Bahía Blanca | Martes, 15 de julio

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Llegó el frío a la ciudad y también “el asesino silencioso”

La intoxicación por monóxido de carbono ya se cobró las primeras dos víctimas mortales en nuestra ciudad. En Argentina, cada año mueren cerca de 200 personas por año.

Con la llegada de la ola polar y los primeros fríos de 2025 la ciudad, ese enemigo silencioso denominado monóxido de carbono también aparece en escena.

Y en Bahía, en el inicio de la semana pasada, ya se cobró las primeras dos víctimas mortales en Avellaneda al 600, en el barrio Noroeste.

En el hogar, la presencia de calefones, termotanques, calderas, estufas, braseros, salamandras, cocinas y anafes, son los principales generadores de monóxido de carbono. 

Las primeras bajas en la temperatura marcan el regreso de los ambientes cerrados, las mantas y los calefactores, también de un riesgo menos visible pero peligroso que aparece en esta época: la intoxicación por monóxido de carbono, un gas tóxico que puede acumularse sin dejar rastro y generar consecuencias graves para la salud y hasta causar muertes.

El uso de artefactos que funcionan con combustibles aumenta en esta época del año, al igual que la tendencia a mantener puertas y ventanas cerradas para conservar el calor. Esta combinación puede facilitar la concentración de monóxido de carbono (CO).

En Argentina, cada año mueren cerca de 200 personas por intoxicación con monóxido de carbono y se estiman alrededor de 40.000 casos clínicos, la mayoría de ellos prevenibles, según la Guía de Prevención, Diagnóstico, Tratamiento y Vigilancia Epidemiológica.

El monóxido de carbono no da señales evidentes hasta que ya está afectando al organismo. Por eso, la mejor herramienta es la prevención: revisar instalaciones, ventilar los espacios, usar detectores y prestar atención a cualquier síntoma son acciones clave para pasar la temporada de frío con seguridad y cuidar la salud de toda la familia.

“Es muy difícil de combatir, porque es incoloro e inoloro, por lo cual su presencia pasa desapercibida. Por algo lo llaman el asesino silencioso”, señaló Héctor Saieg, gasista matriculado (12215-2) de nuestra ciudad con casi 40 años de experiencia en el rubro y ex profesor durante casi 20 años en distintos cursos de instaladores.

Pero, según señaló, hay pautas para minimizar su riesgo.

“La forma más común para detectar una mala combustión de un artefacto, ya sea un calefactor, un calefón, un termotanque o una cocina, es la llama amarilla. Eso es señal de que algo no está funcionando bien, por lo que se debe consultar inmediatamente con un gasista matriculado”, agregó.

La llama debe ser de tonalidad azulada.

“Aún con ese tipo de llama, la cocina no puede ser usada como instrumento de calefacción, porque al no tener rejilla de ventilación, va a consumir el oxigeno del ambiente”.

También recomienda controlar periódicamente los conductos de ventilación.

“Puede estar funcionando bien el artefacto pero estar tapado el conducto de evacuación de gases. En los casos más comunes, y que se presenta bastante en Bahía, los obstruyen los nidos de pájaros. Ese problema se suele detectar cuando los integrantes de la familia tienen molestias en los ojos sin motivos”, manifestó Saieg.

Remarcar la importancia de contratar los servicios de un matriculado no es casual.

“Son los idóneos, porque se capacitaron al respecto y porque serán los responsables en caso de producirse algún accidente. Y siempre se debe exigir un recibo por el pago efectuado”.

“Por nuestra cultura, pareciera que cualquiera puede hacer el trabajo. Hoy, en las redes sociales proliferan las ofertas, pero los trabajos requieren capacidad. Hay gente que saca los calefactores y los limpia sin tener conocimiento alguno. Y la gente tiene que entender que ésto no es un gasto, sino una inversión, porque está en juego la vida misma”, añadió.

“Son varias las veces que me han llamado para solucionar problemas que dejaron otros `gasistas' no matriculados. Por ejemplo, una vez me llamó una señora porque el calefactor no le prendía y resulta que se lo habían manguereado con agua para limpiarlo. Así que tuvo que comprar uno nuevo”.

Los costos de mantenimiento oscilan entre los 40 y 70 mil pesos por artefacto.

“Somos concientes que mucha gente no tiene dinero para hacer un control periódico, pero sí lo debe hacer en caso de notar una llama amarilla. La prevención es clave para combatir a este enemigo invisible”.

El precio depende del tiempo que demande el trabajo.

“Hay artefactos que se desarman muy fácil y otros que son muy engorrosos. Y también hay que tener en cuenta que muchas veces el trabajo no se realiza únicamente en el artefacto en sí, con los quemadores incluidos, sino también en los tirajes y las salidas al exterior”.

Y la limpieza se debe realizar una vez por año.

“Se recomienda antes de cada invierno. Y más ahora, con la inundación que sufrió Bahía, porque los calefactores han quedado bajo el agua. Algunos se pueden recuperar, pero requieren de un muy buen service y una limpieza exhaustiva porque les han quedado barro o suciedad”.

La ventilación

Saieg señaló que en cada ambiente que haya un artefacto a gas debe tener la correspondiente ventilación. 

“Las rejillas cumplen una función muy importante. Y siempre deben ser dos: la inferior es entrada de aire fresco y la superior es salida de aires viciados. O sea que entre las dos renuevan permanentemente el aire del ambiente. ¿Qué hace mucha gente? Las tapa porque le entra frío”. 

Otra cosa muy habitual es que los calefones vienen con sensores de oxígeno y monoxido de carbono, pero como se apagan, los anulan.

“Por algo se apagan. Hay que revisar la instalación. Si se apaga es porque algo está funcionando mal”.

Detectores de monóxido

Actualmente, en el mercado existen detectores de monóxido de carbono, que activan una alarma cuando el ambiente supera los límites tolerados.

Tienen un costo que van desde los 10 mil hasta los 50 mil pesos

“Son útiles. Y la colocación es muy sencilla. Se coloca en el ambiente donde están los artefactos que no sean tiro balanceado y en caso de detectar monóxido, hace sonar una alarma”.

Saieg aclaró que los detectores no solucionan el problema, sino que es una alerta sobre un riesgo latente.

“Algo está funcionando mal y por eso se activa la alarma. Puede ser el propio artefacto o la falta de ventilación”.

Síntomas de intoxicación

Cualquier artefacto que utilice material combustible como gas, petróleo, carbón, kerosén, nafta, madera y plásticos puede producir monóxido de carbono cuando se quema en forma incompleta en un ambiente con una concentración de oxígeno escasa e inadecuada ventilación. 

Dolor de cabeza, mareos, náuseas, vómitos, visión borrosa, debilidad o dolor de pecho pueden ser señales de exposición. En casos más graves, pueden presentarse convulsiones o pérdida del conocimiento.

Ante cualquier sospecha, es imprescindible acudir de urgencia al centro médico más cercano.

Por lo general suelen ser más vulnerables los niños y niñas, personas gestantes, adultos mayores, fumadores y pacientes con enfermedades cardiovasculares y respiratorias.