El edificio que fragmenta el perfil de la ciudad
Por su ubicación, inesperadamente el edificio se convirtió en un obstáculo a la tradicional visual del perfil de la ciudad.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
“Del carácter de los habitantes de Andria merecen recordarse dos virtudes: la seguridad en sí mismos y la prudencia. Convencidos de que toda innovación en la ciudad influye en el dibujo del cielo, antes de cada decisión calculan los riesgos y las ventajas para ellos y para el conjunto de la ciudad y de los mundos”. Italo Calvino
Skyline. Es la palabra que en urbanismo define el perfil de una ciudad, su silueta. Es la línea del cielo, el horizonte construido.
Bahía Blanca muestra su skyline más característico cuando se ingresa por la avenida Cabrera y desde lo alto se divisa “el pozo” donde el coronel Ramón Estomba y el agrimensor Narciso Parchappe definieron la ubicación del fuerte fundacional.
Desde esa calle, antes de tomar la pendiente descendiente hacia el centro, se puede ver el compacto perfil de unos 15 pisos de altura –promedio-- en su parte central y un tanto menor hacia los laterales. Es una de las postales más ilustrativas de nuestra ciudad. Hasta ahora, en que “un intruso” vino a eclipsarla.
El holandés errante
Un vecino que advirtió la irrupción del hoy esqueleto de hormigón en el horizonte hizo una singular comparación: refirió la aparición de un buque fantasma, más precisamente del “Holandés errante”, una leyenda de más de cinco siglos que refiere la historia del capitán Hendrik Van Der Decken, quien partió en su barco para buscar fortuna en las Indias Orientales cuando una tormenta lo atrapó en el cabo de Buena Esperanza. El hombre decidió desafiarla entonando cánticos sacrílegos hasta que un ser celestial lo castigó por esa conducta y lo condenó a navegar eternamente. No son pocos los marinos que aseguran haber visto el barco en distintos mares.
Retomando nuestra historia, “navegando” por calle Sarmiento apareció nuestro errante, un edificio que trepará a los 20 pisos y que ya veda parte de la línea del horizonte. No se trata de una obra que haya incumplido normativa alguna, simplemente se ha posicionado en un sitio tan particular que eclipsa ese perfil continuo que aparecía como en un único plano, entre océano y pampa.
Es una consecuencia más de las tantas que ocurren en una ciudad que crece, que se dispersa y que suma “rascacielos”. Cada innovación, escribió Calvino, “modifica el dibujo del cielo”.