Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Arrepentimiento, mucho más que un botón

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   ¿Sabías que de acuerdo con una resolución publicada en el Boletín Oficial “las páginas web que venden productos o servicios deben incluir un botón de arrepentimiento para que el comprador pueda anular fácilmente su compra”?

   Comprás, te arrepentís y tenés un plazo de 10 días para dar marcha atrás y te reintegran el dinero; parece fácil y simple, pero el dichoso botón me lleva a pensar en otras cuestiones que dudo se puedan solucionar con un clic.

   ¿Te arrepentís con facilidad? ¿Sos de aquellos que nunca se arrepienten? ¿Volvés sobre tus propios pasos y lamentás haber tomado ciertas decisiones?

   Según Pablo Malo Ocejo, psiquiatra, sostiene que si bien muchos dicen no arrepentirse de nada y no cambiar una decisión ante la posibilidad de volver a tomar otra, lo cierto es que según estadísticas la mayoría de las personas cambiaríamos algunas decisiones.

   El arrepentimiento es “algo especial”, ya que se trata de un estado que no es puramente gobernado por las emociones, no es como la tristeza o la alegría, sino que además de emocional es también cognitivo. La razón y la emoción se amalgaman, se entremezclan y es difícil determinar cuál es el límite de cada una, en ocasiones también entra en juego lo moral.

   ¿Quién no comete errores? ¿Quién está libre de equivocaciones? Durante todo el día tomamos decisiones, aun cuando no decidimos estamos decidiendo, y aunque parezca un trabalenguas y muchos lo nieguen el arrepentimiento está presente.

   Arrepentirse implica dolor y en distintos grados, ya que abarca desde lo hecho a lo no realizado, de lo dicho a lo silenciado, de lo voluntario a aquello que puede ser involuntario y hasta accidental, implica también lo perdido y lo no valorado y los pensamientos no escapan de ese estado, seguramente alguna vez te arrepentiste de haber pensado tal o cual cosa.

   Lastimar a otro con intención o sin ella, perder una oportunidad, no expresarse a tiempo, exceso de prudencia, miedo, indecisión, son situaciones en las que el arrepentimiento es como una voz interior que nos habla, como una balanza que pesa las decisiones, como una vara que mide los actos, también un signo $ que frena ciertas decisiones.

   ¿Por qué es tan doloroso arrepentirse?

   Generalmente el pasado juega en contra, pues solemos arrepentirnos de algo que ya aconteció y no siempre es posible volver a ese destino. Analizar, entender y aceptar suele ser el primer paso para ir desarmando el arrepentimiento.

   Hay decisiones que pueden ser revocadas, problemas que pueden ser solucionados, situaciones que pueden ser modificadas. Vivir adherido a “hubiera o hubiese” siempre estanca, obtura el movimiento y la posibilidad de reparar o generar otros proyectos, además la comparación continua no alivia sino que genera más ansiedad y dolor.

   Se suele decir habitualmente “es mejor pedir perdón que pedir permiso” sin embrago estudios realizados por la Psicología revelan que la mayoría de las personas lamentan y padecen más los resultados negativos o poco auspiciosos que las derivaciones que surgen por no haber realizado una acción.

   Ocasiona mayor intranquilidad y dolor aquello de los que nos hacemos cargo máxime si generan daños a terceros que aquello que no realizamos, callamos o pensamos.

   Nunca es tarde para arrepentirse y puede ser el primer paso para una solución o al menos para intentarlo de manera diferente. No disponemos de una máquina del tiempo para ir hacia atrás y revertir una decisión, y si bien hoy se dispone de un botón, vivir implica decidir, errar, aprender y sobre todo aprender a pedir perdón.