Alem, la avenida que se soñó como Niza
Una calle llamada a ser la Costa Azul bahiense.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Hace 112 años, en mayo de 1911, el ingeniero Domingo Pronsato realizó un dibujo que exhibía en la oficina del rematador Carlos Pronsato, donde mostraba “un tipo de villa policroma” ideada para desarrollar en la avenida Alem.
Pocas calles de la ciudad tuvieron una transformación tan importante como la avenida Alem. A fines del siglo XIX era una arteria que estaba “en la parte de atrás de la ciudad”, lugar de quintas. La inauguración, en 1906, del parque Municipal –rebautizado parque de Mayo en 1910—modificó su uso, le dio visibilidad y la convirtió en uno de los paseos más transitados con decenas de familia que concurrían al parque. La inauguración del teatro Municipal en 1913 terminó por potenciar ese espacio.
“La importancia de nuestro monumental coliseo y las graciosas villas y chalets de las avenidas, darán un tono especial de elegancia y progreso a nuestra floreciente ciudad”, se mencionó al comentar la obra de Pronsato.
Lo particular de la propuesta es que, a pesar de reconocer que ya la ciudad contaba con edificios “notables y bellos”, los mismos eran parte “de un arte demasiado manipulado” que se fue transformando en “un hibridismo que fatiga”. La villa pensada para Alem era parte de “un nuevo arte” que hacía aparecer la avenida “como una aparición de un limbo de Cóte d’Azur, en la Riviera francesa”.
Y fue un poquito más allá este diario: “Quien ha visto Niza o Villafranche, Menton o Monte Carlos, San Remo o Bardiguera, no puede menos que recordar las bellezas de esos edenes floridos, de cuyas construcciones es un acabado espécimen, dentro del arte, el trabajo exhibido por el ingeniero Pronsato”.
Alem se fue convirtiendo poco a poco en el paseo residencial-aristocrático por excelencia. Quizá no llegó a emparentar a Mónaco, pero al menos aspiró a ser “la Palermo” bahiense.