La historia del bahiense que es director de una escuela muy especial de EE.UU.
Christian Walter dirige desde octubre del año pasado una escuela pública que se construyó para alumnos inmigrantes o refugiados que realizan la transición hacia la educación tradicional.
Recibido en 1993, acumula 28 años de trayectoria en el periodismo local. Ex jefe de la sección Deportes y La Ciudad y actual secretario de Redacción de La Nueva. Ex profesor de los dos institutos de Periodismo de la ciudad. Especialista en temas deportivos, sociales y gremiales.
Christian Walter es un bahiense que en 2001 decidió hacer las valijas y viajar a Estados Unidos para desarrollar su pasión: la educación.
Hoy es el flamante director de la escuela para recién llegados más nueva de las Escuelas del Condado de Guilford (Carolina del Norte), que lleva un nombre icónico en la historia de la educación estadounidense: Sylvia Méndez.
“Una escuela para recién llegados es una escuela de transición para niños que emigran de otros países. Aquí se les enseña inglés y otras habilidades”, explicó Christian.
En los años 40, Sylvia Méndez se convirtió en activista de derechos civiles a los 8 años, cuando sus padres fueron demandantes en un histórico caso contra el distrito escolar de Westminster.
Se involucraron después de ver que a sus hijos, incluida Sylvia, se les negaba la asistencia a una escuela "sólo para blancos" en California. Ese caso allanó el camino que puso fin a la segregación escolar en ese estado.
Para honrarla a ella y a su trabajo, el Condado de Guilford le puso su nombre a la nueva escuela para recién llegados y escogió a este bahiense como su primer director.
"Estos programas son únicos en el sentido de que ofrecen una lista integral de servicios centralizados para nuestros estudiantes y familias, mientras exponen a los estudiantes a instrucción de todos los niveles de grado y maximizan la adquisición y el desarrollo de un segundo idioma", dijo Christian Walter.
La “Sylvia Mendez Newcomers School” es la primera escuela en Carolina del Norte que lleva el nombre de una persona latina.
“Esta instalación de High Point atiende a inmigrantes y estudiantes refugiados de tercer a undécimo grado, que son recién llegados a Estados Unidos. Los alumnos estudian en la escuela durante un año antes de hacer la transición a una escuela tradicional o de elección”, explicó el profesor bahiense.
El modelo de escuela independiente para recién llegados del distrito es tan único como las historias de los estudiantes y el personal que llenan sus aulas.
“Es aquí donde los estudiantes que vienen de diferentes partes del mundo prueban por primera vez la educación pública en Estados Unidos”.
La decisión
En nuestra ciudad, Christian se crió muy cerca del centro, a pocos metros de la avenida Colón y a dos cuadras del colegio Don Bosco, donde hizo gran parte de la primaria (los primeros dos años los cursó en el Liverpool) y toda la secundaria, complementando estudios en la Cultura Inglesa.
“A principios de 2000 vivía en La Plata y ya estaba graduado de la Universidad de La Plata con un título de Traductor de Inglés y recién me había recibido en el ISER de Locutor Nacional”, señaló Christian.
Y añadió: “Fue todo por casualidad, o causalidad como alguna gente a veces dice. Un domingo ví un aviso en Clarín, donde una empresa reclutaba maestros para Estados Unidos. Me postulé y después de muchas entrevistas y un proceso bastante riguroso quedé seleccionado”.
El primer año enseñó español en una secundaria y no le gustó. Al año siguiente, encontró un puesto para enseñar inglés en otra escuela pública y allí descubrió su vocación.
“Dí inglés en primaria y middle school (sexto, séptimo y octavo) durante 15 años hasta que comenzaron a abrirse puertas que me llevaron a ser coach para maestros y después comenzar la carrera de liderazgo educativo, lo que se conoce acá como administración de escuelas”.
Precisamente, en Estados Unidos realizó una Maestría en TESOL de Greensboro College y un Certificado posterior a la Maestría en Administración Escolar y Liderazgo Ejecutivo de la Universidad Gardner-Webb.
También posee un certificado de post-maestría para administradores escolares en Programas de Inmersión en Dos Idiomas de la Universidad de East Carolina y un título en Educación Superior de la Universidad de East Carolina. Actualmente, está cursando un doctorado en educación en la Universidad de East Carolina.
Previo a ser escogido como director de esta escuela que marcó un hito en Estados Unidos, fue reconocido como finalista del “Subdirector del Año”, por su desempeño en la escuela del condado de Guilford en octubre de 2020.
Dijo que su filosofía está ligada a la creencia de que todos los estudiantes pueden aprender independientemente de su origen étnico o estatus socioeconómico, siempre que estén expuestos a altas expectativas académicas.
“Además de trabajar en las escuelas, fui coach de maestros, entrenándolos con estrategias y métodos para perfeccionar su performance en el salón de clases; trabajé como presentador para el Ministerio de Educación de Carolina del Norte durante 8 años, en conferencias de entrenamientos para docentes y directivos de todo el Estado y fui vicedirector de escuela por varios años hasta que me escogieron para ser director de la Sylvia Méndez”.
Admite que el camino hasta este punto no fue fácil.
“Fue un camino complicado que me llevó a tener la preparación profesional necesaria para cuando la oportunidad surgiera y pudiera presentarme como el mejor candidato”.
Señala que el ambiente es extremadamente competitivo para ser director de un establecimiento educativo, ya que por lo menos se precisa una maestría o un doctorado, ademas de una sólida carrera como vice-director.
“Yo había completado mi maestría acá en el 2005 y había sido vice-director de escuela durante 5 años, tiempo durante el cual aprendí todos los secretos de la profesión. Además, sigo haciendo mi doctorado, que terminaré el año que viene”.
Considera que el hecho de ser bilingüe y poder hablar inglés y español fue un factor significativo.
“La población hispana en todos los estados se ha incrementado mucho durante la última década, pero no existía representación para los hispanos respecto al nombre de las escuelas, por ejemplo”.
En ese contexto, haberse convertido el año pasado en el director de la primera escuela pública nombrada a partir de un líder hispano como Sylvia Mendez en todo el estado de Carolina del Norte fue un premio al esfuerzo, la resilencia y el trabajo arduo.
“Escuelas nombradas a partir de líderes hispanos son muy común en Texas, California y la Florida. Pero no en Carolina del Norte. Esto implicó romper con paradigmas de creencias”.
La apertura oficial de la escuela lo encontró junto a la mismísima Sylvia Mendez y con Roy Cooper, gobernador de Carolina del Norte.
“Fue un momento muy emotivo, porque también vino mi familia desde Bahía Blanca. Para mí fue un sueño hecho realidad. Esta escuela recibe visitas de todo Estados Unidos para ver cómo nuestros maestros trabajan con alumnos de más de 20 países diferentes”.
Sistema descentralizado
Christian señala que las escuelas públicas de Estados Unidos cuentan con muchos mas recursos que las privadas.
Cada condado (el equivalente a partido en la provincia de Buenos Aires) tiene su propio Sistema de Escuelas Públicas y todos responden a las normativas impuestas por el Ministerio de Educación del Estado.
“Los condados compiten entre sí mismos para quedarse con los mejores maestros calificados, ya que cada condado paga un suplemento extra que varía condado por condado. Eso significa que el sistema educativo está descentralizado”.
Por otra parte, los establecimientos reciben una calificación a fin de año (es una letra de la A a la D), en la que A significa que la escuela es excelente académicamente, mientras que la D indica que necesita mejorar en varios aspectos.
“Esa calificación es el producto de la combinación del porcentaje de alumnos que crecieron académicamente en los exámenes finales estatales con el porcentaje de alumnos que pasaron esos exámenes, que son creados por el Ministerio de Educación del Estado y administrados bajo muy estrictas medidas de seguridad. “Esa calificación que recibe la escuela (accountability measures) al final del año escolar es información pública y todo el mundo tiene acceso a ella. Por ejemplo, si una escuela en un determindado sector de la ciudad no tiene una buena calificación, es muy probable que la gente no compre propiedades ahí porque la gente prefiere mudarse a sectores de la ciudad donde hay buenas escuelas con buenas calificaciones”, explicó.
Lo mismo sucede con la radicación de las empresas.
“Si una ciudad tiene buenas escuelas públicas, es muy probable que eso se convierta en un imán para inversiones en el área. Por ejemplo, en la zona donde yo vivo hay plantas de empresas como Toyota, que fabrica baterias para autos eléctricos, u Honda, donde fabrican aviones jets privados, entre tantas otras firmas nacionales y del exterior”.
Estas empresas abren plantas donde existen buenas escuelas públicas para los hijos de sus empleados.
“Por lo tanto se trabaja con mucha presión, porque la idea es que la mayoría de los alumnos crezcan académicamente para que pasen los exámenes”.
Nuestra educación
Aunque señaló no estar muy informado de la actualidad del sistema educativo de Argentina, sí dio un indicio del nivel de profesionales que egresan de nuestro país.
“Cuando hice mi maestría aquí, ahora que estoy por terminar mi doctorado, los muy pocos alumnos que eramos de Argentina siempre sobresalíamos en las clases y eso es por la formación académica recibida de la educación universitaria pública. Mis profesores de la universidad quedan muy sorprendidos cuando yo cuento que hay universidades públicas en Argentina”.
Remarca que en Estados Unidos, las universidades estatales son pagas.
“Pueden llegar a 20 mil dolares por año para alumnos residentes del Estado. A menos que recibas becas que otorgan para deportes, todas son pagas. Y de hecho, creo que el rigor académico de la universidad pública en Argentina aquí no existe”.
Bahía, en el horizonte
Su último viaje a Argentina fue hace un año. Obviamente, volvió a su pago chico de visita.
“Me encanta Bahía. Ha crecido tanto y tiene tan buena oferta gastronómica, que es imposible no visitarla. Ví que tenía muchos mas espacios verdes y centros comerciales, que no le envidian a otras capitales del mundo”.
Siguió de cerca lo que pasó en diciembre del año pasado.
“No me olvido más cuando recibí el mensaje de mi hermana, contándome lo que había sucedido. Por suerte, a nuestra familia no la afectó demasiado, pero fue todo muy triste”.
Christian tiene dos hijas que nacieron en Estados Unidos.
“La mayor está terminando la secundaria y se va a ir a estudiar cine a New York University y la otra está terminando tercer grado de primaria”, cuenta.
--¿Volverías a radicarte en nuestro país?
--Por supuesto. He vivido en EEUU durante más de 20 años, pero uno siempre extraña las raíces y el terruño. Cuando llegue el día de mi retiro, mi idea sería vivir parte del año en Argentina y parte acá. Esa es la realidad de los imigrantes: “No somos de acá ni de allá”, pero Bahía Blanca me parece una gran opción por su cercanía con las playas y las montañas.
La historia de Sylvia Méndez
La Escuela para Recién Llegados Sylvia Méndez es la primera escuela que lleva el nombre de una persona latina en Carolina del Norte.
En 1943, Méndez y su familia se mudaron a California. Cuando sus padres intentaron inscribirla a ella y a sus hermanos en la escuela, el sistema se los negó y les dijo que se inscribieran en una escuela específicamente para mexicano-estadounidenses.
Sus padres presentaron una demanda federal y a los ocho años, Méndez se convirtió en el centro del caso que allanó el camino para la histórica decisión de la Corte Suprema contra la Junta de Educación.
De hecho, en 2011, el presidente Barack Obama le otorgó la Medalla de La Libertad a Méndez por su liderazgo civil.
Los inmigrantes constituyen una parte importante de la fuerza laboral de Carolina del Norte, que también tiene la séptima población más alta de refugiados reasentados.
“Escuelas como la nueva Sylvia Méndez Newcomers son lo correcto y lo más inteligente”, dijo el Gobernador Cooper en octubre del año pasado, al dejarla formalmente inaugurada.
El condado de Guilford, en particular, alberga la población de refugiados más grande y diversa del estado. Personas de una variedad de países y orígenes étnicos, con un número sustancial de personas de México, Guatemala, Venezuela, Somalia, Myanmar, Sudán, Etiopía, Vietnam, Cuba, la República Democrática del Congo, Ruanda, Irak, Pakistán, Siria, Colombia, Ucrania, El Salvador, Afganistán y muchos otros llaman hogar al condado de Guilford.