Daniel Plotequer vuelve a sentirse local con DUBa., disfruta en los barrios y construye su futuro en la UNS
La figura del equipo bahiense se ilusiona con ascender a la Liga Nacional. Y también cuenta su crecimiento personal.
Ingresó en La Nueva Provincia en 1995. Trabaja en la sección Deportes y fue colaborador en Regionales y Locales de este mismo medio. Se especializa en básquetbol. Formó parte del staff de la revista Encestando y Zona de Básquet durante 10 años. Tuvo experiencia en el programa Radial Contrabásquet, en Radio La Red.
Twitter: @rodriguezefe
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“El talento gana juegos, pero el trabajo en equipo e inteligencia gana campeonatos”.
La frase que Daniel Plotequer tiene tatuada en su brazo derecho, ilustrada con una pelota de básquet, no hace más que reflejar su sentimiento, ese que lo moviliza a diario. Y aún más cuando se vincula con DUBa.
Detrás de ese objetivo, entre otros, regresó a la institución que le abrió las puertas cuando necesitaba una salida ante el desafío que le puso vida, a los 17 años, cuando perdió la pierna izquierda a raíz de un tumor.
“Uno de los motivos que me incentivaron a volver a Bahía fue jugar de local. No vi en otros lugares del país hinchada como la de DUBa. Dirían, ‘tienen ese no sé qué’, porque es todo familia, pero se transmite algo”.
Esa sensación volverá a vivir este fin de semana, durante el cuadrangular del Torneo Nacional de Ascenso, en el Polideportivo Norte, intentando ratificar ante su gente lo que mostró la instancia anterior en Buenos Aires, donde jugó a un altísimo nivel.
El programa de partidos para hoy y mañana
-¿Estás en un gran momento, por juego, desde lo actitudinal y el deseo de jugar en DUBa.?
-Un poco de todo. Físicamente, si bien tengo que seguir bajando de peso, estoy mucho mejor; y yo soy muy autocrítico, para mí nunca juego bien, je. Y una de las cosas y por lo cual quiero salir a ganar todos los partidos es que DUBa. tiene que volver a ser lo que fue.
Este regreso a casa motorizado por el deporte, entre proyectos y realidades lo tiene activo Daniel, que también invierte el tiempo en el estudio, tras retomar la carrera de arquitectura en la UNS.
“Ya me quedé en Bahía, estoy de profe en las formativas del club y devolviendo un poco de todo lo que aprendí”, comenta con orgullo.
Fueron cinco años en Córdoba, jugando en SICA, de Santa Isabel, un club de básquet convencional, que tiene básquet en silla de ruedas, equipo con el que llegó a jugar una semifinal y tres finales de Liga Nacional, además de participar en el seleccionado juvenil de esa provincia.
-¿Qué te dejó esta experiencia?
-Me volvió un poco más disciplinado, porque al estar en Primera te exigen más, es otro nivel, entrenábamos de lunes a viernes. Y me terminó de formar como jugador, porque estaba acostumbrado al básquet antiguo. El técnico de SICA es el mismo de la Selección juvenil y le gusta mucho formar. Descubrí que hay otras formas de jugar.
-¿Te dio otra perspectiva respecto de las posibilidades que se pueden generar a partir del básquet?
-Sí, totalmente. Jugando en Primera enfrentás a rivales que juegan en Europa y tienen otro nivel, totalmente distinto al nuestro. Tuve alguna chance de poder irme, pero no se concretó.
-¿Se nota mucho al bajar de categoría?
-La verdad que sí, porque es otra exigencia. Sin desmerecer a ningún rival, en condiciones normales, creo que en el TNA hay dos equipos que pueden hacerle fuerza a DUBa., como Río Gallegos y Jujuy.
-¿La posibilidad de trabajar con las formativas también te hace ver la realidad y la chance de seguir creciendo?
-El año pasado me recibí de entrenador de básquet convencional, soy nivel 1 de Eneba, y uno de los motivos de volver a DUBa. fue poder dar una mano en las formativas. Está bueno pensando en el futuro y en la renovación. La institución creció muchísimo y es impresionante el apoyo que nos brinda. Inclusive, con Walter Mele estamos llevando el básquet a los barrios.
-Contame esa experiencia.
-Lo del básquet en los barrios está bueno. El primer barrio que nos tocó fue Villa Nocito, en el comedor Corazones Solidarios, y la verdad que ver todo eso te impacta. A ellos les gusta el básquet y todo, pero lo hacen más por salir, despejarse y porque saben que después van a almorzar. Y me pasó que me reconocieran los chicos en la calle, les quedó grabado. El otro día estaba esperando el colectivo pasó un nene y me dijo “hola profe”, je. Es reconfortante.
Daniel se entusiasma hablando, siente lo que hace, está a gusto, canaliza energías, y más allá de tener por estos días el foco en los partidos con DUBa. también se proyecta: “Voy a ver si arranco con el gimnasio, para seguir mejorando”.
-¿Seguís practicando pelota a paleta?
-Sí, sí, entreno dos veces por semana. La verdad que está bueno. Es un deporte que conocía, porque lo jugaba mi abuelo, pero no sabía que existía para silla de ruedas. Una vez llevé al Vasco (Andoni Irazusta) a tenis y me dijo “ahora yo te llevo a paleta”. Y nos quedamos con paleta. Creo que si de chico mi abuelo (Jorge) no me hubiera inculcado el básquet como lo hizo hoy estaría jugado a la paleta.
-¿Te sirve para el básquet?
-¡Sííí...! En paleta se necesita mucho la zurda, porque le pegás depende cómo te quede el perfil y en estos dos años me agilizó un montón la izquierda, porque con esa mano no me podía ni rascarme la cabeza, je. Y si bien en los partidos busco la comodidad al momento de tirar, si tengo que hacer una bandeja de zurda me lo permite, porque mejoré un montón. Y también, el jugar me ayuda a moverme más.
-¿En qué momento estás de tu vida?
-Un buen momento. Siempre queriendo progresar. Acompañado por mi señora (Anabella), me casé en 2018, de hecho me acompañó a Córdoba y está muy involucrada colaborando en DUBa.
-¿Y la carrera de arquitectura, cómo la llevás?
-Y... Ahí vamos. Este año retomé, aprovechando que me quedaba acá. Me anoté en dos materias y el resto las perdí por correlativas. Veremos el segundo cuatrimestre. Estoy en segundo año.
-¿En el ámbito universitario conociste gente con alguna limitación física como vos?
-En la Uni no he visto ningún otro chico amputado. Sí una chica en silla de ruedas, con la que estuve hablando. Pero son muy pocas las personas con discapacidad que concurren a la Uni.
-En realidad, en tu caso, la única dificultad es el traslado.
-Sí, inclusive, donde curso, en las instalaciones del Palihue, prácticamente no tienen ni un escalón, está todo, digamos, adaptado.
-¿En qué te movilizás hasta allá?
-Tomo dos colectivos.
-¿En general notás que se va naturalizado más?
-Creo que está naturalizado. No veo ninguna barrera, al contrario, a veces hasta noto más consideración.
-¿Cuánto te llevó naturalizar tu realidad?
-Nunca me caí y me pregunté por qué me pasó a mí. Siempre lo tomé con naturalidad y si algo no podía hacer lo aceptaba. De hecho, con mi señora practicábamos CrossFit; inclusive, llegué a hacer sentadilla sin ningún apoyo. Siempre probé todo.
-No te ponés límites.
-El límite se pone solo. Si quiero hacer algo con la izquierda no voy a poder hacer, je.
-Y así te manejás por la vida.
-Claro, el límite se presenta cuando no hay opción, no porque me lo ponga como excusa.
-¿En algún punto sentís que con tu testimonio podés abrirle la cabeza a más de uno que pueda tener o no dificultad física?
-En realidad, nunca sentí nada cuando me decían que era ejemplo, en especial mi mamá. Aunque creo que indirectamente muchos puedan verme así. Me pasó el año pasado, que fuimos a Cataratas con mi señora, teníamos que hacer el circuito inferior, lleno de escaleras y el guardaparques me indicó que arrancara al revés así evitaba las rampas. Y yo, porfiado, me fui por las escaleras. Iba subiendo y en la parte más alta me preguntó mi señora, “¿qué hacemos?”. Y le dije “vamos a encararla”. Atrás venía un contingente de personas mayores, subí y cuando me di vuelta, estaban todos aplaudiéndole y subieron atrás sin parar.
-Me nombraste a tu mamá, que ya no la tenés. ¿Te marcó en todo el proceso?
-Sí, ella falleció en 2015 y siempre está presente. Me ayudó mucho, como mantenerme junto a mi viejo, que ahora está viviendo en Buenos Aires, y mi señora. Si bien no lo naturalicé, aprendí a convivir sin ella. Siempre digo que sin la familia, la persona con discapacidad no tiene chance de progresar.
-¿Desde lo mental o más bien desde el acompañamiento físico?
-Depende la discapacidad. Es distinto nacer con discapacidad que lo que me pasó a mí o sufrir un accidente. No es lo mismo un pibe súper activo que practica un deporte y queda cuadripléjico, porque la cabeza de ese pibe debe ser una locura y no todos lo afrontan de la misma manera. Ahí es cuando más se necesita la familia.
-¿Y vos cómo lo afrontaste?
-No, yo de diez. De hecho, creo que hago más deporte que cuando jugaba (estuvo en Independiente, Velocidad y Napostá). Capaz que no llegó el momento de pensar por qué pasó. Sí después de un año dije: “¡A la mierda, me podría haber muerto!”. No había sido consciente de eso.
Daniel, apoyado en los bastones o remando con la silla es absolutamente independiente.
Próximo a cumplir 36 años el 22 de este mes, un lindo regalo por adelantado para él sería volver a ganar de local con DUBa., en este recorrido que iniciaron junto al regreso de Walter Mele como DT, y fijando como destino nada menos que la Liga Nacional.