Bahía Blanca | Domingo, 06 de julio

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Segundo Vasconcelo y Tomás Bruni: compañeros, amigos, rivales y, ahora, también familia

Crecieron juntos en Argentino, estuvieron en diferentes equipos y hoy son parte del plantel de Napostá, el Nº1 de Primera. Una historia que los une dentro y, también, fuera de la cancha.

Segundo y Tomás, pasaron por la redacción de "La Nueva". Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

Twitter: @rodriguezefe

Instagram: ferodriguez_

 

Entraron en Argentino por puertas diferentes: a Tomás lo invitó Nicolás Valdebenito, un compañerito del jardín, quedando en el medio entre la sangre verde de Pacífico del histórico Coco, su abuelo, y las raíces de su papá, Guillermo, en 9 de Julio.

A Segundo lo motivó Juan Dobal, el profe de la colonia de verano. El primer tiempo compartió fútbol (en Juan XXIII) y básquet, hasta que se decidió.

En el álbum de los recuerdos aparecen una y otra vez juntos, esas secuencias de fotos que fueron marcando épocas.

Bruni, ya con 26 años y Vasconcelo, con 25, hoy son compañeros en Napostá -el Nº1 de la fase regular del torneo de Primera- y tienen una relación que excede lo deportivo fuera de la cancha.

Es la segunda vez que juegan en el mismo equipo (fueron campeones de Sub 23 en Pueyrredón) desde que salieron de Argentino.

Pueyrredón campeón Sub 23, con Segundo (7) y Tomás (6).

Crecieron juntos y compartieron categorías. Esos compañeros se hicieron amigos y las vueltas de la vida, hoy los encuentra disfrutando como hermanos.

“Mi viejo inició una relación con la mamá de él. Al principio fue sorpresivo, pero a la vez, de mi parte entendí que era mejor que estuviera con alguien que yo conocía, una mina excelente, de oro, a la que quiero un montón. Lo disfrutamos y me pone muy contento por ellos”, admite Tomy.

A su lado, Segundo reconoce: “Nos sorprendió un poco, pero nos fuimos amoldando a la nueva realidad y lo aceptamos”.

Afianzada la relación, y en una decisión consensuada, Guillermo pasó a vivir con Paula y sus cuatro hijos: Fausto (27), Segundo (25), Juana (22) y Renata (15). Visitante absoluto.

“A Guille le tocó la más difícil, empezar a convivir con cinco personas, je”, reconoce Segundo.

“Se mudó con toda la manada”, bromeó Tomás.

“Cuando falleció mi vieja (Carolina) me quedé en el departamento donde viví siempre. Para mí –reconoció Tomy- era bravísimo pasar de ser hijo único a vivir con cuatro hermanos”.

De todos modos, voluntad no faltó.

“Se intentó, pero yo no puedo, soy muy hijo único, je”, asume.

“Aparte –agrega- ya le tengo que ver la cara todos los días en entrenamiento. Es un montón, je. Igual, hablando en serio, me encanta cuando voy, la paso bárbaro, pero no sé si podría vivir con seis personas más”.

-¿Se fortaleció la relación entre ustedes?

Tomás: siento que antes éramos más amigos y ahora somos más familia.

Segundo: claro, no nos buscamos tanto como amigos, sino somos familia.

Al margen del presente que atraviesan, su relación les permitió crecer juntos dentro y fuera de la cancha.

“De pibes salíamos juntos, teníamos el mismo grupo de amigos”, recuerda Segundo.

“Compartimos la infancia y adolescencia: yo iba a dormir a la casa de ellos, salíamos, íbamos a tirar al aro, al boliche, a mirar una película, lo que fuera”, rememoró Tomás.

El portaretratos y un momento de la niñez: Tomás, Fausto y Segundo.

Llegó un momento que el deporte los enfrentó. Paula seguía a Segundo y Guillermo a Tomás. El mayor problema se les generaba cuando sus hijos eran ocasionales rivales.

“Hasta jugamos una serie en contra: Liniers-Estrella. Se sentaban en la tribuna que era local”, recuerda Segundo.

“Te imaginás cómo estaba Guillermo cuando tenía que sentarse en la otra tribuna, je”, acota Tomás.

Fueron dos temporadas. Y la última, bien marcada, cuando Segundo estaba en Liniers y Tomás en Estrella.

“Había pica entre los equipos, pero no entre nosotros”, aclara Segundo.

Y Tomy se suma: “A mí me gusta cuando el partido se pica”.

-¿Te alimentás de eso?

-Puede ser. Pero cuando pasa a mayores, ya me molesta. Nunca me metí y esa vez tampoco iba a hacerlo. Nosotros, después del lío, fuimos a comer juntos.

Arriba, Segundo, abajo, Tomy...

-Segundo, ¿cómo es tenerlo enfrente a Tomy?

-Lo que se ve de afuera, je: cuando lo tenés de tu lado lo querés y si está enfrente lo querés matar.

-Y vos Tomy, ¿qué pensás cuando lo tenés enfrente a Segundo?

-Que no se le abra el aro y no se le prenda la lamparita diciendo “soy una bestia y voy para adentro”, porque se lleva todo puesto.

-¿Les gustó las veces que se enfrentaron?

Tomás: yo siento que era un juego aparte. Más desde que somos familia. A veces nos defendíamos mutuamente y después, cuando íbamos a cenar juntos, nos decíamos “te pinté la cara” o “no me pudiste agarrar”, je.

Segundo: sí, incluso había comentarios en medio del partido, je.

Lo vio pasar Segundo a Tomy...

-¿Este año se buscaron para compartir equipo?

Segundo: y... sumó al momento de elegir. Y cuando él había decidido quedarse, me pinchaba un poco para que fuera. También suma por el tema de la familia, que mi vieja y Guille vuelvan a ir a la cancha juntos, porque dos temporadas fueron separados.

-¿Sumó para la decisión?

-Sí, sí, se los ve contentos a ellos... También suma que nos conocemos. Ahora estamos en búsqueda de llegar a lo más alto.

-¿Cuánto están disfrutando, ahora de más grandes y en un equipo protagonista?

Tomás: sabíamos que este torneo iba a ser duro, pero también que podíamos pelear arriba. Podemos estar más tranquilos, pero como está el torneo cualquiera puede ganar.

-¿A quién ven como el rival más duro?

Tomás: por nombres hoy Olimpo es el más fuerte, trajo tres o cuatro jugadores que vienen de otro nivel. En caso de llegar a una hipotética final, veremos quién comete menos errores. Pero no va a ser fácil llegar.

-¿En qué se complementan como jugadores?

Tomás: en que nos conocemos mucho y nos entendemos muy bien adentro de la cancha, aunque a veces tenemos algunas diferencias. Él hace lo que yo no hago y yo lo que él no hace. Él es un jugador más completo en cuanto a defensa, rebotes, fuerza, va bien arriba, y yo soy más del tiro, la parte sucia, el enano molesto, je.

Segundo: ya nos entendemos, sabemos los movimientos del otro y cómo buscarnos, es algo inconsciente, sale naturalmente.

-¿Qué características de jugador sería uno conformado con ustedes dos?

Tomás: si tuviera el físico de él estaría chocho (sic), pero con mi altura estoy bien, je. Me gustaría tener su fuerza, el físico... La personalidad me quedo con la que tengo...

Segundo: me gustaría tener la amenaza que tiene en ofensiva. No es de los más altos, pero sí de los más peligrosos desde el perímetro. Obliga a que lo defiendan, lo presionen; por personalidad lo buscan para intentar sacarlo de juego, y eso le juega a favor. Sé que siempre le ha costado la defensa, pero conoce sus limitaciones y sabe arreglárselas. De hecho,  ha dejado a varios bases en poco puntos y alardea un poco de eso, je.

Tomás: en un momento de este torneo me consideré un jugador defensivo, je, je.

Segundo, instantáneamente suelta la carcajada ante la espontánea –y característica- ironía de Tomás.

-Te hace reír con estas salidas, ¿no?

-Seee, je, je...

-Se los nota muy diferentes.

Segundo: sí, bastante.

Tomás: yo hablo hasta por los codos y a él le cuesta un poco más.

-¿Hay rivalidad entre ustedes?

Tomás: no, él siempre me la tiene que pasar, je, je.

-¿Considerás que Segundo tiene más para dar?

-¡Sí! Si bien su tiro perimetral no es su fuerte, es un aspecto que puede mejorar. También puede enojarse un poquito más, decir “me llevo todo puesto y no me importa nada”, aunque eso va más que nada con la personalidad y el carácter. En el resto, es un jugador súper completo: puede jugar en el poste bajo, de frente, tiene un tirito corto muy bueno...

-Así y todo, ¿es mejor que vos?

-¡No! Je, je.

-Segundo, ¿afuera de la cancha Tomy es peleador?

-No, porque yo lo llevo a un jueguito de mesa, tranquilo...

-Es decir, lo tenés controlado.

-Claaaro...

Tomás: yo tengo que cuidarlo a él.

Segundo: a veces se invierte la cosa, je. Pero ahora está tranquilo ese tema.

El tiempo pasó y hoy los encuentra a ambos con diferentes actividades más allá del básquet.

Tomás estudia Ingeniería Industrial, además de trabajar en una productora de seguros. Segundo, en tanto, estudiante y futuro contador, trabaja en un estudio contable.

Los cambios en el juego son elocuentes: “Yo de chico jugaba de cinco, medía lo mismo que ahora, je”, rememora Tomy.

El 9, Fausto y el 6, Tomás, en Argentino.

“Cuando a los 15 años empecé a entrenar en Primera con Fede Iriburo, me dijo que tenía que jugar de base. Me ponía en un aro aparte a practicar mecánica de tiro. Hasta ahí –compara- no metía un tiro de afuera ni de casualidad. Fui entrenando, con mi viejo también, todos los veranos, durante los recesos. Así me fui alejando del aro y hoy me las arreglo, je”.

-¿En qué momento están de sus carreras?

Tomás: siento que estoy más maduro, que sumé un par de herramientas a mi juego. Me siento más cómodo ahora, que a los 21 o 22 años.

-¿Consciente de tu talla nunca tuviste expectativas de ir a algún nivel superior?

-Tuve oportunidades de irme afuera, en mi último año de menores, pero tenía a mi vieja enferma y decidí no ir. Al año siguiente seguía con la misma situación y ya con 19 o 20 años, una vez que mi vieja falleció, me llamaron, pero preferí quedarme acá, con mi familia y estudiar una carrera. Sabía que no iba a vivir del básquet.

-Segundo, ¿en tu caso?

-En cadetes y juveniles siento que di el salto. Y me mantuve en cierto nivel. Quería jugar de base cuando apuntaba al nivel profesional y quedé como base-escolta. Me lesioné la rodilla y fue uno de los motivos por los que decidí no insistir más con el básquet, eligiendo quedarme jugando en Bahía y ponerme a estudiar.

-¿Hoy estás bien?

-En mis primeros años estaba mucho mejor físicamente, menos desgastado de la rodilla. Hoy siento que no estoy en un gran nivel individual, pero también tenemos un equipo muy completo, donde hay jugadores en todas las posiciones. Si uno quiere llegar al objetivo, tiene que estar más abocado a lo que necesite el equipo. Lo prioritario es ganar.

Y Napostá está ganando, con Tomy y Segundo disfrutando, tanto dentro como fuera de la cancha.

“Está bueno jugar en el mismo equipo”, coinciden ambos.

Así, todo queda en familia, sin divisiones, y con el infaltable y querible “Coco” Bruni siempre presente (con 93 años), ahora, orgulloso de tener más nietos jugando, porque como dijo Segundo, “es el abuelo de la familia”.