanto esté la red de gas y, por otra parte, sean reparadas algunas viviendas que presentan deficiencias.


 "En este aspecto, nosotros nos comprometimos y queremos cumplir", admitió.


 Asimismo, dijo que, una vez que los trabajos se reanuden, volverá a haber vigilancia, habida cuenta que está prevista la contratación de dos serenos que cumplirán horario diurno y otros dos para vigilar en horas de la noche.


 Finalmente, resaltó que los caños donados por la comuna para la concreción de la red de gas natural están en poder de la empresa Provin, encargada de realizar la obra.