Bahía Blanca | Lunes, 21 de julio

Bahía Blanca | Lunes, 21 de julio

Bahía Blanca | Lunes, 21 de julio

El suelo, un tesoro en peligro y un llamado a la acción rápida

Pasó el Día de la Conservación del Suelo con un mensaje preocupante: el 75% del territorio está sujeto a procesos erosivos.

Cada 7 de julio, desde 1963, se celebra en nuestro país el Día Nacional de la Conservación del Suelo. Esta fecha fue establecida en memoria del doctor Hugh Hammond Bennet, un investigador estadounidense que dedicó su vida a la preservación de este recurso natural vital. 

El objetivo central de este día es concientizar a la sociedad sobre la importancia fundamental que tiene la tierra dentro del frágil equilibrio medioambiental.

En un mundo donde el cambio climático es tema de conversación constante, a menudo se subestima cómo la contaminación o la explotación excesiva de los suelos afectan directamente la destrucción del medio ambiente, poniendo en riesgo la supervivencia de las especies.

El suelo es, en realidad, un sistema que vive cambiando constantemente, lo que lo transforma en un recurso altamente complejo. No solo sirve de soporte para todas las formas de vida, como plantas y animales, sino que además actúa como sustrato para el crecimiento de la vegetación, garantizando los nutrientes necesarios para todas las especies. 

Desde el punto de vista agrícola, es el canal de comunicación entre el productor y su cultivo, donde las acciones realizadas determinan drásticamente la calidad y el tamaño de la plantación. 

En nuestro país, la realidad es preocupante: el 75% del territorio está sujeto a procesos erosivos causados principalmente por las actividades agrícolas, ganaderas y forestales. 

La desertificación, un proceso de degradación ecológica donde los suelos fértiles pierden total o parcialmente su capacidad productiva, es el resultado de fenómenos como la deforestación, el uso desequilibrado del suelo y el mal uso de la mecanización. 

El uso excesivo puede degradar el suelo de forma irreversible, siendo la erosión –la pérdida de capas fértiles– el peor tipo de degradación, limitando drásticamente su capacidad productiva. Además, el mal uso o mantenimiento de equipos mecanizados puede contaminar el terreno con productos químicos como aceite, gasolina o diésel, y acelerar la erosión.

Bahía, un caso de especial atención

En la zona de Bahía Blanca, donde los suelos presentan características semiáridas, el trabajo para el cuidado del recurso es aún más relevante. 

Desde el jardín de casa hasta las plazas, parques y espacios productivos, la necesidad de adoptar buenas prácticas es innegable. 

Un buen suelo se distingue, por ejemplo, por su color: la materia orgánica es bien oscura. Es fascinante pensar que en una sola cucharada de suelo fértil hay más microorganismos que habitantes humanos en el mundo.

Para dimensionar la importancia de su conservación, vale recordar que al planeta le lleva 1000 años generar tan solo 1 cm de suelo fértil. Para formar un suelo tan rico como es la pampa argentina, el planeta necesitó millones de años y transformaciones. Con solo el 3% del planeta siendo superficie cultivable, de donde proviene el 95% de los alimentos que consumimos, su conservación es clave para la supervivencia humana.

Todos podemos "poner nuestro granito de arena". Algunas buenas prácticas incluyen: usar abono orgánico o humus de lombriz; realizar siembra directa; asociar cultivos para el control de plagas e implementar una rotación inteligente de familias de cultivos.

Una medida esencial es no descartar el césped cortado del jardín, sino distribuirlo en el mismo suelo para que pueda nutrir a la propia tierra en la que sigue creciendo.

Los fertilizantes son una ayuda clave para reponer los nutrientes que las plantas necesitan después de una cosecha. Por ejemplo, la urea granulada de Profertil aporta nitrógeno, esencial para la clorofila y la fotosíntesis de las plantas.

Cuidar los suelos es una responsabilidad compartida por todos los que forman parte de la cadena agroindustrial, incluidos los consumidores de alimentos. 

Para garantizar la sustentabilidad de este recurso, es fundamental un compromiso integral de todos los actores involucrados, desde la fertilización de los suelos hasta la preparación en el hogar de los alimentos que provienen de ellos.

Proteger nuestro suelo es una decisión estratégica con la que toda la cadena agroindustrial debe estar comprometida, especialmente en un país donde el campo tiene un protagonismo indiscutible.