El paso urbano, de lo nuestro lo peor
Cerca de convertirse en una obra inconclusa para siempre, el paso urbano es víctima de la falta de una política seria y sensata
No será fácil encontrar una manifestación tan clara y contundente de un cambio de política en materia de obra pública que el denominado Paso Urbano, autovía de 11 kilómetros que ha quedado paralizada en uno de los accesos más transitados de la ciudad.
Es además una penosa postal de la ciudad, enormes columnas sosteniendo fragmentos de una ruta que quedó a medio camino, que excedió desde su inicio la capacidad económica del estado nacional y que ahora ha caído en la lista de emprendimientos paralizados de manera indefinida.
Es también un signo de contradicción, por ser un ingreso al puerto de aguas profundas más importante del país, a un complejo petroquímico relevante del planeta, a un área industrial que no deja de crecer a partir de inversiones empresariales multimillonarias.
Una necesidad histórica que siempre se ha esperado resuelva el Estado y que nunca parece haber involucrado a las empresas que quizá debieran haber incluido en los proyectos de nuevas plantas o ampliaciones parte del presupuesto para este tipo de obra que, en definitiva, son clave para su operatividad.
Las constructoras comenzaron a tener dificultades a poco de iniciado el trabajo. Falta de pago, inflación, incertidumbre. Al punto que luego de varias paralizaciones, finalmente los han abandonado de manera definitiva.
Siempre fue una obra monumental y, para la economía argentina, faraónica, casi una utopía. Una inversión de 17 mil millones de pesos, compleja en su resolución, con 11 puentes en su recorrido, elevada, que ha quedado con un 57% de su desarrollo pendiente.
La manifestación clara de este estado son las partes aisladas que han quedado como una suerte de monumentos a la falta de un plan adecuado de inversiones, despojado de vaivenes políticos, anclada a necesidades ciertas y razonables.
Han dejado además, y esto es más penoso todavía, un sector que ya de por sí estaba deteriorado, completamente devastado, riesgoso de transitar, plagado de conos y desvíos, cada día en peores condiciones.
No es simple ser optimista con el tema. No hay otra respuesta que el silencio oficial, la consigna de “no hay plata” y los hierros camino al óxido