Bahía Blanca | Domingo, 12 de mayo

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Por amor: se reúnen los martes a cocinar para familias con necesidades

Alrededor de 35 mujeres, hombres y niños se juntan en la Parroquia de Lourdes una vez por semana para preparar y acercar viandas a la Plaza Rivadavia (en la Catedral) y a las familias de los barrios Ser Comunidad y Villa Caracol.

El grupo de la cocina. Fotos: Emmanuel Briane - La Nueva.
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Audionota: Romina Farías

Parroquia Nuestra Señora de Lourdes, martes, 18 horas. 

Desde las escaleras, un piso abajo, se percibe el olor de las cebollas y morrones y se escucha el tac tac de los cuchillos sobre las tablas de madera. Aromas y sonidos que van creando sensaciones de calidez de hogar.

Al final de las escaleras distribuidos en un amplio espacio, a ambos lados de dos largas mesas, están los voluntarios y voluntarias cocinando como en casa. Hay risas, complicidad, charlas y mucho entusiasmo por compartir su tiempo sin esperar nada a cambio más que ese bienestar que se siente en el cuerpo (y más allá de él también) cuando uno realiza una acción desinteresada.

Laura Barberio, una de las voluntarias, directora de una escuela secundaria de la ciudad y coordinadora de esta iniciativa explicó a La Nueva. la misión del grupo que está integrado por personas de todas las edades; desde mujeres de 80 años hasta niños y niñas a partir de los 10.

“Somos entre 30 y 35 personas divididas en distintos grupos y con distintas tareas que intentamos preparar entre 200 y 250 porciones de comida todos los martes del año”, contó.

Mientras los adultos cocinan, los niños y jóvenes discriminan frutas y verduras de los cajones de mercadería fresca donada. Algunas manzanas son para comer, otras ya no. Como no manejan cuchillos, su tarea es separar; pero todos tienen un rol.

Algunos se encargan de la cocina, otros de las compras y logística (es decir, consiguen las donaciones, buscan la materia prima y la llevan hasta la parroquia) y están quienes las reparten, los que ponen el cuerpo y salen al encuentro de los más necesitados.

“El proyecto empezó hace muchos años en la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes y lo llevaba adelante un grupo de universitarios. Después, la pandemia puso una pausa y en la vuelta a la vida social el Padre Darío Nicoloff, párroco de la iglesia, nos convocó a algunos para revitalizarlo y, desde fines de 2021, en agosto o setiembre, retomamos”, comentó Laura.

Una vez que la comida está resuelta merced al trabajo de quienes cocinan tres grupos salen al encuentro de las personas con necesidades a acercarles las viandas. 

Uno de ellos va al centro, a la Plaza Rivadavia, con punto de encuentro es la puerta de la Catedral donde se reúnen desde cartoneros, jóvenes que trabajan en la calle como trapitos y personas en situación de calle. Son unas 60 personas las que se acercan al lugar a las 19.30 a recibir su plato de comida caliente.

Luego visitan entre 10 y 12 familias por barrio, casa por casa, en Villa Caracol y Ser Comunidad. La tarea suele extenderse hasta cerca de las 23.

Las viandas si bien son muy bienvenidas por las familias son la excusa del grupo de voluntarios para ir al encuentro del otro, ubicar necesidades y acompañar distintas situaciones. 

“Por ejemplo, encontramos una familia en la que una de las nenas quería practicar patín, tramitamos una beca en un club y conseguimos los patines. O, a veces, cuando hay alguien cursando un embarazo se le ubica turno en el hospital”, explicó.

Multiplicidad de situaciones que son atendidas con amor y predisposición para que el trabajo no quede solo en llenar las panzas por una noche.

“Vamos buscando, en la medida de las posibilidades, que son bastante pocas, acompañar las necesidades de la gente. El plato de comida es la excusa, nadie resuelve, con un plato de comida la semana entera. La gente la recibe con mucho cariño, pero la idea es, a partir de ahí, seguir trabajando”, remarcó.

Casi ninguna de las personas se conocía de antes y hoy formaron lazos muy estrechos. 

“Acá tenés el que viene media hora y pica tres cebollas y el que viene cuatro horas y hace todo lo que se necesita”, añadió.

Las viandas se preparan con donaciones y también, en parte, con mercadería que se compra gracias a colaboradores que realizan un aporte económico mensual. Lo más difícil de conseguir es la carne, es lo más complejo en comparación con los productos secos.

“¿Lo más lindo de esta actividad? Correrse de lo que a uno le gusta y poder mirar lo que el otro necesita. Tiene de lindo que se generó un grupo de personas super heterogéneo en edades, en necesidades, en historias y compartís las dos horas y media que cocinamos es una fiesta”, dijo.

Las donaciones se reciben en la sede de nuestra Señora de Lourdes (12 de Octubre 742) en la secretaría o comunicándose al 291-6489885. La convocatoria está abierta para quien se quiera sumar y el tiempo que pueda.

“Todos los martes nos reímos nos divertimos compartimos. Nos emocionamos cuando escuchamos las historias, cuando rezamos juntos antes de salir es un espacio muy de Dios”, mencionó.

Miriam Penel: “No solo ayudo a la gente, la gente me ayuda a mí”

Miriam Penel tiene 39 años, pertenece al Hogar de Cristo Calle Belén (Güemes 250) y cada martes se acerca a colaborar en la cocina de la parroquia Ntra. Sra. de Lourdes junto con su pareja Guillermo López.

“Tengo don de servicio, tiene que ver con dar mi diezmo viniendo al apostolado. No solo ayudo a la gente, la gente me ayuda a mí. Me llena de más amor, más paciencia, más tolerancia y me enseña a ser más empática, me enriquece todo el tiempo”, sostuvo.

“En pandemia, que no había mucho trabajo, tuve que acudir algún merendero para buscar mercadería, pero siempre traté de devolverlo. Mi idea no era solo ir a buscar el plato de comida, sino que así era como me involucraba. Iba por el plato pero terminaba cocinando y repartiendo. Siempre me gustó ganarme el pan”, expresó.

Contó que cada vez que participa de este espacio se siente como en familia. Cuando llega la reciben con amor y cada vez que falta alguien nota su ausencia. Y es lindo que eso suceda. Significa que te ven, que tu presencia no da lo mismo. 

“Es un grupo de personas muy lindas, están todos sonrientes, tienen una linda energía. Si uno viene medio bajón acá te llenás de energía. El compartir con gente que no conocés y está en otra situación de vida a uno le ayuda en un montón de sentidos. Eso es lo que me hace reír y me suma”, comentó.

Miriam es conductora del programa de radio Baldosa Floja de Contenidos Calle Belén que se puede ver y escuchar por Youtube.

Marta Funari: estar en tratamiento oncológico no le impide ayudar

Estuvo 15 años en el voluntariado del Hospital Municipal, donde atendía el quiosco y ayudaba a la secretaria de Oncología. 
“Como el voluntariado cerró dije bueno, hay que seguir haciendo algo por la comunidad y me acerqué y acá estoy, trabajando. Me enteré en la misa y vine”, comentó.

Marta Funari (centro) en su espacio de paz y de colaboración.

“Esto es maravilloso, muy organizado, una gente divina. Te invita a seguir trabajando. Uno sale de acá contento. Así fui trayendo gente, ahora vine con dos señoras de mi barrio. Voy invitando siempre personas porque hay que hacer algo por los demás”, insistió.

El espíritu de voluntariado lo adquirió en su hogar, desde pequeña, por el ejemplo de su familia.
“En casa siempre fue una cosa de dar, no lo que sobraba, sino lo que uno podía y siempre estuvimos cerca de la iglesia”, comentó.

Marta tiene 78 años, es viuda y tiene dos hijos que están muy contentos por su labor.

“Desgraciadamente estoy pasando un momento difícil de salud. Me estoy haciendo quimio y siento que tengo que seguir bien para trabajar. Esto me reconforta. Me da vida”, dijo.

Antes de jubilarse daba clases de piano y pintura en un instituto.

Ayudar a otros es su manera de sentirse mejor y, a la vez, hacer su aporte a la comunidad mientras supera una vez más este desafío que la vida le puso por delante.