Alertan por el crecimiento de los casos de ACV
A nivel país suceden alrededor de 60 mil accidentes cerebrovasculares por año y se estima que una de cada cuatro personas mayores de 25 años sufre un derrame cerebral a lo largo de su vida.

Recibido en 1993, acumula 28 años de trayectoria en el periodismo local. Ex jefe de la sección Deportes y La Ciudad y actual secretario de Redacción de La Nueva. Ex profesor de los dos institutos de Periodismo de la ciudad. Especialista en temas deportivos, sociales y gremiales.
Audionota: Mariano Muñoz
Los accidentes cerebrovasculares (ACV) son una de las principales causas de muerte y discapacidad a nivel mundial.
De hecho, a nivel país, suceden alrededor de 60 mil ACV por año, por lo que conocer los síntomas y cómo actuar a tiempo es fundamental para mejorar las probabilidades de supervivencia y de recuperación.
En el marco del Día Mundial del Accidente Cerebrovascular se anunció que una de cada cuatro personas mayores de 25 años sufre un derrame cerebral a lo largo de su vida y el riesgo de recurrencia o de sufrir un segundo ACV es de casi un 13% (es decir al menos trece personas tendrán otro ACV) en los primeros cinco años.
“Obviamente que Bahía no escapa a esa estadística, que de por sí es altísima”, mencionó Juan José Rayer, médico especialista jerarquizado en Neurología.
Y de acuerdo con especialistas bahienses, éste puede ser isquémico, cuando se interrumpe el flujo sanguíneo en una arteria del cerebro, o hemorrágico, cuando se rompe un vaso (vena o arteria).
En ambos casos, remarcaron que la atención debe ser inmediata y es importante reconocer los signos y síntomas para actuar.
“Hay una ventana de oportunidad que oscila en un máximo de 4 horas y media desde el inicio de los síntomas”, explicó Oscar Colombo, especialista consultor en Neurología, quien se desempeñó durante 37 años en el servicio neurológico del Hospital Municipal.
Y añadió: “La gente suele minimizar los síntomas o piensa que desaparecerán por sí solos. Esta espera puede ser fatal o dejar secuelas irreversibles. Por eso insistimos en la importancia de actuar con velocidad. Ni bien se detectan los primeros signos de un ACV, es crucial llamar a un servicio de emergencias y trasladar al paciente a un centro hospitalario adecuadamente preparado para su abordaje”.
Entre los principales signos y síntomas de aparición repentina que son característicos de un ACV, se destacan: debilidad o entumecimiento en la cara, brazo o pierna, especialmente de un lado del cuerpo; confusión; dificultad para hablar o para entender el lenguaje; pérdida de la visión en uno o los dos ojos; dificultad para caminar; mareos; pérdida del equilibrio o coordinación; y dolor de cabeza intenso y sin causa aparente.
“Debemos trabajar en la prevención. Para ello recomendamos el control de aquellos factores de riesgo potencialmente predisponentes, como la hipertensión arterial, la hiperglucemia, el tabaquismo, el colesterol elevado, el sedentarismo, el sobrepeso y el estrés, por citar los principales. También, llevar un estilo de vida saludable, con una alimentación equilibrada, la realización de actividad física y visitar al médico periódicamente”, consignó Rayer.
Precisamente, el ACV es una de las principales causas de discapacidad y muerte en el mundo, pero también es una de las enfermedades donde actuar con velocidad puede cambiar el desenlace. Reconocer los síntomas y actuar de inmediato salva vidas y también puede preservar la calidad de vida de quienes lo sufren.
Los especialistas bahienses coincidieron en que en la actualidad existen más factores predisponentes para sufrir esta enfermedad.
“Muchas de las patologías que tienen que ver con vasculares, van creciendo en la medida que la población va envejeciendo. Y esa población arrastra ciertos hábitos que no son saludables. Entonces, tenemos una epidemia de obesidad, que trae aparejado riesgo de diabetes, dislipidemia o roncopatía que pueden desembocar en un ACV”, explicó Rayer.
“Es todo una cadena de malos hábitos. En el último tiempo le gente cambió la alimentación, se suma el estrés, que lleva al tabaquismo y al sobrepeso o a obesidad; más el exceso de consumo de alcohol, de drogas ilegales. Todo eso predispone al accidente cerebrovascular”, añadió Colombo.
Precisamente, el tabaco es una de las causas más comunes.
“Va taponándolos vasos sanguíneos que tienen menor calibre, por lo que la sangre no pasa y eso produce una lesión. Los vasos sanguíneos a medida que se van alejando del corazón son cada vez más finitos; entonces son mucho más vulnerables”.
La edad
Aunque se asociaba un accidente cerebrovascular al grupo etario mayor a los 50 años, la realidad es que uno de cada siete accidentes cerebrovasculares ocurre en adolescentes y adultos jóvenes de entre 15 y 49 años.
Los expertos creen que las personas de menor edad están teniendo más accidentes cerebrovasculares porque hay más con obesidad, presión arterial alta y diabetes.
“El accidente cerebrovascular, como lo dice la palabra, es un accidente, que compromete la parte circulatoria del cerebro. Y una persona la puede sufrir incluso antes de nacer, en estado fetal. Lógicamente, la frecuencia del ACV aumenta con la edad, porque se van agregando factores”, señaló Colombo.
“Las causas isquémicas en general, siempre fueron bien del adulto más bien con factores de riesgo. Si tenés muchos años de hipertensión, muchos años de diabetes, muchos años de colesterol no tratado, muchos años de tabaquista seguramente tendrás un stroke isquémico. Los hemorrágicos ya tienen otra causa, porque dentro de ellos están las malformaciones de la arteria venosa, que eso puede pasar a cualquier edad, a los 15, a los 30 o a los 60”, amplió Rayer.
Precisamente, el aneurisma cerebral es causa de muerte de gente muy joven.
“Y la hipertensión no tratada, que es el stroke hemorrágico más común, también afecta a gente no tan vieja. El hipertenso va a terminar teniendo un stroke isquémico a largo plazo y el isquémico no tratado va a tener una hemorragia en el corto plazo”.
Para Rayer, el aumento de la estadística de casos tiene relación directa con el envejecimiento de una población que tiene malos hábitos.
“El 19% de la población de Buenos Aires es vieja; o sea, son mayores de 65. Estamos asistiendo a que la población está envejeciendo y muchas de las patologías están relacionadas con el envejecimiento. Crecen los casos Parkinson, crece la demencia, crecen los strokes, crecen los infartos de miocardio. La gente está cada vez más expuesta a factores de riesgo vascular”.
De todos modos, Colombo esgrimió que el tratamiento para prevenir las enfermedades cardiovasculares de forma directa ha incidido en disminuir la frecuencia de accidentes cerebrovascular.
“Porque las arterias del corazón son arterias muy similares a las del cerebro. Entonces, como la gente piensa más en los problemas cardíacos que en los problemas mentales y tiene miedo que le agarre un ataque al corazón, se realizan controles o tratamientos que ayudan a mantener la buena circulación a nivel cerebral”.
¿Y la vacuna del Covid?
“Todas las vacunas tienen sus efectos adversos. Pero la del COVID no se salió mucho del libreto de lo que nosotros esperamos para las vacunas. No es la vacuna no sirvió o fue peor que la enfermedad. No, la vacuna fue tremendamente efectiva, con una tasa de complicaciones bajísima”, sentenció Rayer.
Y añadió: “Cuando se vacunan 44 millones de personas, se ven algunos casos adversos. Pero en esos casos también se debe tener en cuenta el estado preexistente del paciente, pues quizá afectó a uno que ya venía con sedentarismo, obesidad, tabaquismo”.
Más allá de que un laboratorio reconoció problemas con una de sus dosis, Colombo esgrimió que “son muchas más las personas que se salvaron gracias a la vacuna que los que tuvieron complicaciones”.
“No todas las vacunas son iguales para el COVID y no todas las personas son iguales. De hecho, hubo mucha gente que ya padecía cierta predisposición a sufrir un accidente cerebrovascular, como la hipertensión, la diabetes o el tabaquismo”.
Ambos profesionales también desmintieron el mito que señala que en épocas de vacaciones se producen más casos de ACV.
“Se dan más casos en épocas de invierno. El clima frío se asocia más a un trombo isquémico y infarto de miocardio por el espasmo que genera el frío y la hipertensión. Eso sí está probado”, señaló Rayer.
“Se puede producir absolutamente en cualquier momento, en cualquier época del año. Hasta durmiendo un día. En muchísimos casos, hay gente que ni se entera que tuvo un ACV. Uno le pide un estudio por otra causa y ve las lesiones”.
Siempre se vincula al ACV con la imposibilidad de comunicarse o con inmovilidad en ciertas partes del cuerpo.
“Tampoco es 100 por ciento certero. Cualquier área cerebral se puede comprometer y eso verse en un cambio de ánimo; a lo mejor en un mareo, en una pérdida fugaz de la visión, en una gran variedad de síntomas que a veces son atribuidos justamente al cansancio, al estrés, a la fatiga y no a un accidente cerebrovascular. Cualquier síntoma de que algo puede no andar bien a nivel cerebral puede ser representativo de un accidente cerebrovascular”.
El tiempo es oro
Una estadística reciente indica que 7 de cada 10 argentinos no saben qué hacer cuando se enfrentan a un ACV.
“Muchos creen que un pinchazo en el dedo puede ser útil. Y no es así. Lo único que te puede sacar de un ACV es concurrir en forma precoz a un hospital porque dentro de las cuatro horas y media de iniciar un ACV, nosotros tenemos tratamiento para disolver el coágulo”, informó Rayer.
“Así que lo único que puede salvar a una persona es concurrir rápido cuando presenta síntomas tales como debilidad en una mitad del cuerpo, adormecimiento en una mitad del cuerpo, dificultad para hablar o comprender lo que habla, dificultad para ver o dolor repentino de cabeza. No hay ninguna otra cosa más que la atención temprana del paciente”.
De hecho, cuanto más rápido se diagnostica el ACV, más posibilidades de recuperación existen.
“Tenemos cuatro horas y media como plazo máximo. Y de hecho, cuanto antes es mejor, porque por cada segundo que va pasando se van muriendo neuronas. Entonces, cuanto más se tardó, ya a las cuatro horas y media ya no hay ninguna cosa. Nada se ha podido revertir después de las cuatro horas y media”.
Colombo opinó de la misma manera.
“Un pinchazo en el dedo no sirve para nada. Lo que tiene que hacer la gente sí o sí al toparse ante una situación extraña es acudir a un servicio de emergencia. Pero lo más importante es la prevención, fundamentalmente, no llegar a ese punto, porque tener que tratar a un enfermo con el ACV es un fracaso. Entonces, la idea es que no haya ACV. Y para que no haya ACV es hacer grandes campañas en prevención”.
¿Cuál es el más peligroso?
Hay dos tipos de eventos: los causados por el bloqueo del flujo sanguíneo en el cerebro se llaman ACV isquémicos (son los más comunes), mientras que los causados por una hemorragia cerebral se denominan ACV hemorrágicos.
“El hemorrágico es mucho más riesgoso. Supera el 50% de mortalidad, porque tiene menos chances de tratamiento. El isquémico representa el 75%-80% de los casos a nivel mundial, y es algo que coincide a nivel nacional y local”, manifestó Rayer.
Colombo manifestó que el isquémico puede ser trombótico o embólico.
“La diferencia del trombótico es cuando el coágulo se forma en el lugar que se tapa y el embólico es un coágulo que viaja a través de la circulación y obstruye un vaso sanguíneo de un calibre que no lo permite pasar, de menor calibre”.
Rayer resaltó que las apneas de sueño o la roncopatía pueden derivar en un accidente cerebral.
“Sabemos que un tercio de los pacientes que roncan y tienen amneas va a sufrir un ACV. Y si tienen un ACV, cerca del 80% van a hacer amneas y van a volver a hacer el ACV si no lo volvés a corregir después de que lo hicieron. Así que las amneas del sueño es algo fundamental corregirlo y que los médicos a veces nos pasamos por alto y no le preguntamos a los pacientes”.
“Los médicos sabemos qué le pasa al cuerpo de día, pero de noche no sabemos qué sucede o cómo se comporta el cuerpo. Es como el fondo del océano. Sabemos qué pasa arriba, pero nada de lo que pasa abajo. ¿Qué le pasa al cuerpo mientras dormimos? Poco se sabe. Y a medida que vamos sabiendo, empiezan a surgir estos datos que son muy importantes para la prevención. Ya se sabe que la persona que tiene amneas, es altísimo su riesgo; es casi como si fumara”.