Bahía Blanca | Martes, 26 de septiembre

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El exárbitro Omar Molina: “Impuse una moda, por eso me llamaban el besuquero”

Todavía tiene el récord de penales sancionados en un partido de la Liga del Sur. Fue en un Liniers 5, Olimpo 2, donde además expulsó a tres jugadores. “No fallé en ninguna decisión, a tal punto que la prensa me felicitó”, dijo.

Fotos: Eammanuel Briane y Archivo-La Nueva.

 

Intimida con su voz pausada y firme. No alcanza a ser un vozarrón, pero sí impone respeto. De hecho, fue una de sus virtudes cuando ejercía de autoridad en las canchas de la Liga del Sur.
Omar Molina tiene hoy 71 años -03/07/52- y atrás, no muy lejos en el tiempo, logró tejer un largo recorrido de alegrías y anécdotas que lo marcaron.

Intentó como futbolista en las inferiores de Libertad, pero una lesión le puso fin a su ilusión.

“Podía trotar, pero no patear. Quería estar dentro de la cancha, era muy joven (22 años), Arranqué en la Agrupación Bahiense de Árbitros, que era presidida por Victorio Uranga. Dirigí partidos en la zona, me evaluaron y enseguida salté a Primera en la Liga del Sur. ¿Qué me vieron? Corría mucho, estaba cerca de la jugada”.

Su hermano, Rubén Oscar, que ya era árbitro de Primera en la Liga del Sur, lo invitó a ser parte de la ABA (Asociación Bahiense de Árbitros), donde había referentes de peso: Camilo Donofrio y Omar Quevedo.

--¿Dónde debutó como juez de primera?

--En Pacífico, ante Rosario (Ndr: 24/04/88). El partido terminó 1-1. Y me retiré en 2000, en cancha de Tiro, también frente a Rosario. Mi debut fue excelente. En la ABA tuve que volver a empezar a dirigir infantiles, lo cual no fue fácil porque me había acostumbrado a los mayores. Igual fue una revolución siendo tan joven, porque para llegar a primera tenías que tener 40 años. Arranqué junto a José Moscoso, Raúl Cisterna y José Acevedo.

--¿Se acuerda qué pasó el 4 de abril de 1992?

--Jajaja. Cobré cinco penales, un récord que aún hoy perdura. Se dio así, fueron penales. Tres de ellos fueron goles (Ndr: Guille Puliafito –L-, Sandro Novaresse y Martín Fernández, de Olimpo. Falló Sergio Olea y Adrián Echeverría le contuvo uno a Novaresse). También expulsé a tres jugadores (Miguel Suárez, Sergio Tassara y  Carlos Yulita). Ganó Liniers 5 a 2”, sostuvo. Nadie reclamó nada. Al partido los transmitían Gustavo Pie y ‘Chiche’ Gutiérrez, que bajaron al vestuario y me felicitaron. Así, con determinación, fui haciendo mi carrera.

--¿Cuál fue la parada más brava?

--Una final entre Olimpo y Villa Mitre en el Carminatti. Suspendí el partido a los 18 minutos del ST porque desde la tribuna visitante arrojaron un objeto que le pegó a Héctor Barroso. Como no paraba de sangrar lo di por terminado y a los 20 días se reanudó. Otra vez con público y ganó Villa Mitre.

--¿Su mejor actuación?

--Tuve varios clásicos donde sobresalí.

--¿Y el que fue un desastre?

--Uff. Cuando se aplicó la reglamentación de las tarjetas amarillas. Tuvimos un charla con Donofrio y los capitanes de los equipos en la cancha de básquetbol de Liniers. Ese fin de semana me toca Villa Mitre-Liniers en El Fortín. Hice todo al revés de lo que habíamos hablado en la reunión. Saqué como 10 o 12 tarjetas amarillas, algo raro en mí, jaja.

"Por cualquier cosita sacaba tarjeta. Pateaban la pelota lejos y pum, amarilla. En la semana llego a la Asociación y Camilo Donofrio no podía parar de reírse. Sergio Olea me decía: 'Eso no fue lo que se habló en la reunión, está haciendo todo mal'. Y tenía razón", aclaró.

--Al menos nadie ligó tarjeta roja.

--Nooo. Con ese tema era implacable. Cuando yo me ponía la mano en el corazón el jugador se iba a las duchas. Si me tocaba el lado derecho era amarilla.

--¿Usted implementó la moda del beso entre el árbitro y los jugadores?

--Si. A tal punto que el “Negro” Santiago me bautizó el besuquero. Era tanto el respeto que me tenían los jugadores que cuando terminaban los partidos venían y me saludaban con un beso. Para mi significó un gesto noble, que con el paso del tiempo se trasladó a otros árbitros.

 


109 partidos oficiales  dirigió Omar Molina en la Liga del Sur. También fue presidente de la ABA por 16 años, donde se hicieron muchas obras en la anterior sede.

 

--¿Alguna vez se equivocó en alguna expulsión?

--No. Pero perjudiqué a un jugador con una decisión equivocada. Se trata de Fabián Ehulech. En un partido Liniers-Villa Mitre hubo dos penales a favor del local y en el segundo que cobré, después de la conversión, vienen en patota a rodearme y un jugador me salivó en la cara. Cuando levanté la vista lo tenía enfrente a Ehulech y lo eché. Se comió 9 partidos. Cuando le quedaba uno para cumplir la sanción me enteré que no había sido él. Después de mucho tiempo, cuando Fabián ya era técnico de los chicos, le pedí disculpas”, contó.

--Quedó como anécdota.

--Más anécdota fue lo que me sucedió en cancha de Huracán. Yo era árbitro de reserva y luego hice de línea en Primera. La cancha tenía un barro seco arriba por el salitral y cuando quise arrancar a correr para seguir una jugada patiné y quedé a la miseria, tapado de barro hasta las orejas. Ricardo Vázquez, el árbitro, paró el partido. Como no tenía casaca suplente la gente de Huracán me prestó una remera blanca distinta a la del equipo, que estaba usando de color rojo. Hablé con la gente del equipo rival para que no lo tomaran a mal. Los hinchas del Globo me gastaron todo el partido (risas)”, dijo.

--¿Una vez suspendió un partido en Pacífico?

--Jugaban Pacífico y Libertad, por el Promocional 1997. Lo suspendí en el primer tiempo porque la hinchada visitante arrojó un proyectil que le abrió la cabeza a Sergio Werner. Al mes se reanudó y ganó Libertad 1-0 con un tanto de penal de Santamaría.

--Usted también dirigía los regionales.

--Una vez dirigí en Gaiman, Trelew. El local jugaba con un equipo de Comodoro Rivadavia, pero en ambos planteles había jugadores de Bahía. En ese partido lo tendría que haber echado a Varela, que era de Libertad, y a Carlos Pared, de Villa Mitre. Se habían trenzado feo. Pero banqué la situación y sólo los amonesté, porque sabía que iban a ganarse el peso. Después se pudrió todo. El diario local puso una foto en la tapa y tituló: “El culpable de todo…’ Nunca más perdoné a nadie.

--¿Qué le pasó con Paquillo Sánchez?

--Risas. Una vez le pité una infracción y él, aprovechando su estatura, le hacía un gesto a los hinchas de la tribuna apuntándome con el dedo por encima de mi cabeza como que yo era el culpable. Lo observé por la sombra y cuando se reanudó el juego me puse a la par, porque nunca fui de pararme a hablar con los jugadores. Íbamos trotando y le hablaba: ‘la próxima vez que me hagas un gesto tribunero te mando a las duchas.

"No dijo nada, pero cuando terminó el partido se vino al vestuario, golpeó la puerta y pidió disculpas. Para mí eso habla bien de él, creo que fue de caballero", subrayó.

 

Sporting, la barra y la ubicación en la cancha

--¿Alguna vez tuvo problemas para salir de una cancha?

--No, jamás. Tenía compañeros que habían tenido problemas para salir de la cancha de Sporting. A mí los muchachos de la barra brava tan famosa de Sporting me acompañaban hasta el auto, más allá del resultado. Porque creo que conmigo perdieron más veces de lo que ganaron.

“Mi virtud era estar siempre bien ubicado, algo que copié por haber sido jugador. Esa pregunta me la hizo en su momento Luis Pedro Ponte en una entrevista en Radio Nacional. No sólo sabía estar ubicado, sino que conocía a todos los jugadores, su perfiles, virtudes y defectos; para qué lado sacaban los defensores, si eran zurdos o diestros. Hice la carrera con todos los chicos”, sintetizó.

--¿Era de observar los puntajes que ponía el diario? ¿Lo han calificado con un diez alguna vez?

--No. Lo más cercano fue un 9.80. El día de mi debut en pacífico me pusieron un 9.10. Los árbitros legendarios de la Asociación Julio Asnes, Miguel Bringas, Montenegro me esperaron el lunes, cuando llevé la planilla, me agarraron en la puerta: “¿A quién compraste negro, déjate de embromar? ¿Te pusieron un 9.10 en el primer partido (risas)?”.

--¿El partido más importante que dirigió? 

--Estuve en varios clásicos, todos fueron importantes y salí bien parado.

--¿Por qué guarda con tanto celo una foto con Castrilli?

--Porque fue el mejor referente del arbitraje, se hizo respetar. Me veía reflejado en él. Me la saqué en el Centenario de la Base Naval Puerto Belgrano, cuando vino a dirigir un partido entre las selecciones de Bahía y Punta Alta. Yo ya era presidente de la ABA y Castrilli inauguró ese día los famosos intercumunicadores con los jueces de Bahía Blanca.

--¿Cómo vivió su último partido?
--Con nostalgia y alegría. Fue en cancha de Tiro. Cuando se formó la escuela en ABA, los días viernes, durante las clases, yo como presidente le decía  los muchachos: “Cuando vea a jóvenes pisarme los talones doy un paso al costado”. Y lo hice en el momento justo, me retiré bien.

"Y cuando lo hice me dediqué a la dirigencia, para seguir ligado con algo que amaba".

--¿Cuántos años estuvo como dirigente?

--16 como presidente: del ’93 al 2006. Fueron épocas muy lindas, donde se hicieron muchas obras en la anterior sede. Lamentablemente se vendió ese lugar y se trasladó todo a Espora, que queda un poco alejado de la ciudad.

--¿Su hijo, Rubén Orlando (foto), porqué es árbitro?

--Fue decisión de él. Nunca le inculqué a mis hijos que hicieran el curso. Rubén Orlando (50 años) siempre venía conmigo, era el mayor, y es árbitro nacional. A los 17 años se inició como juez de línea en la liga amateur y a los 18 empezó en la Liga, donde ya lleva 33 años dirigiendo.

--¿Tiene más hijos?

--Sí. Guillermo (52), María Inés (46) y Silvina (39). Y tengo 12 nietos y 5 bisnietos. Somos una gran familia (risas).

--¿Cómo ve a la nueva camada de árbitros?

--Son muy jóvenes. Les aconsejaría que lleguen temprano, para no estar expuestos. Les recomiendo que no se acerquen a las tribunas antes de los partidos, para evitar sorpresas. Que entern al vestuario y hagan el precalentamiento lo más alejado del público, aunque tengan que entrar a la cancha.