Algunos entretelones del "primer milagro bahiense"
En teoría, los milagros nunca se ven en el instante en el que ocurren sino que deberían manifestarse a través de sus consecuencias. No obstante esa presunción, el testimonio que la hermana Lisa prestó ante una comisión investigadora --conformada a requerimiento del Vaticano para el estudio de la que finalmente sería considerada por la Iglesia como la primera sanación inexplicable comprobada en la historia de la Arquidiócesis de Bahía Blanca-- asegura que, en el preciso instante en que ella colocó la medalla metálica con la reliquia de la hermana María Doménica Mantovani sobre la frente de la beba poco antes accidentada con suma gravedad, el pequeño cuerpo de la recién nacida se estremeció.
En teoría, los milagros nunca se ven en el instante en el que ocurren sino que deberían manifestarse a través de sus consecuencias.
No obstante esa presunción, el testimonio que la hermana Lisa prestó ante una comisión investigadora --conformada a requerimiento del Vaticano para el estudio de la que finalmente sería considerada por la Iglesia como la primera sanación inexplicable comprobada en la historia de la Arquidiócesis de Bahía Blanca-- asegura que, en el preciso instante en que ella colocó la medalla metálica con la reliquia de la hermana María Doménica Mantovani sobre la frente de la beba poco antes accidentada con suma gravedad, el pequeño cuerpo de la recién nacida se estremeció.
"Ella temió que se hubiera muerto en ese instante, pero sucedió todo lo contrario".
Esta y otras sorprendentes revelaciones surgen de una conversación con el canciller de la Curia Local, monseñor Pedro Laxague, quien, con algunas entendibles reservas, accedió a conversar sobre la histórica cuestión.
"Bahía Blanca fue beneficiada con esta señal. Lo importante es tener presente que el Señor siempre es bueno con sus hijos, pero, de vez en cuando, se le puede escapar un poco más de cariño", explicó el sacerdote.
Según fundamentó Laxague, las reservas surgen del pedido de mantener el anonimato de la propia familia de la niña que se vio beneficiada con una gracia extraordinaria por parte de Dios y también de la voluntad de evitar cualquier atisbo de pensamiento mágico.
"Por supuesto que nos alegra que algo así pudiera ser fehacientemente comprobado en nuestra Arquidiócesis. Muchas diócesis, aún más antiguas que ésta, desparramadas por todo el planeta, no tienen el privilegio de poder decir alguna vez que se constató un milagro en su jurisdicción, pero la Fe no debe edificarse en base a los milagros sino que tan sólo puede fortalecerse un poco más gracias a ellos", aclaró.
Lo concreto es que gracias a lo sucedido en marzo de 1999, en el Hospital Italiano Regional del Sur, la hermana María
Doménica Mantovani, cofundadora de las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia, fallecida en 1934, es beatificada hoy en una ceremonia en la vaticana plaza San Pedro, presidida por Papa Juan Pablo II.
En nuestra ciudad, esta congregación tiene a su cargo la atención del Pequeño Cottolengo "José Nascimbeni" y presta colaboración en distintos nosocomios, tal el caso del Hospital Italiano, donde aconteció este milagro con todas las letras.
Cabe señalarse que en la escalera de los altares, la beatificación es el peldaño inmediato inferior a la santidad.
Los hechos objetivos. En resumidas cuentas, esta es la historia del milagro, tal y como sucedió: con bastante esfuerzo, y tras algunas complicaciones, un joven matrimonio bahiense logró traer al mundo a su segundo hija.
Sensibilizada por los problemas suscitados con el primer hijo, después del parto, la madre pidió que la recién nacida permaneciera junto a ella, en la habitación, la mayor cantidad de tiempo posible.
Naturalmente agotada por el esfuerzo del alumbramiento, la mujer se quedó dormida con la beba en brazos, con tanta mala fortuna, que la niña rodó desde la elevada cama del nosocomio, se precipitó desde más de un metro de altura, y golpeó su cabeza contra el piso.
A poco del accidente, el diagnóstico fue terminante: la pequeña sufrió una múltiple fractura en el cráneo, lo que le produjo una hemorragia cerebral severa.
Resignados y dada la condición de recién nacida de la víctima del golpe --los huesos de un bebé, en especial los de la cabeza, aún no están solidificados-- los médicos que la atendieron arbitraron todos los medios que estaban a su alcance, incluyendo diversos estudios, hasta la emisión de un veredicto inexorable: "No hay nada más que se pueda hacer, la lesión es muy grave".
Contagiada por la desesperación que, por aquellos momentos dramáticos, embargó a todos en el edificio de calle Necochea, la hermana Lisa tomó una medalla con una pequeña reliquia (una partícula del hábito de la Madre María Mantovani), tocó a la niña y solicitó la intercesión ante Dios de la por entonces Venerable Madre María Doménica.
Sin que hasta hoy se supiera cómo pasó, la niña se recuperó en pocas horas.
"No sólo llamó la atención el hecho en sí, sino la rapidez con que este aconteció y, fundamentalmente, la total ausencia de secuelas que en todos los estudios posteriores evidenció la niña, que hoy vive con toda normalidad y hasta viajó a Roma para estar presente en la ceremonia", explicó Laxague.
¿Un segundo milagro? Demostrando un fino sentido de la ironía, monseñor Laxague no duda en asegurar que no hay mayor milagro que demostrar que un milagro fue, efectivamente, tal cosa.
No obstante la humorada, sabido es que, últimamente, los criterios se han flexibilizado bastante y los procesos de canonización, simplificado por obra y gracia de Juan Pablo II, quien, entre otros méritos, pasará a la historia como el mayor santificador de la historia católica.
"Lo importante es que esto se logró sin perder ni un ápice de la proverbial rigurosidad con la que tradicionalmente se ha manejado la Congregación para las Causas de los Santos, encargada de llevar adelante los procesos que permiten elevar a los altares a aquellos personas que hayan vivido en grado heroico las virtudes cristianas", señaló.
En ese sentido, recordó que transcurridos los cinco años desde el fallecimiento, según lo marcado por las leyes canónicas, pueden iniciarse las causas de santificación de aquellas personas que se considere que han muerto en estado de santidad.
Una vez aceptada esa petición, el Vaticano habilita a los fieles de todo el mundo para que recen a Dios mediante la intercesión de estos "venerables".
"La única prueba fehaciente de que esa comunicación se produjo es mediante la concesión de un milagro", agregó Laxague.
Cuando se comprueba un primer milagro, se lo declara "beato" y en caso que se compruebe un segundo, se lo proclama "santo".
"Es lícito desde el punto de vista canónico que todos los fieles de la ciudad a partir de esta noticia, comiencen a rezar con toda devoción para pedir alguna gracia a Dios a través de la hermana María Doménica", consideró.
Al respecto, mencionó que los milagros son todos aquellos hechos que no puedan ser explicados por vía de la ciencia o la razón y se dividen en "morales" y "físicos".
"Los primeros, como se comprenderá, no son mensurables y como tales, casi nunca sirven para ser tenidos en cuenta en un proceso de canonización", dijo.
Los ejemplos pueden ayudar a explicar un poco más esta diferencia.
Si alguien le reza a Dios para conseguir trabajo, puede ser que lo consiga, pero en la práctica, resulta indemostrable que esa gracia se obtuvo merced a una intervención divina.
Incluso, si los cristianos de todo el mundo coinciden en orar, con todo el fervor, para que George Bush y Osama Bin Laden terminen con sus enconos y se alisten juntos del lado de la paz, aun si esto sucede --y nadie puede dudar de que se tratará de un grandioso milagro-- de poco y nada servirá como aporte en algún proceso de canonización.
De allí que, para esta clase de trámites, resulten de muchísima más utilidad ciertas sanaciones inexplicables.
La que curó a esta niña bahiense cuyo nombre --por más que será mencionado por propio Juan Pablo II cuando proclame de la fórmula mediante la cual se beatificará a la hermana María Doménica-- es mantenido en el anonimato por expreso pedido de sus padres, sin dudas es uno de esos casos capaces de causar escalofríos con su sola enunciación.
Según monseñor Laxague, la decisión de manejar la noticia de esta forma obedece a poderosas razones. Entre ellas, la voluntad de evitar tergiversaciones, confusiones o, directamente, contratiempo alguno a quienes recibieron este auténtico "regalo del cielo".
"Tiene que quedar claro que aquí lo importante no es a quién le pasó sino, simplemente, qué sucedió. Si así no se hace, muchas veces, la ignorancia o el fanatismo pueden llevar a que alguien piense que quien se benefició con un milagro, sus ropas y hasta su casa, son como talismanes, capaces de sanar con su solo contacto, lo que, además de ridículo, hubiera sido muy molesto para la niña y su familia", argumentó.
Para fortalecer esta postura, acaso convenga analizar un poco más uno de los más gloriosos milagros de cuantos se adjudican al propio Jesús en el Nuevo Testamento: la resurrección de Lázaro.
"Es cierto que resucitó, pero eso no quiere decir que el buen hombre siga todavía deambulando por el mundo para no incumplir la orden de levantarse y andar que pronunció el Señor, sino que hay que asumir en algún momento que Lázaro se habrá muerto, como cualquiera.
"Quien recibe un milagro no se convierte en un ser sobrenatural", enfatizó.
Con todas las de la ley. Para acercar aún más un entendimiento sobre esta compleja cuestión, Laxague amplió detalles sobre los estrictos requerimientos del Vaticano al respecto.
"En algunos tipos de cáncer se requiere más cautela todavía, porque se conocen ciertas clases que pueden casi desaparecer durante algún tiempo y luego regresar con más fuerza. Para ser tenidos en cuenta como potenciales milagros, deben pasar 10 años sin secuelas de ninguna índole", explicó.
Cabe tener en cuenta que, en algunos casos excepcionales, también se consideran "milagrosas" las sanaciones de algunos males para los cuales existen remedios o tratamientos, como podrían ser las consecuencias de accidentes sucedidos lejos de cualquier posibilidad de rescate o atención.
"Se considera milagrosa a aquella sanación para la cual no hay medicina conocida o, en el caso de que sí la haya, se demuestre que no se encuentra al alcance para ser suministrada en el momento en que se la requiera", agregó.
La evaluación y corroboración de estos casos se lleva a cabo mediante la conformación de una comisión, de acuerdo con precisas instrucciones que recibe el obispo del lugar donde se sospecha que aconteció el milagro, entre las que se incluye la demanda de mantenimiento de un riguroso secreto por parte de sus integrantes.
En este hecho, lo cierto fue que, en un principio, las hermanas mantuvieron lo sucedido en reserva, tal vez sin otorgar real dimensión a lo sucedido.
En una de las periódicas visitas de la Superiora General de la obra, sor Giannandreina Toresco, se le comentó lo acontecido y fue ella quien decidió que el caso reunía los atributos suficientes para sostener con posibilidades la argumentación necesaria para la anhelada beatificación de la cofundadora de la Congregación.
"Se entrevistó con monseñor Rómulo García y le informó que presentaría el caso ante el Vaticano. Un tiempo después, desde la Santa Sede llegaron las directivas y se convocó a quienes integrarían el equipo encargado de llevar adelante tan delicada investigación", reveló Laxague.
En el grupo de trabajo se incluyeron dos sacerdotes: uno dedicado a actuar como nexo directo con el obispo (llamado "Defensor de la Justicia") y otro --conocido en la jerga como "notario"-- comisionado para documentar por escrito cada paso dado por la comisión, sea o no favorable para los fines buscados.
"El tercer miembro, en este caso, fue un médico, de confianza y absolutamente objetivo, con antecedentes que garantizan su conocimiento de causa y no necesariamente católico o cristiano, ya que su función no pasó por ayudar a la posible beata, sino todo lo contrario. Es decir resolver si para la ciencia había formas de explicar de alguna manera el hecho que se investiga", señaló.
Ese trío trabajó durante varios meses, tomando declaración a numerosos testigos directos entre los que se contaron enfermeros, médicos de guardia, familiares y religiosos.
"También otros médicos a los que, aún sin estar involucrados en el tema, dados sus antecedentes, tras presentarles convenientemente las características del caso, se les requirió una opinión sobre el mismo".
El resultado de esa labor, realizada en el más absoluto de los sigilos, se tradujo en una carpeta de más de 300 fojas, a la que se agregaron otras pruebas como radiografías y tomografías en las que se observa con claridad el orden cronológico de lo sucedido.
"Desde las primeras imágenes que dan cuenta de la fractura fenomenal sufrida por una beba de 16 horas de vida, lo que le causó un paro cardiorrespiratorio considerable, pasando por aquella en las que se observa la primera mejoría, hasta la última, tomada cuando solo había pasado poco más de un día del accidente y no quedaban vestigios de lesión; todo está explicado en ese trabajo que se remitió al Vaticano, donde se lo sometió a un nuevo tamiz científico, incluyendo el análisis de otros cuatro peritos médicos", aseguró.
A esos expertos en detectar hasta el más mínimo atisbo de explicación racional, a veces mal se los suele llamar como, "abogados del Diablo" ya que su misión consiste en hacer todo lo posible para que nadie que realmente no lo merezca, sea elevado a los altares.
Todos esos filtros fueron sorteados por esta historia, pasible de ser declarada, con todas las de la ley, como el primer milagro de la historia bahiense.
Como la noticia se conoció hace pocas semanas y se oficializará hoy, si se quiere, puede ser tomada como un buen regalo para la ciudad en el mes de su 175º aniversario.
RECUADRO:
Acción de gracias. Para agradecer a Dios por este milagro y la proclamación de nuevos beatos, hoy a las 20, el administrador apostólico, monseñor Néstor Navarro, presidirá una misa en la Iglesia Catedral. A participar de la celebración, invitan especialmente las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia y las Hermanas Paulinas, ya que su fundador, el padre Santiago Alberione, también será elevado hoy al peldaño inmediato inferior a la santidad.