Bahía Blanca | Domingo, 07 de septiembre

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Bahía Blanca | Domingo, 07 de septiembre

Gallez, el cartógrafo que en Bahía Blanca descubrió América antes que Colón

En 1973, en su vivienda de calle Perú al 300, Paul Gallez realizó un descubrimiento que permite reforzar la teoría de la llegada de otras civilizaciones a Sudamérica mucho antes que la expedición de Cristóbal Colón de 1492.

A las tres de la mañana de un cálido día del verano de 1973, Paul Gallez, vecino bahiense apasionado por los mapas antiguos, descubrió América.

Desde la calle se podía ver la luz encendida en su vivienda familiar de Perú 339, mientras estudiaba la copia del mapamundi realizado en 1489 por el cartógrafo alemán Heinrich Hammer, la cual había fotografiado en el Museo Británico.

Se trataba de una de las versiones más elaboradas del histórico mapa fechado antes del descubrimiento de América, en el cual podía verse, en la parte inferior de Asia, a la altura de China, una extensa península conocida como “La Cola del Dragón”, a la cual algunos estudiosos relacionaban con Sudamérica, aunque los datos que el dibujo proporcionaba eran insuficientes para respaldar esa teoría.   

El mapamundi que incluye la Cola del Dragón

Aquella noche de insomnio, Gallez vio lo que hasta entonces nadie había visto: en finos trazos azules la Cola del Dragón tenía dibujado varios ríos, los cuales, descubrió, coincidían en ubicación y forma con los existentes en el continente sudamericano. “No faltaba ni sobraba ninguno”, relató.

Reconoció al Orinocco y su nacimiento en el macizo de Guayanas. Un poco más al sur los ríos Tocantis y San Francisco, que nacen en el centro de Brasil y desembocan en el Atlántico. Ubicó luego la Sierra do Mar y más al sur los ríos Paraguay y Paraná, con su particular recorrido hasta el Río de la Plata. Más al sur, los ríos Negro, Colorado y Chubut, para terminar con el río Grande, en la reconocible isla de Tierra del Fuego.

Verificó, a través de esos ríos, que, efectivamente, esa extensión de China representaba a Sudamérica, que no había otra explicación para semejante coincidencia. “En particular destaco el río Paraná, dibujado con forma de “Y” abierta, con su curso girando y desembocando en un estuario, algo único en el mundo. Ese río solo basta para demostrar la identidad sudamericana de la Cola del Dragón”, agregó.

Comparativa de los ríos de Sudamérica y la Cola del Dragón.

Tiempo después, utilizando un sistema de distorsión de paralelos y meridianos, ubicó al lago Titicaca, el cabo Tres Puntas y al río Magdalena.

Es decir que, de acuerdo a este mapa, a su fecha de realización y a su precisión geográfica, hubo quien recorrió América del Sur antes de la llegada de Cristóbal Colón, que además tomó notas, realizó mediciones y trasmitió esos datos a quien pudo llevarlos a un papel.

El nuevo mundo

Gallez contó su hallazgo en un detallado artículo que en 1975, en ocasión de su visita a la ciudad de Bonn, en Alemania, presentó a revista Erdkunde, que tradujo y publicó ese trabajo.

La primera publicación de su descubrimiento, 1975

A partir de esa divulgación Gallez comenzó a mantener contactos con cartógrafos e historiadores de todo el mundo, al tiempo de avanzar con su investigación visitando bibliotecas, universidades y museos de Europa, verificando algunas teorías sobre viajes oceánicos realizados antes de 1492 por egipcios, fenicios, mongoles, chinos, vikingos e irlandeses.

Los egipcios también realizaron viajes trasoceánicos

Con ese material escribió en 1980 el libro “La Cola del Dragón. América del Sur en los mapas antiguos medievales y renacentistas”, el cual publicó la fundación Alexander von Humboldt de Alemania en 1981. Por otra parte, la entidad patrocinó a Gallez para que expusiera su hallazgo en varias universidades de Europa. En 1990, el libro fue publicado en castellano por el Instituto Patagónico de Bahía Blanca.

La comunidad científica recibió con interés el hallazgo de Gallez pero también con algo de escepticismo. Porque si bien su análisis respaldaba la teoría de un conocimiento precolombino de América del Sur, la falta de evidencia documental sobre posibles viajes transoceánicos en la antigüedad obliga a los historiadores a tomar su hipótesis con cautela.

Su investigación sobre los mapas antiguos fue traducida a varios idiomas

Pero su descubrimiento no permitía a nadie hacerse el distraído. La red fluvial de la Cola del Dragón coincide con la de Sudamérica, uno por uno, todos sus ríos.

No hay hoy en el mundo publicación alguna sobre el tema que no gire en torno a este descubrimiento de 1973, en una vivienda de Bahía Blanca, en una luminosa noche de insomnio.

El investigador

Paul Georges Gallez (Pablo Jorge Gallez, al nacionalizarse argentino) nació en Bélgica el 8 de octubre de 1920 y falleció en Bahía Blanca, el 12 de junio de 2007.

Doctorado en Ciencias Diplomáticas y licenciado en Ciencias Políticas en Europa, se radicó en nuestra ciudad en 1959, junto con su mujer, Esther Carnicé Puig, a quien conoció en Buenos Aires en 1955. Su llegada se relacionó con la posibilidad de trabajar en la Universidad Nacional del Sur (UNS), aunque por cuestiones legales no pudo ejercer la docencia.

Gallez en familia

Aquí nacieron sus hijas, Liliana e Isabel. Liliana es ingeniería agrónoma y Magister en Producción general, docente y directora del Laboratorio de Estudios Apícolas de la UNS. Isabel es médica, egresada de la Universidad Nacional de La Plata y fue jefa del Servicio de Hemoterapia del hospital Penna.

Ellas detallan aquellos primeros tiempos. “En la época que papá llegó a la ciudad, para ser docente en una universidad nacional se exigía un título argentino que él no tenía y tampoco pudo revalidar sus estudios de Bélgica. En la UNS tuvo contratos como traductor del Instituto de Economía, para dictar seminarios de idiomas y como traductor del Instituto de Ensayo de Materiales. En 1965 el Instituto de Estudios Superiores de Trelew lo contrató para dictar Geografía Económica y Geografía de África”.

En cuanto a su descubrimiento, las hijas recuerdan que para él significó “una gran satisfacción” al que consideró “un hallazgo muy importante”.

Liliana a Isabel Gallez.

“Le interesaba muchísimo la cartografía precolombina y trabajó mucho en ello, siempre solo, aunque mantenía una fluida correspondencia con investigadores del exterior. Fue un apasionado de la Patagonia y trabajó con disciplina buscando las fuentes de cada mapa o texto histórico en el idioma de origen, incluso viajando para conseguirlos. Su interés fue  la protocartografía y en eso trabajó siempre”.

Mencionan que sus conferencias generaban “cierto escepticismo”, pero que esa actitud cambiaba rápidamente. “Sus explicaciones tenían un gran respaldo de mapas y escritos, con lo cual despejaba todas las dudas. Varios historiadores han mostrado evidencias del conocimiento de Sudamérica antes de Colón, es una temática vigente”.

A pesar de su gran descubrimiento y de su impacto en el mundo, en nuestra ciudad Gallez es poco menos que un desconocido. Para sus hijas es, en parte, consecuencia que de su padre trabajaba solo, en el Instituto Patagónico que funcionaba en su casa. “No encontró lugar en la comunidad científica de Bahía Blanca, su vínculo era con colegas de otros países”, detallan.

El padre

Liliana a Isabel siguieron profesiones ajenas a la cartografía, aunque siempre fueron parte de los trabajos de su papá. “Él nos hablaba con entusiasmo de sus mapas y de sus conversaciones con otros investigadores, pero respetó nuestras vocaciones”, explican.

Lo recuerdan como  “una persona muy activa”, que se ocupaba de su familia y al que le gustaba la jardinería.  “Cada vez que arreglaba algo en casa nos enseñaba cómo hacerlo. Amaba la naturaleza y construyó una cabañita en Villa Ventana. Nuestros recuerdos más lindos están asociados con los viajes, le encantaba viajar. Las vacaciones eran en familia, con autos de la época (Renault 4L, R6 y más tarde R12). Así conocimos casi todo el país, desde la Quebrada de Humahuaca y las cataratas del Iguazú, hasta el glaciar Perito Moreno y Ushuaia. También fuimos juntos a Europa. Preparaba con anticipación los viajes y nos mostraba los lugares a recorrer”.

Paul Gallez, en la sentida evocación de sus hijas. 

La historia de un pingüino

Paul Gallez tenía en su escritorio un pingüino embalsamado. En 2014, siete años después de su fallecimiento, su hija Isabel elevó una nota al Departamento Ejecutivo Municipal ofreciendolo en donación. Su escrito pasó por el Concejo Deliberante y por el Museo de Ciencias. Si bien el diario de sesiones del Concejo no da detalles, el trámite fue archivado sin aceptarse el ofrecimiento.

Gallez en su estudio, con el globo terráqueo y su "asistente"

“El pingüino, para mi papá emblemático de la Patagonia y “su secretario”, cómo le gustaba llamarlo, fue finalmente donado al museo de Villa del Mar, en Coronel Rosales”, detalle Isabel.

Más allá de ilustrar sobre las aves marinas propias del hemisferio sur, es importante conocer el valor agregado que tiene esta pieza, un elemento que fue parte del lugar trabajo de Gallez a lo largo de toda su vida. Una pena no haber considerado de mejor manera aquella propuesta.

El lugar

En 1967 un periodista de este diario tomó conocimiento, de boca del compositor Enrique Cadícamo, que la letra del tango La Casita de mis viejos estaba inspirado en la vida del autor de su música, Juan Carlos Cobián, vecino de nuestra ciudad. De inmediato averiguó dónde había vivido la familia Cobián y fue presuroso a conocer la mítica vivienda. Llegó tarde, ubicada en Castelli al 300 la habían demolido unos meses antes.

Este año, apenas conocí la historia de Paul Gallez, me resultó interesante conocer su vivienda familiar de Perú 339, el lugar donde descubrió América del Sur en el mapa de Hammer. Fue tarde. Desde hace años un edificio ocupa su sitio.

Cola de Dragón (península)

En la historia de la cartografía se conocer como la Cola de Dragón a la gran península que aparece en los mapamundis clásicos y renacentistas, al sur del extremo oriente asiático. Es una prolongación de Indochina, con un detalle no menor: mientras la península real se extiende 550 km, la Cola de Dragón se alarga unos 3.500 km más.

La denominación deriva del tratado geográfico que en 1563 publicó el portugués Antonio Galvão y se corresponde con la identificación que hizo de los continentes con la figura de un dragón.

En ese esquema, Asia conforma el cuerpo del animal, Europa la cabeza, las penínsulas Arábiga y de Malaca las patas, la Península del Indostán el vientre, y, finalmente, la península asiática (ó Sudamérica) la larga cola rematada con una aleta (que puede ser Tierra del Fuego).

Consulta

La Inteligencia Artificial (IA) es una alternativa interesante para actualizar qué lugar ocupa hoy el descubrimiento de Gallez, por ser un sistema que utiliza textos recopilados de internet, libros, investigaciones, artículos académicos y otros recursos para identifica patrones y probabilidades y a partir de eso generar respuestas. Sobre el descubrimiento de Gallez dice:

“La posibilidad de que la cola del dragón represente a Sudamérica es una teoría intrigante, especialmente desde la perspectiva de Paul Gallez, quien defendía la posibilidad de un conocimiento anterior al descubrimiento de América. Su teoría es objeto constante de debate por cartógrafos y académicos.

Mientras los más escépticos argumentan que las coincidencias entre la Cola del dragón y Sudamérica son insuficientes para demostrar un conocimiento previo del continente, señalando además que “su forma podría representar una especulación cartográfica o mitológica”, muchos otros respaldan el descubrimiento como una evidencia contundente de que navegantes europeos o asiáticos pudieron haber llegado a Sudamérica antes de Colón.

Los Vikingos, posibles visitantes precolombinos

“Gallez ha abierto un debate sobre la interpretación de mapas antiguos y el conocimiento geográfico en la Edad Media. Para que su trabajo tenga mayor aceptación sería necesario encontrar evidencia más contundente que respalde la correspondencia entre el mapa y Sudamérica”, concluye la IA.

En los libros

No hay trabajo académico sobre cartografía antigüa que no considere el descubrimiento de Gallez. Incluso investigadores que no comparten sus conclusiones tampoco las refutan.

La red hidrográfica detectada por Gallez es tan contundente que ningún científico ha podido desacreditarla y mucho menos ignorarla. Ernesto Ocampo Mora, en su trabajo Sudamérica en el Ptolomeo, detalla los avances en el estudio de los mapas precolombinos y menciona “la identificación irrefutable de Gallez”.

Paul Gallez

Jesús María Porro, de la Universidad de Valladolid, sugiere que al sacar conclusiones sobre la Cola del Dragón “los eruditos no se ponen de acuerdo”, existiendo “posturas afirmativas y negativas sobre el trabajo de Gallez”, muchas de las cuales aparecen publicadas en la Real encyclopädie der classischen Altertumswissenschaft.

Porro señala que Gallez argumenta "con brillantez y erudición” que la península china representa a Sudamérica Incluso ante algunos detalles del mapa a los que define como de “inexplicables”, reconoce que eso se entiende si se admite “la audaz hipótesis de Gallez”.

Un cuestionamiento habitual al descubrimiento de Gallez es que el mapa que él estudió es uno entre las cuatro variantes que existen del mismo. En este sentido Gallez explicaba que sólo dos sirven para argumentar su trabajo, que son los ejemplares existentes en Londres y Leiden, por tener más desarrollada su gráfica. "En las copias que se pueden ver en las bibliotecas de Yale y Florencia no están dibujados los ríos", explicaba.

Ejemplar del mapamundi en la Universidad de Yale, Estados Unidos.