Bahía Blanca | Sabado, 19 de julio

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El junquero, más resiliente que nunca entre las especies bahienses

Volvió a desarrollarse en el sector de uso recreativo entre el partidor del parque de Mayo hasta el comienzo del entubado de Casanova. También se está produciendo el regreso de otras especies nativas.

Junqueros adultos, en un ámbito natural del arroyo Napostá. / Fotos: Pablo Presti-La Nueva.
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Audionota: Romina Farías

La vegetación nativa del arroyo Napostá, en sitios estratégicos de nuestra ciudad, confluye en un ambiente ribereño que —justamente— brinda refugio a muchas especies de aves.

“Las plantas de esa zona están adaptadas a las fluctuaciones del nivel del agua de los ríos en épocas de seca y de lluvias”, dijo Lucas C. Verniere, biólogo y ornitólogo de campo.

Como es natural, en momentos de sequía el nivel del agua de los ríos baja y durante los períodos de precipitaciones se inundan, por lo que las especies están sometidas a un importante estrés hídrico.

“Este tramo del arroyo, que es el sector de uso recreativo entre el partidor del parque de Mayo hasta el comienzo del entubado de calle casanova, aún se está recuperando del dragado que intentó borrar su aspecto natural en marzo de 2022”, añadió.

“Esto es lo que está provocando, de buenas maneras, el regreso de muchas especies nativas”, sostuvo.

Lucas C. Verniere, biólogo y ornitólogo de campo.

Verniere sostuvo, asimismo, que el estado de salud de un arroyo, y por lo tanto de su calidad del agua, también se puede analizar a través de la presencia de algunos organismos. En tal sentido, citó los casos de peces, aves, macroinvertebrados y de plantas denominadas especies indicadoras.

Uno de los más representativos respecto de un renovado posicionamiento en el arroyo Napostá se produce con el junquero.

“Es un ave que utiliza un ambiente específico y por eso su presencia infiere que este tramo del arroyo se encuentra en buenas condiciones”, admitió.

Las especies de plantas acuáticas que crecen (en altura) en forma de varillas son:

—Las cañas o carrizos, que conforman un ambiente cerrado por la densidad de sus hojas.

—Las totoras, cuyas plantas con sus hojas forman pequeñas paredes y los juncos que se aprecian con sus tallos verdes individuales saliendo del agua muestran un ambiente más abierto. Precisamente, este es el que prefiere el junquero para criar.

Se trata de un pájaro de la familia del hornero. Es inquieto, confiado y se mueve con agilidad entre los juncales y la vegetación de la orilla del arroyo buscando invertebrados para alimentarse.

“Otra de las características es su curiosidad, así como es fácil de ser descubierto por el canto metálico. Y vuela a baja altura y en tramos cortos por el cauce del arroyo”, añadió.

El nido del junquero se ubica a baja altura, bastante expuesto, de forma redonda y alargada en sentido vertical. La boca se encuentra en un lateral en la parte superior y posee un pequeño alero.

Está construido con fibras vegetales trenzadas y barro, e internamente revestido de plumas y suaves fibras vegetales.

“A mediados de este noviembre descubrimos una pareja de junqueros, que no posee experiencia en la construcción de nidos, pero sí el instinto para hacerlo”, contó Verniere.

Comenzaron armando una estructura enlazando fibras vegetales que obtuvieron del arroyo, junto al barro, y ataron media docena de varas de junco.

“En tres días avanzaron y construyeron las paredes del nido, pero con una intervención humana: el corte de las plantas del arroyo con máquinas llega muy cerca del nido y les hace buscar un lugar menos expuesto y así comenzar la obra en un lugar más protegido dentro del juncal”, explicó.

Durante la primera semana de diciembre, la casa apareció terminada.

“A este nido se le suelta la atadura de uno de los juncos y se inclina hacia adelante. De todas formas, la hembra realiza la puesta de los huevos y en 10 días comienza la incubación. Como los pone en días alternos, el número podría ser 5. Los dos padres incuban y, al turnarse, realizan un canto como un golpeteo metálico”, dijo.

El especialista añadió que, infortunadamente, el viento del temporal trágico del último 16 de diciembre, volcó el nido que ya se encontraba frágil y terminó siendo abandonado. También que, probablemente, los huevos hayan terminado caídos tras el fenómeno.

Pero en forma inmediata se comenzó a construir el tercer nido de la temporada, aunque esta vez muy cerca al centro del arroyo y fácil de ver desde la orilla opuesta. Como la temporada estaba avanzada, se ponen menos cantidad de huevos en este intento.

“Ahora pudieron llegar al final de la incubación. Los padres trayeron insectos, arañas y otros invertebrados que buscan a lo largo del arroyo para alimentar a los pichones, los que pian dentro del nido para ser alimentados”, contó.

“Finalmente, en febrero encontramos que los adultos estaban alimentando a un pichón afuera del nido. Este juvenil siguió junto a sus padres habitando en el mismo sector del arroyo, donde aprendió a encontrar la comida y, aún hoy, sigue acompañándolos”, concluyó Verniere.