Las palomas, una plaga urbana a combatir
Más allá de la cantidad ed palomas que determine el CONICET, se trata de una plaga a combatir
Hace siete años, la gobernadora María Eugenia Vidal sancionó la ley por la cual, después de 75 años, el control de las palomas dejaba de estar en manos del Ministerio de Guerra al no ser ya considerada un ave relacionada con la defensa nacional.
Vigente desde 1943, la normativa derogada las había declarado "de utilidad pública" y establecía la prohibición de toda acción que atentara contra su existencia.
Esa protección, aún desde el desconocimiento a esa ley, ha permitido en parte la reproducción incontrolada del animal en zonas urbanas, al punto que, junto con su derogación, su presencia fue declarada como plaga por los problemas sanitarios y daños a la propiedad que genera.
Ahora se admite la posibilidad de instrumentar caminos para combatirlas a favor de preservar la salud de las personas y los bienes.
Hay que tener en claro que las palomas domésticas, torcazas, turcas y monteras, son tan peligrosas para la población como lo son la rata negra, el ratón doméstico o el estornino.
Es un ave capaz de transmitir enfermedades como la psitacosis, que puede derivar en una neumonía, o el Escherichia coli. A través de la materia fecal afectar los tanques de agua mientras que un ácaro de su pluma genera sarna y contagia piojos.
También afectan los edificios debido a la corrosión que generan sus excrementos, deteriorando metales, piedra y hormigón. También obstruyen canalones y sistemas de ventilación y ensucian las veredas, toldos, carteles de la vía pública.
Curiosamente, la paloma tiene una imagen que nada tiene que ver con su peligrosidad. Se la toma como un símbolo de la paz y de encuentro con Dios desde que Noé, de acuerdo a lo narrado en la Biblia, recibió a una paloma con un ramo de olivo. Eso se reforzó cuando en 1949 Pablo Picasso la dibujó para ilustrar un congreso mundial de la paz.
Si bien se menciona que la municipalidad aguarda un estudio del CONICET para saber cuántas palomas hay en la ciudad, la realidad es que su población supera los 100 mil ejemplares, que desde hace tiempo conforman un riesgo para la salud y la seguridad y que es necesario instrumentar medidas concretas para controlar y reducir su presencia.