Bahía Blanca | Domingo, 06 de julio

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Emotivo regreso de Paralamas a la Argentina

BUENOS AIRES (Télam) -- Luego de tres años de ausencia, el grupo brasileño de rock Os Paralamas Do Sucesso regresó anteanoche a la Argentina con un emocionante show, del que participaron los músicos locales Charly García, Fito Páez, Ricardo Mollo y Los Pericos, afianzando el estrecho lazo que une al trío con su público, que colmó --en número y afecto-- la sala del porteño teatro Gran Rex en la primera de dos funciones.




 BUENOS AIRES (Télam) -- Luego de tres años de ausencia, el grupo brasileño de rock Os Paralamas Do Sucesso regresó anteanoche a la Argentina con un emocionante show, del que participaron los músicos locales Charly García, Fito Páez, Ricardo Mollo y Los Pericos, afianzando el estrecho lazo que une al trío con su público, que colmó --en número y afecto-- la sala del porteño teatro Gran Rex en la primera de dos funciones.


 Alegría, compromiso y una mirada política respecto de la realidad que vive Latinoamérica, fueron los condimentos de un recital en el que el cantante y guitarrista Herbert Vianna (después del trágico accidente en el que perdió la vida su mujer y que lo dejó paralítico) fue protagonista y principal hilo conductor.


 Con la imagen de una carretera que sintetiza el concepto de su último disco Longo caminho, Paralamas abrió el recital ante un público que lo ovacionó de pie.


 El grupo abordó el rockero Calibre, en el que un Herbert "más conectado con el corazón" repite desde su silla de ruedas colocada a la izquierda del tablado "vivo sin saber hasta cuando estoy vivo, vivo sin saber el calibre en el que vivo", texto que escribió antes del suceso que cambió su vida y que forma parte de la flamante placa.

Mollo, Fito, Charly...




 En esa línea le siguieron los distorsionados Mensagen y Selvagem, hasta la primera aparición de la noche, la de Ricardo Mollo (guitarrista, cantante y líder de Divididos), que acompañó al grupo en el pasaje musical más crudo del concierto, que recuperó la amplitud sonora de una banda que en su anterior visita se presentó desde una propuesta acústica.


 El segmento pop que permitió continuar disfrutando de la solidez del bajista Bi Ribeiro y del baterista Joao Barone, llegó con los temas Running, Soldado, Já nao consigo y Track track, para el cual Herbert invitó a subir al escenario a su creador, Fito Páez, quien se sumó a la bella versión del trío, ilustrando uno de los momentos más emotivos de la noche.


 La segunda parte del espectáculo agrandó la estructura musical con el aporte de Joao Fera en teclados, Eduardo Lyra en percusión, José Monteiro en saxo y Bidu Cordeiro en trombón, quienes aportaron el color y el toque rítmico y alegre que signa buena parte de la música de su tierra, con canciones como Dos margaritas, Longho caminho, Nessa época (en el que Fito volvió a escena para tocar el teclado) y la dulce balada Cuide bem.


 "La fuerza de unión de nuestros países debe servir para tanta gente que está en el fondo de la estructura social y en Brasil se dio el hecho inédito de que una de esas personas llegó a la presidencia de la República", subrayó el cantante en una de las tantas referencias que hizo a la situación política pero que en este caso remató exhibiendo su adhesión a Lula da Silva, el mandatario de su país.


 En esta suerte de repaso por una carrera de más de 20 años, Paralamas también tocó los clásicos más aclamados por el público argentino como La linterna de los afiebrados y Caleidoscopio (dos temas referidos a la situación de pobreza) y ya con gran parte de Los Pericos que irrumpieron en escena, entregaron Lourinha Bomburil, el súper hit Inundados y Párate y mira, con el Bahiano arengando a la platea treintañera que no dejó de bailar y aplaudir al ritmo de la música para dar forma a lo que Herbert describió como un "carnaval en Buenos Aires".


 Pero las sorpresas no terminaron allí, ya que la presencia de Charly García le dio otro relieve al recital, cuando desde su teclado entonó sus temas Mi vicio y El rap de las hormigas.


 Ni el carisma de Charly opacó la imagen de Herbert Vianna, a quien la gente y los músicos respetaron, le ofrecieron su cariño y le dieron el lugar de indiscutible estrella de la velada.


 Otra vez Ricardo Mollo pisó el escenario para compartir otro signo de unión musical con el clásico de Sumo Mi bandera, que hasta permitió que Vianna confesara que su hijo mayor se llama Luca en honor al artista que lideró aquella mítica banda.


 Besos, abrazos, palmadas y una tonelada de aplausos se precipitaron sobre un Herbert de perfil místico que se mostró como el hombre calvo que encuentra en la música el vehículo para seguir adelante y entregar su mensaje y su visión del mundo.