Bahía Blanca | Viernes, 17 de mayo

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Adelante radicales: cuando Bahía le dio a la UCR su primera experiencia de gobierno

La ruptura de la alianza entre Alem y Mitre en 1891 tendrá una gran impacto a nivel político local. De hecho, Jorge Moore se convertirá en el primer intendente de ese partido en todo el país apenas tres años después.

Archivo La Nueva.

Marzo de 1891.

El presidente Carlos Pellegrini dedica buena parte de su gestión a desatar los graves nudos financieros y políticos armados por la torpeza de su antecesor, Miguel Juárez Celman, virtualmente expulsado de la Casa Rosada en agosto de 1890 tras una revuelta popular.

A la vez que busca una salida decorosa para afrontar los pagos de la deuda externa y recuperar las líneas de crédito, Pellegrini piensa en el frente interno: intuye que sólo un gobierno de coalición entre el oficialista Partido Autonomista Nacional (PAN) y la opositora Unión Cívica (UC), liderada por Bartolomé Mitre y Leandro Alem, podrá sobrellevar la carga del Estado durante el sexenio 1892-1898.

Porque si bien el PAN es gobierno desde hace 17 años, la irrupción de los cívicos ya no puede ser ocultada. Es la primera vez que existe una oposición organizada con reclamos concretos: elecciones sin fraude y castigo a la corrupción administrativa. En pocos meses organizan actos, cuentan con tienen un programa alternativo de gobierno, tienen una convención partidaria, y amenazan con lograr por la fuerza lo que no pueden obtener mediante el debate.

Es lógica la inquietud de Pellegrini.

Pellegrini (izq) y Roca (der)

Por eso le encomienda a su ministro del Interior la tarea de negociar la alianza con los cívicos. Sabe que es un hábil negociador. Es que, en verdad, el funcionario designado para la misión de acordar con la oposición ocupa bastante más que ese mero cargo administrativo. Se trata de Julio Argentino Roca, el hombre con mayor astucia política de su generación. Y tiene su propio plan, al margen del oficial. Por algo le dicen "El Zorro".

Roca comprende enseguida que su ambición de acceder a la presidencia por segunda vez en 1898 debe lograrse con un gobierno de coalición, sí, pero con la suficiente desigualdad de fuerzas como para que los cívicos nunca puedan inquietar al proyecto de poder del PAN, que es el suyo.

¿Cómo lograrlo? Sabe que, de todos los cívicos, Mitre es el único dispuesto al diálogo. También sabe que es fácil tentarlo con los oropeles presidenciales, que se le vienen negando desde hace dos décadas. Si logra torcer su voluntad, la UC entrará mansamente en su telaraña.

Discreto, le acerca una oferta en apariencia sencilla: sólo debe resignar a su candidato a vicepresidente, Bernardo de Irigoyen, para reemplazarlo por el diplomático salteño José Evaristo Uriburu, roquista incondicional. A cambio, el PAN ofrece el respaldo electoral de casi todos los gobernadores, quórum en el Congreso, lealtad del Ejército y confianza de los sectores empresarios liderados por Ernesto Tornquist.

Cuentan los rumores que, en la tarde del 21 de marzo de 1891, hay una larga conversación entre ambos dirigentes, y también un abrazo emocionado.

"El Zorro" ha logrado la primera parte del plan.

Alem y Mitre

Puede argumentarse que Bartolomé Mitre obra como un estadista, priorizando los cuidados de la frágil salud institucional antes que un enfrentamiento electoral que se resolverá inexorablemente con atentados, tiroteos y varios muertos en los lugares de votación.

En la aceptación pública de su candidatura puede verse ese criterio unionista: "... un gobierno de todos y para todos (...) haciendo entrar el orden político en el quicio constitucional", exclama, pocos días después.

Claro que esta vez no es el único líder de su espacio político. Y ahí está Alem para echarle en cara que su diálogo con Roca no pasará inadvertido.

"No aceptaremos compromisos de ningún género que importen la continuación del régimen funesto", le responde, a través de un vibrante manifiesto.

Mitre insiste, todavía cordial, invitándolo a reunirse con los dirigentes del PAN para explicarle los pormenores del encuentro. "No asistiré porque será tiempo perdido y molestia inútil. Soy decidido adversario del acuerdo... No hay duda de que marchamos por rumbos distintos", escribe Alem, terminante.

Las circunstancias se precipitan a fines de junio, cuando un grupo de dirigentes mitristas -Bonifacio Lastra, Juan Eusebio Torrent y Mariano Varela, entre otros- considera que es inútil seguir negociando con las negativas de Alem. Muchos ya se vislumbran como senadores o diplomáticos en la futura gestión y por eso proclaman el nacimiento de la Unión Cívica Nacional (UCN), lista para sellar el acuerdo electoral con el gobierno.

Los fundadores de la UCR

Del lado opuesto, los jóvenes Marcelo Torcuato de Alvear, Francisco Barroetaveña, Lisandro de la Torre e Hipólito Yrigoyen, todos acaudillados por Alem, también creen en la inutilidad de seguir conversando con los acuerdistas. Para ellos no hay posibilidad de pactar con los mismos a los que se está combatiendo.

El 26 de junio de 1891, se reúnen en el comité ubicado en el centro porteño y escuchan las palabras de Alem con una devoción casi religiosa: "Yo sostengo y sostendré siempre la política de los principios. Caiga o no caiga, nunca transaré con el hecho. Nunca transaré con la fuerza ni con la inmoralidad", asegura.

Y es entonces cuando lanza la frase que marcará a fuego toda una época política del país: "Yo no acepto el acuerdo. Soy radical en contra del acuerdo. Soy radical intransigente", sentencia.

Acaba de nacer la Unión Cívica Radical (UCR).

Pocos meses después, el acuerdo Mitre-Roca empieza a deshilacharse, como era previsible. Es que la UCN pierde fuerzas rápidamente en la flamante coalición al quedarse sin los partidarios de Alem. Desde el PAN sugieren un replanteo de la candidatura presidencial. Quizá la posibilidad de nominar a una figura menos conflictiva para presentar al electorado.

Luis Sáenz Peña

Ante el riesgo de que todo el pacto se desmorone, los mitristas comienzan las gestiones para buscar un candidato de conciliación. Pocas semanas después emerge sorpresivamente el nombre de Luis Sáenz Peña, un veterano abogado que no entusiama demasiado a ninguno pero que, al menos, no despierta mayores recelos.

Es tan poco el fervor que genera que prácticamente ambos partidos lo abandonan a su suerte una vez que se calza la banda presidencial.

Roca, desde las sombras, demuestra una vez más su habilidad: mantiene al PAN en el gobierno, aunque sin el desgaste de la exposición, desmoraliza a los mitristas y se asegura un rol principal en la elección de 1898, cuando todos pidan por una imagen presidencial fuerte y la UCN sea apenas un mal recuerdo.

Mientras tanto, en varias provincias, comienzan a abrirse comités para difundir el ideario de Alem, aquel que profesa la santa trinidad de la "Causa" radical: intransigencia, abstención y revolución hasta que se vaya el "Régimen".

Roberto J. Payró

Uno de los primeros se inaugura en Bahía Blanca, y tiene como sede la redacción del diario La Tribuna, fundado por el escritor Roberto Jorge Payró en calle San Martín al 100.

El salón es frecuentado regularmente por Eliseo Casanova, Rufino Rojas, Sixto Laspiur, Enrique Julio, Ángel Brunel y Fermín Muñoz, quienes están convencidos de que la prédica de la UCR es la única herramienta posible para frenar los planes de Roca.

Ninguno de ellos todavía es capaz de imaginarse que participarán activamente en el capítulo local de la revolución radical que se desatará en todo el país en el invierno de 1893.

Jorge Moore

Serán 60 días de agitación intensa en la ciudad, que incluirán la toma de la sede comunal, la jefatura de policía y los medios de transporte. Sólo la llegada de un contingente de soldados de la Guardia Nacional podrá frenar a los partidarios bahienses de Alem: algunos serán detenidos y otros deberán refugiarse en Sierra de la Ventana.

Los radicales que se juntan en el comité de Payró tampoco pueden suponer que, meses después de aquella revuelta institucional, obtendrán su desquite a través de las urnas.

De hecho, Bahía le dará a la UCR su primera experiencia de gobierno en el país, cuando Jorge Moore gane la intendencia en los comicios municipales de diciembre de 1894.

Con el PAN ausente de las candidaturas "por no haberse preparado para concurrir a las elecciones", la lista radical obtendrá 337 votos el mismo día en que se celebre la Navidad de ese año, y Moore asumirá el primero de sus cinco mandatos el 14 de enero de 1895.

Pero aún falta mucho para eso.

Y todavía más para llegar a los tiempos de Valentín Vergara, que luego serán los de Carlos Cisneros, Mario Guido, Moisés Lebensohn, Ricardo Lavalle, Federico Baeza, Juan Carlos Cabirón y Jaime Linares. Pero esas son otras historias.