Bahía tendrá el museo de la historia de la tecnología más completo de Sudamérica
A su de por sí riquísimo patrimonio, Espacio Tec sumará una colección de cerca de 4.800 elementos que lo convertirá en el más importante del continente.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
En Thompson 665 de nuestra ciudad funciona el Espacio TEC, un lugar que desde 2019 recorre la historia de la computación con una propuesta completamente inédita y dinámica, donde decenas de aparatos históricos relacionados con lo digital cobran vida propia.
Ahora, a su de por sí riquísimo patrimonio, sumará una colección de cerca de 4.800 elementos que lo convertirá en el más importante del continente, al incorporar gran parte del patrimonio del Museo de Informática de la República Argentina, con sede en la Ciudad de Buenos Aires, el más importante del país y que cerrara sus puertas en 2022.
Así lo hizo saber a este medio Hernán Zerneri, uno de los fundadores y apasionado impulsor del sitio bahiense, nacido luego de una campaña de varios años de recoger equipos considerados desechos tecnológicos, muchos de los cuales fueron recuperados, adecuados y, en muchos casos, puestos en funcionamiento.
“El nuestro es un espacio que genera conciencia ambiental y permite explorar la era analógica y visualizar la evolución tecnológica a través de distintos modelos de computadoras, consolas de juegos, celulares, calculadoras y muchos aparatos más, que los visitantes pueden mirar, tocar, jugar, operar y sobre todo, divertirse”, resumó Hernán.
En un amplio salón conviven calculadoras a rodillos; calculadoras científicas nacionales; computadores personales; consolas de juegos. Todo con el atractivo de que muchas de estas máquinas están en funcionamiento: se pueden tocar, jugar, probar, programar y operar.
A esta riqueza propia, que posiciona al museo como el más importante del interior, ahora se agregará la enorme colección del Museo de Informática de la República Argentina, administrado por la Fundación ICATEC, creado en 2010 con el objetivo de conservar, preservar, y difundir el patrimonio informático y resguardar la memoria de los pioneros en ese campo.
Zerneri comenzó en 2015 su contacto con Carlos Chiodini, uno de los creadores de ese Museo, cuando comenzó con su idea de armar un espacio informático en Bahía Blanca.
“Ahí firmamos un convenio de colaboración y desde entonces mantuvimos comunicación. Ahora nos llega esta oportunidad”, contó Zerneri.
Por estas horas el TEC está recibiendo los primeros envíos del Museo porteño. “Aún no sabemos la cantidad exacta de equipos y elementos tecnológicos que llegarán, pero sin dudas colocarán al TEC como referencia absoluta en Latinoamérica. A ello se suma la transferencia de información, datos y experiencias respecto del origen de lo que recibimos”.
El lugar
El Espacio TEC ya tiene limitaciones de espacio, con lo cual tanto su sala de exposición como sus depósitos están desbordados. La incorporación del nuevo material conforma entonces un reto.
“Es el desafío más grande que tenemos: conseguir un lugar propio que nos permita crecer. Además de ser una actividad cultural, educativa y ambiental, esto coloca a Bahía Blanca en el centro del escenario en la materia. Por eso anhelamos que tanto desde el ámbito público como privado comprendan esa importancia y se pueda alinear una agenda que nos permita alcanzar este objetivo”, señaló.
Mientras tanto se buscará ampliar la superficie disponible, a partir de reducir los espacios de circulación y optimizar la muestra.
“Seguramente iremos a un modelo más dinámico”, añadió Zerneri.
El crecimiento exige además consolidar el equipo de trabajo y sumar personal de curaduría y museología, más la incorporación de voluntarios y estudiantes para restaurar máquinas y catalogar el material.
“Todos se sumarían al equipo actual de más de 20 personas, especializadas en cálculo mecánico, electrónica, redes, sistemas, programación, diseño, historia de videojuegos. No nos quedamos en la mirada clásica, innovamos permanentemente”.
El museo se financia con el apoyo de empresas y particulares, con la venta de entradas, visitas guiadas, con Club Pixel que reúne a usuarios de videojuego, merchandasing y recursos provenientes de concursos.
Todo en uso
Una de las características más importantes del museo es su interactividad, al otorgar la posibilidad a los visitantes para que experimenten el uso de computadoras antiguas tal como en su apogeo.
“Revivir esa experiencia y que las conozcan las nuevas generaciones requiere un gran equipo de trabajo, ya que se deben restaurar las máquinas, desde su funcionamiento eléctrico y electrónico, su conectividad, la carga de software y su acondicionamiento estético. Además debemos brindar comodidad de uso y condiciones de seguridad”.
En cuanto al tipo de visitante que frecuenta el lugar, Zerneri explicó que siendo la informática algo que ha dominado a varias generaciones con un impacto trascendente, la muestra cubre todas las franjas etáreas.
Desde los mayores que se sorprenden con las calculadoras mecánicas y computadoras electromecánicas que supieron utilizar y los más chicos que descubren la tecnología de apenas hace 30 años.
Qué se puede ver
Entre lo que ya está y lo que viene, la oferta del TEC será maravillosa. Para ver algo parecido cualquier interesado tendría que viajar al El Museo de la Historia de la Computación establecido de Mountain View, California, Silicon Valley, abierto en 2003.
De la colección propia, se destacan los elementos originales de la CEUNS (Computadora Electrónica de la Universidad Nacional del Sur) la segunda fabricada en la Argentina. También una máquina Vax 11/780 enviada desde el Conicet, la cual usa disquetes de 8 pulgadas, del tamaño de un disco grande de vinilo.
Otras joyas son una calculadora mecánica Burroughs de 1889, la más antigua del museo, un contómetro mecánico de 1926, que hace sumas y multiplicaciones más rápido que una calculadora moderna, una computadora Olivetti de 1975, una de las primeras PC, con diskette de 8 pulgadas, una consola Teleclick de 1979, pionera de los videojuegos, con el clásico joystick con ruedita y una PECOS de 1986, computadora fabricada en Argentina que se usaba en las escuelas para dar clases de computación, y contaba con diskettera exterior.
De lo nuevo llegado de Buenos Aires, todavía por catalogar e identificar, la gran expectativa es la réplica de Clementina, la primera computadora que se compró en la Argentina, a principios de la década del 60, por iniciativa de Manuel Sadosky del Instituto de Cálculo de la UBA, y que se utilizó durante diez años.