Bahía Blanca | Domingo, 19 de mayo

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La dramática experiencia de una comerciante

Anabella Gironzi fue maniatada por ladrones que robaron unos 15.000 pesos y joyas de su local, ubicado en 9 de Julio al 3600. También entraron en su casa.

“No terminaba más la pesadilla”, declaró la dueña de un comercio de Villa Irupé que anteayer fue víctima de dos violentos delincuentes, quienes la redujeron y maniataron para sustraerle 15.000 pesos y joyas.

El hecho se perpetró aproximadamente a las 16 del viernes, en la despensa que funciona en la esquina de 9 de Julio y Manuel Ugarte, donde Anabella Gironzi fue sorprendida por los desconocidos, quienes se hicieron pasar como clientes.

“Gracias a Dios estaba sola, mi marido se fue a trabajar, mi hija mayor estaba en la casa de una amiga y la más chica se encontraba en el jardín. Es más, a las 5 iba a cerrar el comercio para ir a buscarlas, pero cayeron estos muchachos”, comenzó a relatar la mujer.

Y agregó: “Fue eterno ese momento. Estos chicos llegaron, compraron una botella de jugo y me pidieron cuatro pesos de gomitas. Hasta ahí estaba todo bien, pero me llamó la atención que los dos tenían camperas cuando a esa altura de la tarde estaba haciendo más de treinta grados de temperatura. Ahí sí empecé a sospechar”.

“Al rato, uno de ellos sacó la billetera, lo hizo de una manera bastante violenta, pero pagaron lo que compraron. Después trataron de permanecer en el lugar --continuó--, empezaron a buscar algunas películas de DVD, tardaron un rato, eligieron, y cuando me consultaron el precio uno de los ladrones sacó el arma y la apoyó en la mesa, mientras que el otro muchacho se fue atrás del mostrador”, explicó Gironzi.

La mujer explicó que los ladrones eran jóvenes.

“Los dos me agarraron las manos para sacarme los anillos, después me arrancaron una cadena que tenía en el cuello y al rato me vaciaron la caja registradora”, contó.

Cuando parecía que el ilícito finalmente llegaba a su fin, un llamado al celular de la damnificada provocó que la pesadilla se prolongara.

"El negocio está pegado a mi casa y dejé mi teléfono en el comedor, que está a pocos metros del lugar donde estaban los ladrones. Al sonar el teléfono, pensaron que había gente en el interior y aprovecharon para verificar que todo estuviera en orden, además de sacarme más dinero, el que, en realidad, era de los ahorros”.

Gironzi explicó que inmediatamente los individuos se dieron a la fuga.

“Lo que queda son los nervios, la impotencia y la bronca, porque uno trabaja todo el día para que vengan unos atorrantes y se lleven lo poco que hiciste”, concluyó.