Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

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Caballero talentoso armado con su BANDONEON

Hace unos cuantos años, una noche de las tantas en las que, bandoneón en mano, se animaba a llenar el escenario del mítico local Caño 14, un risueño Osvaldo Piro se dio el lujo de detener una ejecución para compartir con su auditorio el motivo de su sonrisa. "¿Sabén por qué me río? Recién estaba en el baño y mientras hacía lo que tenía que hacer, sentí un ruido raro y ví que la persona que estaba al lado mío se puso a hablar por teléfono. ¡Hablar por teléfono mientras alguien hace sus necesidades! ¿Adónde iremos a parar?", se preguntó el bandoneonista, con su voz cascada.
Caballero talentoso armado con su BANDONEON . Opinión. La Nueva. Bahía Blanca




 Hace unos cuantos años, una noche de las tantas en las que, bandoneón en mano, se animaba a llenar el escenario del mítico local Caño 14, un risueño Osvaldo Piro se dio el lujo de detener una ejecución para compartir con su auditorio el motivo de su sonrisa.


 "¿Sabén por qué me río? Recién estaba en el baño y mientras hacía lo que tenía que hacer, sentí un ruido raro y ví que la persona que estaba al lado mío se puso a hablar por teléfono. ¡Hablar por teléfono mientras alguien hace sus necesidades! ¿Adónde iremos a parar?", se preguntó el bandoneonista, con su voz cascada.


 Esa breve anécdota, presenciada en vivo por algún fiel admirador bahiense, sirvió para iniciar una conversación que no cuesta nada que fluya por tópicos diversos.


 Los argentinos se entregaron sin luchar contra la tiranía de los teléfonos celulares y a Piro se le cumplió el vaticinio.


 Por suerte (a diferencia de otras ocasiones) ninguno de estos artefactos interrumpió el excelente concierto que ofreció el jueves de la semana pasada en el Teatro Municipal, en el marco de la programación ofrecida para festejar los 90 años de la sala insignia de la ciudad.


 "Me defiendo como puedo de esta sociedad de consumo que es bastante nefasta. Por eso no uso celular, para que no me persigan. Es un gran aporte a mi objetivo de tratar de vivir en paz", comenta.


 En ese mismo sentido --y un poco paradójicamente tratándose de todo un arquetipo de porteño-- explica que con "gran placer" hace un tiempo que está viviendo en Córdoba, donde dirige la Orquesta Provincial de Música Ciudadana.


 "Recuperé la siesta y puedo escribir con más tranquilidad. En realidad no tengo claro si estar afuera de la vorágine es una cuestión de geografía o de edad. Cuando uno es joven tiene ganas de avasallar la vida, pero a cierta altura encontrar un tiempo para dormir la siesta no viene nada mal", asume.


 Ese atalaya existencial desde la que observa el panorama este personaje --uno de los más sagrados en el santoral tanguero-- se yergue sobre 66 años de edad y casi medio siglo edificando una de las más sólidas trayectorias artísticas relacionadas con el tango.


 Un punto a partir del cual se puede elegir cómo, cuando, por qué y, sobre todo, con quiénes, trabajar.


 O, en realidad, gozar y hacer gozar, haciendo música...


 "El quinteto que me acompaña aquí está integrado por los solistas que tenía en la orquesta grande: Antonio Pagano, en contrabajo; Oscar Elía, en piano; Ricardo Domínguez, en guitarra y Fernando Quiroga, en flauta", enumera con afecto.


 Como ellos están radicados en Buenos Aires, sus viajes entre la ciudad mediterránea y la Capital Federal son constantes.


 Pero para alguien cuyo nombre fue impuesto como homenaje a una de las esquinas más emblemáticas del laberinto porteño --nada menos que la interesección de la avenida Corrientes con la peatonal Florida--, diez o doce días de permanencia a pocos kilómetros de las bucólicas sierras cordobesas por rápidas escapadas de 24 o 48 horas al asfalto porteño, para ensayar un poco o hacer alguna presentación muy especial, prácticamente suenan a un preludio de retiro.


 "De vez en cuando me invitan a dirigir la Orquesta de Buenos Aires que conducen Carlos García y Raúl García. Hace poco estuvimos en el Teatro Colón y de esa actuación no me voy a olvidar nunca, porque también invitaron a Julián Plaza y, ésa fue la última vez que actuó. Poco después, lo perdimos", rememora, sinceramente emocionado.


 Hay quienes dicen que la casualidad es el dios de los necios, pero lo cierto es que de aquel espectáculo quedó una grabación que próximamente será publicada en forma de disco compacto.


 "No es ni más ni menos que lo que merecía un autor de un talento brutal y una persona impecable como Julián", anuncia.


 Esa placa contendrá el estreno de una de las últimas creaciones de Piro, una tango que se llama Tangobbiado, dedicado a uno de sus máximos referentes, el legendario violinista Alfredo Gobbi.


 "Tengo muchas expectativas, porque es una partitura pensada para una orquesta grande. Habría que arreglarlo mucho para hacerla con un quinteto", señala el creador de Octubre.


 En concordancia con sus rebeldías, Piro se muestra ajeno a cualquier aporte cibernético a la hora de componer y arreglar música.


 "Todavía me fascina la posibilidad de escribir con un lápiz y borrar con una goma cuando no me gusta una frase. Las máquinas no componen ni piensan. La inspiración te la da Dios y puedo pasarme muchas horas sentado en el mundo de los sonidos, pero no frente a una pantalla. No es de mi generación, ni tengo ganas a esta altura de aprender", enfatiza, levantando, por las dudas levemente, el tono.


 Pese a que muchos consideran a su sonoridad como un nexo perfecto entre la vieja y la nueva guardia, el bandoneonista tiene argumentos para resistirse a las simplificaciones provenientes del universo digital.


 "Esa es una facilidad de la que pueden echar mano aquellos arregladores que no conocen cada instrumento. En mi caso, como tengo esa formación, por haber estudiado bastante, no necesito computadoras", aclara.


Sobre erotismos y ostracismos







 Osvaldo Piro vive en Córdoba. ¿Será que la Docta se aporteñó un "cacho" o tan sólo otra consecuencia de una globalización a la que, cuando se trata de Tercer Mundo, todo le da lo mismo?


 "La globalización la sufrimos de otra manera y no entre nosotros. La padecemos con la invasión que desde hace tantos años este continente está sufriendo. Ya no somos dueños ni de nuestras discusiones culturales", se lamenta.


 Y para sostener su postura, se remite a irrefutables pruebas históricas.


 "Entre 1940 y 1950, la única década del siglo XX en la que este país pudo ser país, el tango funcionó internamente como un muy buen negocio. No estoy hablando de ideologías políticas sino de un tiempo en que, como los grandes intereses internacionales estaban ocupados en la Segunda Guerra Mundial, nos dejaron ser nosotros y la gente disfrutó naturalmente de su música. Cuando pasó la guerra, el poder volvió a desparramar sus tentáculos culturales y el tango quedó relegado a un segundo plano comercial", fundamenta.


 No obstante, asegura que ese tiempo de ostracismo le permitió al género evolucionar musicalmente.


 "Fue cuando apareció la generación de 1960, que empezó a estudiar mucho, provocados y pinchados por Astor Piazzolla que proponía cosas nuevas permanentemente y por eso sufrió y padeció bastantes resistencias", recuerda.


 Hoy en día, el Primer Mundo vuelve a consumir tango, pero casi como un elemento erótico, cuya sugestiva danza logra ponerle algo de tibieza a las gélidas idiosincrasias anglosajonas.


 "Eso no es un demérito. Digamos que fue un redescubrimiento que empezó con el espectáculo Tango argentino. Sé bien como fue la cosa porque en esos años yo vivía en Francia y ví como los europeos quedaron deslumbrados con este baile. Pero la danza no se puede despegar de la música. Aún así, y lamentablemente para ellos, allá se pierden el tango-canción. No lo alcanzan a entender", agrega.


 No obstante, para tranquilidad de quienes le profesan una merecida devoción como guardián de ciertas liturgias tangueras que ven seriamente cuestionados sus pretensiones de inmortalidad, aclara que ni la posibilidad de ganar billetes verdes con facilidad, será tentación suficiente para resignar sus banderas.


 "Nunca tuve una orquesta bailable y menos la pienso tener ahora que trabajo a cuentagotas. Eso sí, gustosamente, me pierdo que me inviten desde Estados Unidos. Sólo de paso hacia Japón, conocí Nueva York", comenta este descendiente de griegos, como sus colegas Anibal Troilo y Rodolfo Mederos, otra "casualidad" en la que reparó el entrañable Julián Centeya.


En Japón también hay un "minón"







 Pese a que es uno de los que más y mejor explota la fascinación que la música de Buenos Aires ejerce en el pueblo japonés, Piro no encuentra explicaciones para tal fenómeno.


 "Son tan distintos a nosotros, en todos los órdenes que no se puede entender cómo y por qué les gusta tanto el tango", dice.


 La primera excursión de este músico por el Lejano Oriente constó de 55 conciertos en 44 ciudades, distribuidos en 80 días.


 "Indefectiblemente, había 2.500 personas en cada sala que se vuelven locas escuchando un concierto para el que ya habían comprado la entrada con un año de anticipación y se habían preparado escuchando grabaciones y leyendo folletos, porque claro, está todo incluido en el precio. Son increíbles. No parecen otro país, sino... otro planeta", destaca.


 Esta admiración no fue motivo para que el bandoneonista brindara un homenaje a los nipones no exento de cierta sutil ironía, en la que parecen renacer los atributos del noctámbulo que alguna vez, y a mucha honra, fue.


 "A mi me contrató una empresa que se llama Min On Concert. Pregunté que quería decir Min On en japonés y me explicaron que era algo así como "música de los pueblos". Como para mí, obviamente, quiere decir lo mismo que para todos nosotros, jugué con el nombre y compuse el tango Minón, que estrené allá. La verdad es que creo que nunca entendieron muy bien el significado nuestro, pero les gustó como sonó el tema. Fue un éxito", comenta con una sonrisa.


 El final de la charla permitió conocer su postura respecto de una pregunta que muchos suelen hacerse últimamente: ¿son los bohemios una especie en vías de extinción?


 "La vida ha cambiado también en estas cosas. En mi caso, tengo el ejemplo de Alfredo Gobbi, a cuyo lado me formé. Acaso uno de los más maravillosos talentos musicales que haya conocido, pero, se quedó en el camino por causa de sus indisciplinas personales. Los años son los que te llevan a otros ritmos", asume.


 En ese sentido, reconoce haber invertido muchísimas horas en boliches con amigos.


 "Lo hacía porque me gustaba, pero ya no encuentro satisfacción en eso. Ahora me gusta estar con mi mujer, en mi casa, leyendo un libro, mirando una película o reunido con amigos, pero ya no pululando por la calle, sino en el seno de un hogar", concluye.





Una luz que brilla pero no deslumbra

* Compositor, director, arreglador y bandoneonista, Osvaldo Piro es el ahijado artístico de Aníbal Troilo, quien le dejó en herencia su instrumento y del genial poeta Cátulo Castillo.
* Fue declarado "Ciudadano ilustre de Buenos Aires", una ciudad que lo homenajeó poniéndole su nombre a una de sus esquinas más representativas: Corrientes y Florida.
* Realizó giras por toda América Latina y Europa, pero su mayor éxito internacional se produjo en Japón, donde se lanzaron tarjetas telefónicas de colección con la foto de su orquesta.
* Dentro del tango compartió escenario con figuras de la talla de Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Roberto Goyeneche, Horacio Salgán o su ex mujer y madre de sus dos hijos, Susana Rinaldi, con quien mantiene una excelente relación.
* Fuera del tango, su prestigio motivó invitaciones para actuar junto a Julio Bocca y Eleonora Cassano, Maximiliano Guerra, Lalo Schifrin, Armando Manzanero, Alberto Cortez y Joaquin Sabina, entre otros.