Bahía Blanca | Miércoles, 08 de mayo

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¡No les roben más a nuestros chicos!

V illa Mitre, Libertad, Pacífico, Bella Vista, La Armonía, San Francisco, Mundial FC... La lista se engrosa mes a mes.

En la edición de ayer dábamos cuenta de los reiterados robos que vienen afectando a predios deportivos locales. Pero tesoneros como son, nada les impedirá seguir adelante.

Trabajando duro para contener y formar a un grupo etario cada vez más desprotegido. Bajo riesgo.

El de nuestros chicos.

* * *

Cierto domingo, un periodista llegó a nuestra Redacción fastidioso porque se había encontrado con el pupitre de la cancha a la que había sido destinado con excremento de paloma.

“Así no se puede trabajar... Es una falta de respeto”, deslizó apenas arribó tras llevar a cabo la cobertura periodística. Y dio rienda suelta a su malestar... “matando” en un puñado de líneas a dicha institución por la supuesta desidia.

Poco, muy poco, tardó ese joven -y promisorio- periodista en bajar sus ínfulas.

Alguien le hizo entender, con palabras ubicadas pero muy firmes, y enérgicas, que su enfoque había sido desmesurado. Y cruel frente al tremendo esfuerzo que desarrollaban tres, cuatro, cinco y con mucha suerte diez personas para tener de pie al club en cuestión.

Que el enorme rol contenedor hacia miles de chicos y adolescentes que desarrollan nuestras entidades deportivas, frente a un escenario plagado de todo tipo de necesidades, es sólo comparable al que llevan a cabo las escuelas, algunas ONG, los comedores... Y no mucho más.

Que ni una palada de excremento de paloma podía tapar un bosque regado de esfuerzo, solidaridad, mancomunión, asistencia, resguardo, formación y, por supuesto, educación.

Con el agregado de que para esas entidades, barriales en su mayoría, no existen muros ni paredones divisorios, en una sociedad cada vez más segmentada entre los que están adentro y los que están afuera. Del sistema, claro.

Por eso, por todo eso, cada vez que los malvivientes flagelan a un predio formativo de cualquiera de nuestros clubes, están dejando al desamparo a muchos de esos jóvenes que se sienten integrados a la sociedad sólo y mediante la camiseta que los cobija. Que los aleja de las adicciones, del desasosiego. De la nada misma.

Más allá de que el municipio haya recogido el guante colaborando con la entrega de remesas de materiales a las entidades afectadas, la sensación es que no alcanza. Que las fuerzas de seguridad deben ponerse a tono con una demanda que cada día se torna más grande.

La de sentirnos más seguros.

Y no a merced de tanta impunidad delictiva.