Bahía Blanca | Martes, 07 de mayo

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Enzo Domínguez Prost, el orgullo bahiense que se destacó en Harvard

Fana de nuestra ciudad, de Monte Hermoso y de Villa Mitre, este joven de 29 años hizo valer sus conocimientos en Economía en esa universidad de excelencia académica ubicada en Cambridge.

Enzo Domínguez Prost transita un presente soñado.

Este bahiense, de 29 años, acaba de destacarse nada menos que en Harvard, la Universidad más prestigiosa del mundo ubicada en Cambridge, Massachusetts, Estados Unidos.

Allí, realizó una maestría sobre Políticas Públicas y resultó distinguido por su tesis “Trade Agreements in the UAE (Emiratos Árabes Unidos): Signing the maximum number of deep agreements in the shortest posible time”.

Con lo cual, a Enzo se le abren todo tipo de ventanas promisorias. Por ejemplo, en el ámbito privado. Y fuera del país. Aunque, asegura, en un futuro no muy lejano se ve pegando la vuelta a sus pagos. Disfrutando de Monte Hermoso. Y de la posibilidad de retornar a la gestión pública.

“Durante cuatro años y hasta la pandemia trabajé en el ministerio de la Producción de la Nación. Y la verdad es que me encantaba”, sostiene desde Boston a través de un zoom que realizó con el programa Gente de Palabra que se emite por La Nueva Play y CNN Radio Bahía Blanca.

Fana de Villa Mitre (no se pierde un partido del Federal A, ya sea por streaming o por radio, esté donde esté), adepto a la murga uruguaya y defensor a ultranza de las potencialidades de nuestro país, Enzo cursó estudios primarios en la Escuela N° 63 y secundarios en la Escuela Normal dependiente de la UNS, de la que recuerda con especial énfasis al profesor Martín Goslino, quien lo inspiró en el ámbito de la Economía.

Mediante una beca a la que accedió, realizó la licenciatura en Economía en la  Universidad de San Andrés, posteriormente una maestría en esa casa de altos estudios, hasta recalar nada menos que en Harvard, donde se destacó con la mejor tesis en Economía.

Lejos de aquellos días en los que disfrutaba los juegos de mesa con sus amigos y llevar a cabo todo tipo de proceso de edición de videos, Enzo aclara que luego de pasar unos días en la Argentina su destino será involucrarse en una oferta laboral que le llegó desde el otro lado de la Cordillera. Desde Chile.

De Ciencia Política a Economía

-Bueno, Harvard no es para cualquiera. Pero hubo un punto de largada hasta llegar a semejante ámbito académico.

-En realidad, mi mente estaba orientada hacia Ciencia Política, pero como la carrera no se cursaba en Bahía, me enteré de una beca que ofrecía la Universidad de San Andrés. La obtuve, viajé a Buenos Aires, y a los seis meses me cambié a Economía. Fue una época de conflicto con mi madre (Teresa), quien todavía no me cree que me fui a Buenos Aires sólo por el objetivo de estudiar Ciencia Política, siendo que luego terminé en Economía (risas)”.

-¿Por entonces ya pensabas en irte al exterior?

-Ya en los últimos años de la carrera me empezó a picar el bichito de hacer una formación afuera, mediante un doctorado, una maestría. Nada muy definido. Al final terminé la licenciatura en Economía, en 2015, e inmediatamente realicé la maestría pensando en proyectarme en una aplicación futura.

“Ingresé a trabajar en la función pública, en el Ministerio de la Producción de la Nación. Fueron 4/5 años hasta que llegó la pandemia. Fue una etapa de quiebre cuando arrancó la cuarentena, en marzo de 2020, con todos los ministerios adaptándose a las nuevas temáticas de trabajo, por lo que si había un momento para aplicar a programas en el exterior, algo que lleva mucho tiempo, era ése, siendo que obviamente no te llaman por teléfono para preguntarte: ‘che, ¿queres venir a estudiar acá?’”.

-Las contracaras que ofreció la pandemia... En tu caso la aprovechaste muy bien.

-En mi caso tenía que preparar un montón de exámenes, cartas, ensayos de todo tipo, contar historias, buscar fuertemente esa posibilidad. En definitiva, meterle mucha cabeza.

“Y la pandemia me ofreció ese tiempo de reflexión obligado, por lo que pude aplicar en diciembre de 2020 a distintas universidades de los Estados Unidos como para aumentar las chances de ser aceptado en alguna. Y en 2021 surgió la aceptación desde Harvard, ¡por lo que me tomé el avión!”.

“Elegí, en parte, un programa académico de 90 personas, de las cuales más de 40 eran latinas, lo cual generaba un montón de fricciones porque en las fiestas lo que se imponía siempre era el reggaeton. ¡No había lugar para otra música”.

Argentina, un tema recurrente

-¿Cuál es tu mirada sobre la Argentina, los vaivenes de nuestra economía, tantas incertidumbres?

-¡Uyyy! Noté cosas que me llamaron mucho la atención. Para bien y para mal. Por ejemplo, en las clases de macroeconomía nos reíamos al ver que Argentina siempre se mencionaba como ejemplo de lo bueno y de lo malo. En cualquier tópico, cualquier herramienta que se quería aplicar durante las clases, surgía un ejemplo de nuestro país.

-Eso bien argentino de no pasar desapercibido…

-Es que dentro de los últimos 50 años hemos probado tantas fórmulas que surgía hablar siempre de Argentina a la hora de analizar los efectos de la hiperinflación, de una moneda atada al dólar, de cómo la economía cambia cuando suben los precios de los alimentos. Siempre aparecía Argentina. Era muy loco para mí estando en Harvard que era habitual hablar sobre mi país.

“En el programa había una pasantía de dos meses que teníamos que llevar a cabo entre el primer y segundo año, por lo que algunos compañeros de la India, Estados Unidos y Colombia, entre otros, viajaron a nuestro país a trabajar en un proyecto de urbanización. Y justo fue cuando renunció el ministro Martín Guzmán y hubo mucho movimiento en el dólar. Me decían que no podían creer cómo tenemos tanta fortaleza psicológica para sobrellevar ese nivel de intensidad en las noticias del día a día en materia económica.

“Entonces me detuve a pensar que como sociedad hemos pasado por infinidad de cosas. Una persona de 60 años ha vivido innumerables crisis. Casi que todos son economistas sin serlo. Se sabe lo que es un Banco Central, estamos al tanto de las reservas… ¡En un asado se habla de Riesgo País! Algo que en otro lados sería insólito”.

Juventud y meritocracia

-Sos un claro exponente de un joven que ha hecho mérito y esfuerzo para semejantes logros académicos. Ahora, ¿qué te surge cuando solemos utilizar el término meritocracia en ocasiones con extrema liviandad, sin tener en cuenta las desigualdades que ofrece hoy nuestro país? 

-No niego el esfuerzo, la mucha cabeza y el mérito que expuse, sobre todo en la época de pandemia, preparando los exámenes, por lo que descarto que lo mío haya sido producto de la suerte. Pero a su vez soy consciente de que provengo de una familia privilegiada, en la que nunca me faltó nada y siempre tuve las necesidades básicas satisfechas.

“También, claro, estuvieron los hechos fortuitos que me ofreció la vida y me ayudaron a este logro. Los profesores que tuve, las escuelas a las que pude ir, a las que pude acceder, haber podido trasladarme a Buenos Aires. El mérito estuvo. Pero también todo lo demás.

-¿Cómo aprecias a la juventud de estos días? Sus fortalezas y debilidades.

-La analizo de diversas maneras. Tengo muchos amigos que están viviendo fuera del país, buscando un futuro mejor, pero siento que no hay datos específicos sobre qué tanta es la fuga de cerebros que tenemos. O cuántos son realmente los jóvenes que emigran en busca de un futuro mejor, comparado esto con otras épocas, aunque mi sensación es que son más, pero quizás tenga que ver con mi edad cercana a los 30 años y entonces vea a gente de mi grupo etario tomar esa decisión.

“Sí noto cierto cansancio en general de muchos amigos y amigas con el futuro, con eso de estar discutiendo siempre un montón de cuestiones, con no generar consenso en temas muy básicos a nivel político y económico. Es una rueda que te va saturando. Algo que no sólo impacta a la juventud sino a la sociedad en su conjunto.

La experiencia que lo marcó

-Frente a este escenario, digamos, complejo, ¿te interesaría incursionar en el terreno político?

-Cuando estudiaba la carrera de Economía en Buenos Aires me gustaba mucho el mundo académico, el llegar a ser profesor, hacer un doctorado para profundizar mis herramientas de investigación. Pero por un hecho semi fortuito terminé ingresando en el sector público, en el ministerio de Producción, y aquello me cambió la vida radicalmente. Me dije: ‘¡epa!, me gusta enseñar, pero no quiero pasar mi vida como profesor, sino ser parte algún día de la gestión pública’. Sí, sí, claro... Pensando en el largo plazo es algo que me interesa. Aquella fue una experiencia que me marcó mucho. Todos los días me encantaba el trabajo que hacía. Hoy estoy más abocado a seguir complementando algunas herramientas para seguir creciendo y luego sí volver a la Argentina, porque mi idea es radicarme en mi país.

-¿Es tan así?

-Algo que me di cuenta estando afuera, es que me encanta mi país. Me gusta estar en Buenos Aires, ir seguido a Monte Hermoso, tengo muchas raíces allí… ¡El ser hincha de Villa Mitre! Con el perdón de mi familia, era lo que más extrañaba. Sé que voy a volver en el futuro y si es para trabajar en el sector público, mucho mejor.

-Esto de Villa Mitre literalmente le pegará mucho a la gente de esa otra “Ciudad”.

-Y te digo más: en Boston estoy haciendo un trabajo de colonización importante con Villa Mitre (risas).